martes, 15 de julio de 2014

LA ENVIDIA

Ponencia presentada por Ana Castro el pasado sábado día 13 de julio



Envidia

La envidia  es un sentimiento, y estado de la mente, en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas.

La Real Academia de la Lengua la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de algo que no se posee, (pero que veo a alguien que sí lo posee), paréntesis añadido mío.
Es uno de los comportamientos considerados más nocivos en las relaciones personales. Puede costarnos aceptar que alguien experimente malestar por el hecho de que logremos tener salud, dinero o amor.
Sin embargo parece que la envidia es uno de los sentimientos negativos más frecuentes en el ser humano.

Posiblemente tenga su origen en los celos infantiles o, dicho de otra manera, la dificultad para compartir los cuidados y atenciones de la madre.
No es fácil reconocer el sentimiento de envidia en uno mismo. Con frecuencia sucede que si lo tenemos no somos conscientes. Es mucho más fácil percibirlo en los demás, cuando los demás experimentan envidia.

Primero de todo hay que saber diferenciar la pura envidia de otros sentimientos que se le aproximan. Me refiero al simple querer poseer lo que otros tienen, o a querer ser como alguien. En este último caso, el querer ser como alguien, nos proporciona modelos a imitar y nos espolea al esfuerzo y la competencia personal. Es el aprender a través de modelos, tan importante en la infancia y el resto de la vida. No en vano, la competitividad, o sea el hecho de competir con otros, ha sido usada con eficacia en educación, como acicate.



Cuando admiramos a otra persona puede estimularnos a imitar aquello que anhelamos y que destaca en ella. Experimentada así, lo que al principio pudo ser envidia, se puede trasformar en detonante de logros y causa de superación personal.
Fuera de esta excepción, la envidia representa una negación de la empatía y su consecuencias suelen ser dañinas.
En cuanto a querer poseer lo que otros tienen (objetos o propiedades) si no nos conduce al hurto o a hacer daño, es también aliciente para el esfuerzo personal para conseguirlo. Esta es la causa—raíz del auge del consumismo y de la sociedad de consumo.

Pero esto no es bien bien envidia. Para que podamos hablar de envidia debe estar presente un sentimiento de tristeza, pesar o rabia por el bien ajeno.
Según Dr. Saúl F. Salischiker, Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta.
"Cuando una persona se obsesiona y deja de vivir por estar pendiente de la vida de su adversario, de su entorno, y entre otras cosas siente agobio por cada uno de sus triunfos… Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, te muestra que estas tratando con una persona psiquiátricamente enferma." (sólo en casos graves)



Primera definición.- Tristeza o pesar del bien ajeno.
De acuerdo a la primera definición, sentir tristeza o pesar por el bien ajeno,  lo que no le agrada al envidioso no es tanto el deseo de algún objeto en particular que un tercero pueda tener, sino la felicidad en ese otro. Entendida de esta manera, es posible concluir que la envidia es la madre del resentimiento, un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya peor.

Segunda definición.- Emulación, deseo de algo que no se posee.
De acuerdo a la segunda de las acepciones la envidia se puede encuadrar dentro de la emulación o deseo de poseer algo que otro posee.
  Siendo en este caso que lo envidiado no es un sujeto sino un objeto material o intelectual. Por lo tanto en esta segunda acepción la base de la envidia sería el sentimiento de desagrado por no tener algo y además de eso el afán de poseer ese algo (esto por sí mismo no sería envidia; por ejemplo si miro un escaparate). Esto puede llegar a implicar el deseo de privar de ese algo al otro en el caso de que el objeto en disputa sea el único disponible.
Una tercera posibilidad para comprender lo que la envidia implica sería la combinación de las dos acepciones mencionadas anteriormente.
Cualquiera sea el caso, la envidia es un sentimiento que nunca produce nada positivo en el que lo padece sino una insalvable amargura.
Otra de las consecuencias de la envidia puede ser que el envidioso cuente mentiras sobre la persona a la que envidia o las cosas que tiene, para poder tenerlas, en ocasiones la envidia puede hacer que el envidiado muera a manos del envidioso.



Así pues, la envidia es un estado interno limitador, generador de frustración y 
sufrimiento.
La base de la envidia, de acuerdo con Francesco Alberoni, estudioso del tema, se basa en la existencia de dos variables, el deseo y la comparación.
Si deseo algo que no poseo y me comparo con otro que sí lo posee, el resultado es un proceso de incomodidad que puede llegar a ser insoportable para quien la padece.

El alcance de la envidia es infinita, pues todo puede ser envidiado. De otros, podemos desear su belleza, su salud, su pareja, su nivel económico, su prestigio social, sus posesiones materiales o incluso su grado de felicidad. 



La causa de la envidia reside en la baja autoestima. En un escaso amor propio; en una falta de valoración y aprecio de las maravilla que somos en potencia, los seres humanos.
 El envidioso revela un franco desconocimiento de sus recursos; de sus dones, habilidades y talentos.
 Puede decirse que es más sana la envidia infantil, pues los niños carecen de los recursos para obtener lo que desean y dependen de sus padres o representantes.
 Los adultos, en cambio, como seres dotados de incontables posibilidades para satisfacer sus expectativas, no pueden justificar el estancamiento emocional de la envidia, el cual es, por cierto, repudiado socialmente, pues la sociedad tiende a valorar a sus héroes y líderes, a aquellos que se han esforzado para sobresalir, ganar, triunfar.



La envidia puede traer consigo efectos devastadores: Nos produce sufrimiento, y en muchos casos nos lleva a actuar de manera hipócrita, desleal y destructiva.

Quien ha sido contaminado por el virus de la envidia, sólo ve defectos en el otro, se torna hipercrítico o actúa de manera indiferente con quienes son objeto de su inaceptación.

Existen algunos indicadores que nos permiten reconocer la llegada de la envidia, cuando proviene de otros hacia nosotros:
- Cambios en su forma de tratarnos en la medida en que nuestro éxito es mayor.
- Intentos solapados o evidentes de destruir nuestra reputación.
-Aumento de la tendencia a criticarnos y buscarnos defectos.
- Aumento en formas de comunicación viciadas como la ironía o el sarcasmo.
-Intentos de bloquear nuestros logros.
- Coalición o unión con otros envidiosos.
- Evidencias de malestar ante nuestros éxitos.
- Ocasionales muestras de indiferencia y negación a celebrar nuestros logros.

Aunque no lo parezca la envidia tiene un lado positivo:
Convertida en admiración por el otro, o por natural competitividad humana, puede estimularnos a imitar aquello que anhelamos y que destaca en aquellos a quienes envidiamos. 



Experimentada así, puede llegar a ser un positivo detonante de logros y agente causal de superación. Sin embargo, fuera de esa excepción, representa una negación de la empatía y sus consecuencias son invariablemente dañinas.
No en vano ha sido catalogada como uno de los "pecados capitales". 

¿Qué hacer cuando el envidioso soy yo?

Si hoy en tu vida deseas tener algo que otro tiene y no te crees capaz de obtenerlo, te sugiero lo siguiente:
—Comienza por valorarte. Si otros pueden, tú también puedes.
—Aprende del otro, en lugar de quedarte deseando lo que tiene.
 —Si  te disgusta tener este sentimiento, enfócalo en positivo. Te está indicando que hay aspectos en tu vida para mejorar y que no terminas de aceptarlo.
 —En esta vida todos somos maestros de todos y aprendemos constantemente unos de otros. Así que en lugar de quedar deseando lo que otros disfrutan o logran, evita compararte y mejor aprende cómo lo hacen y obtienen.
 —Acepta que no todos tenemos el mismo talento ni el mismo destino.



¿Qué puedo hacer ante los que me envidian?

1—Si sientes que eres víctima de envidia, asume que tú no eres responsable de
generar ese sentimiento, el problema es de la otra persona.
2— Has de saber que la envidia nace del miedo y que es un sentimiento frecuente y natural.
3—Si descubres que alguien te envidia, y no es importante en tu vida, evita esa relación.
 4—Si la persona es de tu entorno cercano y sabes que le causas envidia, encuentra el modo de enseñarle como obtener lo que desea.
 5—En según qué ambientes, evita contar tus planes para evitar los sabotajes externos.
6—Sé selectivo a la hora de explicar a otros tus logros, y si lo haces evita actuar con arrogancia.
7—Mantén una actitud de distancia y mínima confianza con quienes consideres puedan envidiarte y evita responder a comentarios negativos.



El envidioso sufre por los éxitos de otros y es lamentable para él que pierda su energía en eso, en lugar de alcanzar sus propios objetivos.
 En nuestro entorno, es importante reconocer las cualidades que tienen otros, reforzarles sus aspectos positivos. Todos tenemos virtudes, dones, talentos, cualidades para lograr nuestras metas y compartir con otros lo mejor que poseemos internamente.
A MODO de RECAPITULACIÓN:
Muchos sentimientos limitan, pero la envidia es de los más dañinos y paralizantes. Lamentablemente es muy común en aquellas personas que creen no ser capaces de obtener lo que desean en sus vidas.
 Es un estado limitador surgido de la baja autoestima, que se basa en una comparación negativa con otros cuyos logros consideramos injustos y amenazantes para nosotros.
 Superarla implica desarrollar autoconfianza, centrarnos en nuestra vida más que en la de otros, compararse con uno mismo y no con los demás, aprender a controlar las reacciones destructivas, ponernos en el lugar de la persona envidiada y priorizar ante todo el valor de las buenas relaciones.



 Cuando una persona siente envidia se limita y experimenta sensaciones muy negativas afectándose a si mismo/a. Puede ser manifestada en cualquier entorno: trabajo, familia, amigos, vecinos, pareja, destruyendo relaciones.
La envidia es: celos, resentimiento, rencor, rabia, desazón, disgusto. De modo que no puede existir envidia sana.
Se puede desear lo que otro tiene o querer vivir su experiencia, pero enojarse porque le sucede, es envidia. La envidia puede generar en quien la siente: deseos de agresiones verbales, físicas y de crear obstáculos en la felicidad de otros.
El que envidia no se da cuenta ni valora las cualidades que tiene para lograr lo que desea y aniquila así su crecimiento.
 Hay a quienes les cuesta reconocer que sienten envidia.

Podéis dejar vuestros comentarios y opiniones en el recuadro inferior si así lo deseáis








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