viernes, 4 de julio de 2014

EL ROSTRO HUMANO


Ponencia presentada por Mª Carmen, el pasado sábado día 21 de junio.




Todo en el cuerpo es necesario, pero la cabeza no solo es necesaria sino que es imprescindible. La base craneal es un armazón arquitectónico y su relleno, contiene dos partes muy importantes que indicaran nuestra personalidad: El cerebro y la cara.


La cara está compuesta por 22 músculos a cada lado que pueden llegar a generar 10.000 expresiones faciales diferentes.
La cara esta simétricamente constituida, las dos orejas, los dos ojos y las dos mejillas. 






El marco de la cara es el cabello.
El bello facial lo perdimos al iniciarse la postura vertical, solo queda una suave pilosidad más visible en unos rostros que en otros. Nuestro hocico se convirtió en nariz, los dientes se retiraron hacia dentro. Su misión al empequeñecer, era, masticar más que desgarrarlos alimentos, los ojos, antes salientes, quedaron protegidos por los parpados.
Nuestro rostro perdió su apariencia simiesca, hace muchos siglos, que la especie humana posee un rostro parecido al que tenemos en el siglo XXI.
Cada rostro es único y personal, la reproducción sexual ha transmitido la genética del parecido con los progenitores.



La endogamia de grupo multiplico características étnicas del rostro con diversos grados de similitud y variación.
Hoy millones de rostros humanos pueblan la tierra, todos diferentes.
Desde la antigüedad, filósofos y anatomistas han intentado clasificar los seres humanos por su apariencia exterior, atribuyéndoles carácter y moralidad. Las especulaciones de estos sabios bien intencionados ahora nos sorprenden.



La “Frenología”,  (formulada por Fran Joseph Gall) por citar algo cercano en el tiempo histórico fue un intento de enlazar tamaño del cráneo con personalidad.



Por ejemplo, cuando decimos “” Fulano de tal no tiene dos dedos de frente”, estamos ejerciendo sin pretenderlo de frenólogos.



Otro científico del siglo XIX, Cesare Lambroso, planteo la teoría después de estudiar muchos rostros y sus diversos perfiles, que quizás nuestra conducta, en algunos casos criminal, podía estar determinada por nuestra cara. Planteando la duda inquietante de si nuestro rostro condiciona nuestra conducta.



Estas teorías están descartadas en la actualidad.
Sin embargo la fisiología (cara como espejo del alma), tiene bastante aceptación popular, aunque no se considere científica, se acerca a la verdad aunque no consiga atraparla.
Todos hemos de reconocer que ante rostros desconocidos, nos formamos primeras impresiones, que nos generan confianza o desconfianza.



Con los próximos, como conocemos mejor su cara, nos fijamos más en las expresiones. El rostro es como una pantalla siempre encendida, que continuamente transmite información, incluso cuando estamos dormidos.
Estos mensajes, conscientes o inconscientes, han sido codificados por todas las civilizaciones, la disciplina del gesto facial es un síntoma de civilidad.
Según las normas, todo individuo por interiorización socializadora ha de saber conseguir poner la cara apropiada a cada situación.
Para la sociedad, en sus relaciones de grupo, es más importante la cara que ponemos, que la que tenemos. Si esto crea habito, no nos ira mal en las relaciones con el prójimo. Nos permitirá encerrarnos ocasionalmente en nuestro “yo” interno y ponernos circunstancialmente máscaras, para el papel que queremos representar, es decir camuflarnos a conveniencia. Y como todo el mundo hace lo mismo, nuestra lectura del rostro ajeno, siempre será parcial y muchas veces engañosa.



Aunque, no podemos estar siempre en guardia, como tampoco podemos llevar siempre la cara maquillada.
Reconociendo sin embargo que nuestra cara funciona como un relato de nuestra biografía, las emociones se traslucen en el rostro. La ira enrojece, la tristeza apaga, la alegría ilumina.
Algunos tienen la cara de tonto y son muy listos, los hay con cara de ángel y son perversos.
Quizás algo de la personalidad del poseedor de un rostro se pueda intuir en él.
La estética del rostro siempre ha preocupado a la humanidad, cada contexto histórico ha incidido en un canon de belleza. La mayoría de la población tiene un rostro normal.
Normal, significa no tener algo en demasía, ni por exceso ni por defecto.
Los muy feos y los muy guapos son minoría.
La cirugía estética pretende una corrección de los rasgos con los que el individuo poseedor se siente insatisfecho.
Aunque el resultado final, en algunos casos no deja satisfecho psicológicamente.
Al rostro, lo peor que le puede pasar es quedar desfigurado, por enfermedad, por accidente o por agresión.


Nuestra identidad queda herida, el rostro es el más “yo” de nuestro “yo”.
Sentiremos de forma incomoda la mirada ajena, por eso la cirugía reparadora intenta devolver la dignidad al rostro dañado.
El caso más extraordinario, ha sido el reciente trasplante de cara, en el cual al receptor se le encajan los nervios y músculos del donante, con sus propios vasos sanguíneos.



Esto producirá que tenga otra cara, ni la suya, ni la del donante.
Ambas afectan a la exteriorización del rostro en público, en algunas zonas no se permite el cara a cara entre hombres y mujeres, han de velar el rostro de forma total o parcial, en la vía publica.
Según la tradición ancestral, la mujer ha de ser indistinguible fuera de su entorno familiar.
El argumento del tabú, es protegerla de las miradas lascivas de los hombres.



El burka, es la versión más radical de la ocultación del rostro de la mujer, pero además la cubre de la cabeza a los pies, impidiéndole la visión periférica, una buena respiración y hasta una adecuada locomoción, es como una cárcel andante desde el punto de vista occidental.
En la iconografía religiosa, en algunos casos se permite cierta representación del rostro de Dios, como en el caso del Cristianismo, no así en el Islam en el que esta totalmente prohibida su representación.
El dogma cristiano reconoce que Dios tiene rostro, pero es imposible verlo, ya que mana tal resplandor que ciega el ojo humano.
La iconografía más reproducida es la de Cristo, en cuyas esculturas y cuadros es representado su ros con belleza y serenidad y otras veces con la marca del dolor.





Aunque la cara más probable de cristo, según los científicos sea esta:




En las representaciones del rostro de la Virgen y de los Santos, interviene en muchas ocasiones la imaginación del artista, ya que en esos casos es más importante la fe que la verosimilitud.
Los ilustres y poderosos de la historia siempre han querido que su efigie pasara a la posteridad, encargando retratos y esculturas a los artistas, gracias a esa vanidad los museos están llenos de galerías de retratos.
Ahora que tenemos nuevo rey, su cara se reproducirá millones de veces, en retratos monedas y sellos, en las escuelas públicas y en los organismos oficiales.
Con el invento de la cámara fotográfica, el retrato se popularizo, y permitió, haciendo que guardemos en nuestras casas fotografías de padres y abuelos.
La pequeña foto en la cartera, funciona como talismán, como proximidad hacia el ser querido, y su recuerdo constante.
Las nuevas tecnologías han creado la moda del “Selfie”, que provoca grados de narcisismo, desconocidas hasta ahora.




Hombres y mujeres se fotografían constantemente, queriendo capturar el instante de su rostro, con la ventaja de poder eliminar rápidamente las imágenes menos halagadoras.
 
Conclusión:

Es difícil tener certezas sobre lo que significa el rostro.
Os propongo un ejercicio:
Cuando os levantéis por la mañana de la cama, colocaros delante del espejo, sin gafas y con las orejas descubiertas, relajados y si es posible, mantened una neutralidad mental, es decir sin narcisismos ni severidades.



Observémonos detenidamente
Quizás surjan las preguntas:
¿Está escrito en mi rostro el relato de mi vida?
¿Qué es lo que los otros pueden leer en él?



Lo que si tenemos que tener en cuenta siempre, es que el “Rostro solo", no es la persona.

Podéis dejar vuestros comentarios y opiniones en el recuadro inferior si así lo deseáis.

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