Ponencia presentada por Ana Castro el pasado sábado día 13 de julio
Envidia
La envidia es un sentimiento, y estado de la mente, en el
cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea
en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas.
La Real Academia de la
Lengua la ha definido como tristeza o pesar del bien ajeno, o como deseo de
algo que no se posee, (pero que veo a alguien que sí lo posee), paréntesis
añadido mío.
Es uno de los
comportamientos considerados más nocivos en las relaciones personales. Puede
costarnos aceptar que alguien experimente malestar por el hecho de que logremos
tener salud, dinero o amor.
Sin embargo parece que la envidia
es uno de los sentimientos negativos más frecuentes en el ser humano.
Posiblemente tenga su
origen en los celos infantiles o, dicho de otra manera, la dificultad para
compartir los cuidados y atenciones de la madre.
No es fácil reconocer el
sentimiento de envidia en uno mismo. Con frecuencia sucede que si lo tenemos no
somos conscientes. Es mucho más fácil percibirlo en los demás, cuando los demás
experimentan envidia.
Primero de todo hay que
saber diferenciar la pura envidia de otros sentimientos que se le aproximan. Me
refiero al simple querer poseer lo que otros tienen, o a querer ser como
alguien. En este último caso, el querer ser como alguien, nos proporciona
modelos a imitar y nos espolea al esfuerzo y la competencia personal. Es el
aprender a través de modelos, tan importante en la infancia y el resto de la
vida. No en vano, la competitividad, o sea el hecho de competir con otros, ha
sido usada con eficacia en educación, como acicate.
Cuando admiramos a otra
persona puede estimularnos a imitar aquello que anhelamos y que destaca en
ella. Experimentada así, lo que al principio pudo ser envidia, se puede
trasformar en detonante de logros y causa de superación personal.
Fuera de esta excepción,
la envidia representa una negación de la empatía y su consecuencias suelen ser
dañinas.
En cuanto a querer poseer
lo que otros tienen (objetos o propiedades) si no nos conduce al hurto o a
hacer daño, es también aliciente para el esfuerzo personal para conseguirlo.
Esta es la causa—raíz del auge del consumismo y de la sociedad de consumo.
Pero esto no es bien bien
envidia. Para que podamos hablar de envidia debe estar presente un sentimiento
de tristeza, pesar o rabia por el bien ajeno.
Según Dr. Saúl F.
Salischiker, Médico Psiquiatra y Psicoterapeuta.
"Cuando una persona
se obsesiona y deja de vivir por estar pendiente de la vida de su adversario,
de su entorno, y entre otras cosas siente agobio por cada uno de sus triunfos…
Aparte de mostrar signos graves de inferioridad, te muestra que estas tratando
con una persona psiquiátricamente enferma." (sólo en casos graves)
Primera definición.- Tristeza
o pesar del bien ajeno.
De acuerdo a la primera
definición, sentir tristeza o pesar por el bien ajeno, lo que no le agrada al envidioso no es tanto el
deseo de algún objeto en particular que un tercero pueda tener, sino la
felicidad en ese otro. Entendida de esta manera, es posible concluir que la
envidia es la madre del resentimiento,
un sentimiento que no busca que a uno le vaya mejor sino que al otro le vaya
peor.
Segunda definición.-
Emulación, deseo de algo que no se posee.
De acuerdo a la segunda de
las acepciones la envidia se puede encuadrar dentro de la emulación o deseo de
poseer algo que otro posee.
Siendo en este caso que lo envidiado no es un
sujeto sino un objeto material o intelectual. Por lo tanto en esta segunda
acepción la base de la envidia sería el sentimiento de desagrado por no tener
algo y además de eso el afán de poseer ese algo (esto por sí mismo no sería
envidia; por ejemplo si miro un escaparate). Esto puede llegar a implicar el
deseo de privar de ese algo al otro en el caso de que el objeto en disputa sea
el único disponible.
Una tercera posibilidad
para comprender lo que la envidia implica sería la combinación de las dos
acepciones mencionadas anteriormente.
Cualquiera sea el caso, la
envidia es un sentimiento que
nunca produce nada positivo en el que lo padece sino una insalvable amargura.
Otra de las consecuencias
de la envidia puede ser que el envidioso cuente mentiras sobre la persona a la
que envidia o las cosas que tiene, para poder tenerlas, en ocasiones la envidia
puede hacer que el envidiado muera a manos del envidioso.
Así pues, la envidia es un
estado interno limitador, generador de frustración y
sufrimiento.
La base de la envidia, de acuerdo con Francesco Alberoni, estudioso del tema,
se basa en la existencia de dos variables, el deseo y la comparación.
Si deseo algo que no poseo
y me comparo con otro que sí lo posee, el resultado es un proceso de
incomodidad que puede llegar a ser insoportable para quien la padece.
El alcance de la envidia es infinita, pues todo puede ser envidiado. De otros, podemos desear su belleza, su salud, su pareja, su nivel económico, su prestigio social, sus posesiones materiales o incluso su grado de felicidad.
La causa de la envidia reside en la baja autoestima. En un escaso amor propio; en una falta de valoración y aprecio de las maravilla que somos en potencia, los seres humanos.
El envidioso revela un
franco desconocimiento de sus recursos; de sus dones, habilidades y talentos.
Puede decirse que es más
sana la envidia infantil, pues los niños carecen de los recursos para obtener
lo que desean y dependen de sus padres o representantes.
Los adultos, en cambio,
como seres dotados de incontables posibilidades para satisfacer sus
expectativas, no pueden justificar el estancamiento emocional de la envidia, el
cual es, por cierto, repudiado socialmente, pues la sociedad tiende a valorar a
sus héroes y líderes, a aquellos que se han esforzado para sobresalir, ganar,
triunfar.
La envidia puede traer consigo efectos devastadores: Nos produce sufrimiento, y en muchos casos nos lleva a actuar de manera hipócrita, desleal y destructiva.
Quien ha sido contaminado
por el virus de la envidia, sólo ve defectos en el otro, se torna hipercrítico
o actúa de manera indiferente con quienes son objeto de su inaceptación.
Existen algunos indicadores
que nos permiten reconocer la llegada de la envidia, cuando proviene de otros
hacia nosotros:
- Cambios en su forma de
tratarnos en la medida en que nuestro éxito es mayor.
- Intentos solapados o
evidentes de destruir nuestra reputación.
-Aumento de la tendencia a
criticarnos y buscarnos defectos.
- Aumento en formas de
comunicación viciadas como la ironía o el sarcasmo.
-Intentos de bloquear
nuestros logros.
- Coalición o unión con
otros envidiosos.
- Evidencias de malestar
ante nuestros éxitos.
- Ocasionales muestras de
indiferencia y negación a celebrar nuestros logros.
Aunque no lo parezca la
envidia tiene un lado positivo:
Convertida en admiración
por el otro, o por natural competitividad humana, puede estimularnos a imitar
aquello que anhelamos y que destaca en aquellos a quienes envidiamos.
Experimentada así, puede
llegar a ser un positivo detonante de logros y agente causal de superación. Sin
embargo, fuera de esa excepción, representa una negación de la empatía y sus
consecuencias son invariablemente dañinas.
No en vano ha sido
catalogada como uno de los "pecados capitales".
¿Qué hacer cuando el envidioso soy yo?
Si hoy en tu vida deseas
tener algo que otro tiene y no te crees capaz de obtenerlo, te sugiero lo
siguiente:
—Comienza por valorarte.
Si otros pueden, tú también puedes.
—Aprende del otro, en
lugar de quedarte deseando lo que tiene.
—Si te disgusta tener este sentimiento, enfócalo
en positivo. Te está indicando que hay aspectos en tu vida para mejorar y que
no terminas de aceptarlo.
—En esta vida todos somos
maestros de todos y aprendemos constantemente unos de otros. Así que en lugar
de quedar deseando lo que otros disfrutan o logran, evita compararte y mejor
aprende cómo lo hacen y obtienen.
—Acepta que no todos
tenemos el mismo talento ni el mismo destino.
¿Qué puedo hacer ante los
que me envidian?
1—Si sientes que eres
víctima de envidia, asume que tú no eres responsable de
generar ese sentimiento,
el problema es de la otra persona.
2— Has de saber que la
envidia nace del miedo y que es un sentimiento frecuente y natural.
3—Si descubres que alguien
te envidia, y no es importante en tu vida, evita esa relación.
4—Si la persona es de tu
entorno cercano y sabes que le causas envidia, encuentra el modo de enseñarle
como obtener lo que desea.
5—En según qué ambientes, evita
contar tus planes para evitar los sabotajes externos.
6—Sé selectivo a la hora de
explicar a otros tus logros, y si lo haces evita actuar con arrogancia.
7—Mantén una actitud de
distancia y mínima confianza con quienes consideres puedan envidiarte y evita
responder a comentarios negativos.
El envidioso sufre por los éxitos de otros y es lamentable
para él que pierda su energía en eso, en lugar de alcanzar sus propios
objetivos.
En nuestro entorno, es
importante reconocer las cualidades que tienen otros, reforzarles sus aspectos
positivos. Todos tenemos virtudes, dones, talentos, cualidades para lograr
nuestras metas y compartir con otros lo mejor que poseemos internamente.
A MODO de RECAPITULACIÓN:
Muchos sentimientos
limitan, pero la envidia es de los más dañinos y paralizantes.
Lamentablemente es muy común en aquellas personas que creen no ser capaces de
obtener lo que desean en sus vidas.
Es un estado limitador
surgido de la baja autoestima, que se basa en una comparación negativa con
otros cuyos logros consideramos injustos y amenazantes para nosotros.
Superarla implica
desarrollar autoconfianza, centrarnos en nuestra vida más que en la de otros,
compararse con uno mismo y no con los demás, aprender a controlar las
reacciones destructivas, ponernos en el lugar de la persona envidiada y
priorizar ante todo el valor de las buenas relaciones.
Cuando una persona siente
envidia se limita y experimenta sensaciones muy negativas afectándose a si
mismo/a. Puede ser manifestada en cualquier entorno: trabajo, familia, amigos,
vecinos, pareja, destruyendo relaciones.
La envidia es: celos,
resentimiento, rencor, rabia, desazón, disgusto. De modo que no puede existir envidia
sana.
Se puede desear lo que
otro tiene o querer vivir su experiencia, pero enojarse porque le sucede, es
envidia. La envidia puede generar en quien la siente: deseos de agresiones
verbales, físicas y de crear obstáculos en la felicidad de otros.
El que envidia no se da
cuenta ni valora las cualidades que tiene para lograr lo que
desea y aniquila así su crecimiento.
Hay a quienes les cuesta reconocer que sienten
envidia.
Podéis dejar vuestros comentarios y opiniones en el recuadro inferior si así lo deseáis
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