viernes, 26 de febrero de 2016

¿QUIEN TRABAJARÁ EN EL FUTURO?

Ponencia presentada por Blai , el pasado sábado día 20 de febrero.



Todos habréis leído o visto por televisión las declaraciones que se han hecho en el llamado foro de Davos, sobre el futuro de la industrialización y el empleo de robots en la producción industrial.
Según ese informe, hasta el año 2020 la robotización de nuevos sectores de la economía desplazará más de 7 millones de empleos en las 17 economías más importantes del mundo.



A cambio se crearán, apenas, 2 millones de nuevos trabajos Respecto a esas declaraciones, es evidente que, han aparecido dos grupos de opiniones diferentes.

Por un lado la visión utópica del avance tecnológico con la incorporación de robots cada vez más sofisticados y elaborados, por no decir inteligentes, que facilitaran la vida al hombre, liberándolo de las cargas del trabajo pesado, pudiendo dedicar su tiempo al cultivo personal.



Por el otro lado la visión distópica del futuro, en el que se plantea un mundo controlado por maquinas en el que solo una minoría privilegiada, disfrutaría de los bienes y el resto estaría abocado a la miseria, al carecer de capacidad económica por falta de trabajo e ingresos.



Para situarnos y analizar estas dos situaciones extremas, podríamos comenzar por un poco de historia.

El hombre desde sus orígenes siempre ha procurado ingeniárselas para poder cumplir de una manera más cómoda, el mandato divino de ganarse el pan sudando.

En una ponencia anterior, ya presente, la evolución de la tecnología, en la historia de la humanidad, desde la simple rueda hasta la actualidad.
Analicemos esa evolución desde el punto de vista de revoluciones  cambios sociales.

Hasta que se produjo la revolución industrial, los avances tecnológicos, estaban limitados a los campos de la agricultura, el transporte, la navegación y militar.

La industria estaba basada en sistemas artesanales, que en grupos gremiales, satisfacían las necesidades de la población.

Como supongo sabréis, la aparición de la máquina de vapor, trastoco ese equilibrio, generando la llamada revolución industrial, que eliminó prácticamente el sistema gremial, permitiendo la elaboración de productos a gran escala, con el consiguiente trasvase de mano de obra del campo a las zonas industriales.

Dentro de ese sistema la aparición del llamado “trabajo en cadena” o “cadenas de montaje”, supuso otro hito importante.
El primero en aplicar ese sistema fue Ford, en su fábrica de coches pero pronto se aplicó a casi todos los productos.



Esto supuso una mayor producción, con un número de operarios inferior, y sobretodo y muy importante, con menos cualificación, al convertir el trabajo especializado en trabajo repetitivo.



Si hay que repetir, hasta el infinito, las mismas acciones. ¿Quién mejor que una máquina, para hacerlo?
Ese fue el paso siguiente, la mecanización, de esas operaciones, y la consecuente disminución de mano de obra humana.



Pero, las maquinas necesitan, supervisión, mantenimiento ajustes, y se produjo un trasvase, a trabajos  realizados por personal especializado.
Pero, la aparición de los micrordenadores, y su capacidad cada vez mayor de autogestionarse, es lo que está amenazando con lo se llama la cuarta revolución industrial, o la revolución de los robots.
En principio habría que distinguir, entre lo que son robots físicos (no necesariamente de forma humana, un cajero automático, sería el ejemplo), y los robots de software, es decir aplicaciones que dentro de una maquina la controlan.

Nos hemos acostumbrado a los robots que fabrican coches, los pilotos automáticos, los cajeros automáticos e incluso los robots teledirigidos que matan gente al otro lado del mundo. 



También hay los robots semiautónomos que descienden a profundidades abisales para filmar buques hundidos; y los brazos mecánicos diseñados para desmantelar centrales nucleares soportando niveles de radiación desmesurados, los robots bursátiles o las aspiradoras automatizadas que nos barren la casa. Y, excepto en el caso del Dron militar, en principio no hay nada de malo. Se limitan a facilitarnos la vida.



Los robots autónomos llevan décadas reemplazando a seres humanos en ciertas tareas sencillas, repetitivas y muy estructuradas, y sistemas teledirigidos cada vez más complejos y capaces se van ocupando de las que son demasiado peligrosas o demasiado caras para que las lleven a cabo personas. 



Pero, en la actualidad, la robotización está ya amenazando no sólo tareas simples, repetitivas y estructuradas, fáciles de automatizar, sino otras en principio consideradas demasiado complejas porque demandan cierto nivel de inteligencia.
Los robots de software están haciendo grandes avances en el procesamiento por ejemplo de documentos legales y jurídicos, lo cual podría permitir la automatización de una gran cantidad de trabajo legal de bajo nivel.
El sistema de transporte y logística está siendo extensamente remodelado por empresas como Amazon, con máquinas reemplazando personas siempre que es posible para abaratar costes. Los automóviles sin conductor de Google y de otras empresas pueden dar el salto a conducir camiones en los próximos años. 



En San Francisco incluso han resucitado el concepto de los clásicos automat  un restaurante sin camareros (aunque aún usa cocineros).




También preocupa el impacto que los robots puedan tener dentro de no demasiado tiempo en la industria de la atención personal a enfermos o ancianos. Ya no parece haber sector a salvo.



Porque ahí está el quid de la cuestión: los auxiliares legales, camioneros, carniceros, cocineros o camareros que se queden sin empleo al ser reemplazados por máquinas que no cobran y jamás enferman ya no trabajarán, y por lo tanto no comprarán al no tener con qué hacerlo. 

Esto supone cinco millones de consumidores menos en las tiendas, los restaurantes y los bares. Según el informe lo que hace falta es reconvertir a estos trabajadores en otro tipo de profesionales ayudándoles a reemplazar sus ya obsolescentes habilidades y conocimientos por aquellos que la industria echa de menos, sobre todo diseñadores en el más amplio sentido del término: desde arquitectos e ingenieros a programadores. 



A cambio millones de trabajadores perderán sus empleos reemplazados por robots de lata o de software. Y dado que en el actual sistema económico tener un trabajo y tener ingresos son uno y lo mismo esto supone que esos cinco millones de ciudadanos se quedarán sin sueldo y por tanto dejarán también de ser consumidores con el consiguiente impacto sobre la economía. Si la pérdida por el lado de la producción se ve más que compensada por la mayor automatización habrá que empezar a plantearse si conviene buscar cómo conseguir que quien no trabaja pueda aportar valor por la vía del consumo, quizá mediante algún tipo de renta básica garantizada.
Porque si buena parte del trabajo en el fondo deja de ser necesario no es mala idea que trabajen los robots, eso sí, siempre que en alguna parte haya compradores para lo que fabrican.
Y es aquí donde podríamos enlazar, con los partidarios de la visión utópica.
Esa misma tecnología que quita empleos, fabrica también “exoesqueletos” que permiten caminar a un tetrapléjico.



Ya existe, se llama  Atlas 2020, y ha sido diseñado por científicos españoles
ATLAS 2020 es un complejo armazón de nueve kilos de peso compuesto por cables y motores que se sirve de varios tipos de sensores (fuerza, presión, temperatura,...) para poder descifrar las intenciones del portador y asistirle en los movimientos que este desee hacer. Lo que en un principio puede parecer trivial, se convierte en un reto tremendamente complicado cuando se tiene en cuenta el equilibrio y la seguridad del paciente. 
En muchos de los casos, los pacientes que están controlando el exoesqueleto pueden tener movimientos indeseados o espasmódicos. Para garantizar la seguridad del portador, el robot debe darse cuenta de estos movimientos no deseados y evitarlos. Se prevé que en un futuro este tipo de dispositivos puedan ser lo suficientemente lúcidos como para mantener la estabilidad del paciente incluso ante perturbaciones como tropiezos o caídas.
Estos son productos destinados a mejorar la vida de las personas y que, gracias a la inteligencia artificial, sabrán reaccionar a determinados estímulos, “aunque queda mucho por hacer”.



 “El impacto de los robots llevará a un cambio estructural en la sociedad", razona Xavier Busquets, catedrático de marketing digital, unos empleos nacerán y otros morirán en la nueva era.



Para acabar, solamente incidir en que las maquinas podrán quitar o convertir en obsoletos, el trabajo de muchas, personas, pero que la avaricia de algunos empresarios, ha destruido más puestos de trabajo (además de vidas), que todos los robots juntos.

 Y para no acabar tan serios, una pequeña anécdota:



Dos amigos se encuentran por la calle y uno le dice al otro:

¿Sabes?, me he comprado una muñeca hinchable, inteligente y  de última generación. 

Y el amigo le pregunta:

¿Y qué tal?

Pues que se ha ido con otro.


Podeis dejar vuestros comentarios y opiniones, en el recuadro inferior si así lo deseáis.


No hay comentarios:

Publicar un comentario