Ponencia presentada por Mª Rosa el pasado sábado día 1 de febrero
Voy a intentar plantear que
se sabe de nuestro cerebro. He recurrido a un par de libros que me parecen interesantes,
para explicar el tema con desenfado.
Es cierto que reina una gran
confusión, ya que en algunos artículos utilizan las diferencias en el cerebro,
para hacer prevalecer una supuesta superioridad de un sexo sobre otro.
En cualquier caso consideremos
lo que significa ser macho o hembra, hombre o mujer, discutir si el sexo esta determinado
por la genética, la anatomía o la conducta.
Más difícil es aún dilucidar
lo que determina la atracción o la identidad sexual.
¿Porque nos sentimos atraídos
por el sexo opuesto? ¿O por el mismo sexo? ¿Que es lo que determina que nos
sintamos hombre o mujer? ¿Esta esto determinado por experiencias de la niñez? ¿Por
la influencia de otras personas? ¿O por la estructura cerebral?
Si aceptamos que toda
conducta tiene que tener una base neurobiológica cerebral, entonces esta claro
que los sexos tienen que diferenciarse, como lo hacen en innumerables especies animales,
no solo genéticamente o por los caracteres sexuales primarios y secundarios,
sino también por sus conductas, y por tanto, por su estructura cerebral.
Nuestro cerebro es producto
de la evolución y no ha cambiado mucho desde que el primer Homo Sapiens moderno
pobló la tierra hace unos 50.000 años. Es de suponer que ese cerebro y sus
facultades respondían a ciertas demandas del entorno, y que las diferencias en
el cerebro por el sexo se debían a la división del trabajo en aquellos tiempos
remotos.
Anne Moh, especialista en genética
y David Fessel han escrito un libro dedicado
al tema que hoy nos ocupa en el cual hay un párrafo que dice:
“Mantener que el hombre y la
mujer son los mismos en aptitudes, habilidades o conductas es construir una
sociedad basada la mentira biológica y científica”
Aparte de los genitales
internos y externos, la región más importante por lo que respecta a la
diferenciación sexual es el cerebro.
Por lo tanto, es evidente
que las hormonas, que son diferentes en el hombre y en la mujer, al
interaccionar con receptores que existen para ellas en el cerebro, son las
causantes de estas diferencias.
Poner orden en toda esta
maraña de datos no es tarea fácil, por lo que, empezare por las cuestiones más
sencillas.
Hay que aclarar que las
palabras sexo y genero que son prácticamente sinónimos en ingles, no lo son en
castellano.
El sexo es una categoría biológica
y el genero una categoría gramatical. En la Conferencia Mundial de Pekín sobre
la mujer, hace algunos años, se aclaró la diferencia entre los dos vocablos
diciendo que sexo describía las diferencias biológicas entre hombres y mujeres,
mientras que genero se aplicaría para describir el distinto comportamiento de
hombres y mujeres en la sociedad, según las condiciones de educación, cultura,
familia, etc.
Nuestro cráneo, tiene una
capacidad limitada, y las neuronas disponibles deben reciclarse, por decirlo de
alguna manera; para atender las misiones y habilidades más urgentes y criticas.
Es natural e inevitable que cada actividad o situación vital que se repite a lo
largo de cientos de años, introduzca un reacondicionamiento genético, además de
educativo.
Todo lo relativo a la
igualdad es un tema que toca solo el
costado político de la historia social, lo que se reclama como “iguales”, son
los derechos y las oportunidades, no los sexos.
No existe en ningún caso
superioridad o inferioridad entre hombres y mujeres, simplemente diferencias en
las respuestas, en el tipo de procesamiento y en las áreas del cerebro que se
activan ante una determinada actividad.
El cerebro del hombre tiene
un 4% más de neuronas y pesa unos 100
g más, pero el de la mujer tiene mayor número de
conexiones, es decir, mayor capacidad de pensar desde el punto de vista del
otro, que es el enfoque cognitivo, o para experimentar los sentimientos del
otro, que es el enfoque emocional.
La pregunta es: ¿Se nace con
las diferencias o se hacen?
Nacemos con cerebros
distintos, pero el cerebro humano es muy inmaduro al nacer y no termina de
madurar hasta años más tarde, de modo que las condiciones ambientales también
nos hacen diferentes.
Diferencias genéticas,
hormonales y ambientales son igual de
importantes.
Tenemos dos cerebros, es
decir, dos hemisferios, uno izquierdo, para sumar y restar, elaborar estrategias,
aprender calculo diferencial, y otro derecho para entender una pintura,
disfrutar de una música, para percibir el espacio y el mensaje que nos da un
recinto.
Ambos están unidos por un
gran conjunto de células nerviosas conocido como cuerpo calloso.
La conexión entre ambos
garantiza que sea posible realizar funciones simultáneamente con ambos lados.
Si bien somos genéticamente
diferentes, las mujeres tienen los cromosomas XX y los hombres el XY, todos
tenemos desde la concepción y hasta las ocho semanas de vida fetal circuitos
cerebrales del tipo femenino.
Después de la octava semana
los diminutos testículos del feto masculino empiezan a liberar enormes
cantidades de testosterona con la que se impregna el tejido cerebral, trasformando
así los circuitos de femeninos a masculinos.
De esta manera, por ejemplo, el centro
cerebral, que es como se denomina la zona del impulso sexual, dobla su tamaño
en el cerebro masculino.
Al nacer, los cerebros
femeninos y masculinos ya tienen zonas de diferente tamaño, debido a que el
cerebro femenino no ha sido expuesto a la tostesterona.
Funcionamos a distintas
velocidades de procesamiento de la información en el cerebro.
Hay muchas teorías en cuanto
a que sexo es más inteligente. En el estudio de Vanderblif, los investigadores
no pudieron identificar diferencias importantes en la inteligencia general
entre hombres y mujeres, en ningún grupo de edad.
Lo que estos estudios nos
demuestran es que las diferencias entre sexos, no son simplemente la diferencia
en los cromosomas.
Elo dimorfismo o diferencia
que caracteriza nuestra especie va mucho más lejos de la concepción que tenemos
acerca de la sexualidad humana.
Frente al estrés, hombres y
mujeres reaccionan de forma diferente, mientras que ellos salen a correr o
airearse por su cuenta, las mujeres prefieren dar un paseo en compañía.
Según el investigador Lany
Cahill, catedrático de la Universidad de California, la respuesta está en la “amígdala”,
la parte del cerebro asociada a las reacciones ante la tensión y el
nerviosismo.
Tras años de investigación
Cahill llegó a la conclusión de que en situaciones de estrés en los hombres, se
activa más el lado derecho, vinculado a la furia, y en las mujeres el
izquierdo, donde se controlan las emociones y la conciencia de uno mismo.
También la percepción del
dolor y la reacción ante el, varían del hombre a la mujer, aunque popularmente en
el imaginario femenino, siempre se ha tendido a pensar, que las mujeres son más
duras frente al dolor.
No en vano, la mayor parte
de los enfermos afectados de dolor crónico, son mujeres, además de ser el doble
que los hombres que sufren migrañas.
Hemos evolucionado para
complementarnos y “encajar. Por tanto creo que esas diferencias cerebrales deberían
unir más que separar a ambos sexos y no diferenciarnos con machismos y
feminismos trasnochados, rancios y absurdos, ya que somos piezas del mismo
puzzle, con cientos de miles de años d existencia y constante perfeccionamiento,
aunque en ocasiones nos empeñemos en que parezca lo contrario.
Mª Rosa
No entiendo el enlace.
ResponderEliminar¿ que tiene que ver con el tema?
Aparte de que...., como historieta me parece muy bien, pero me gustaría tener más opiniones.
Pienso que mucha gente va "solamente" para ayudar y cooperar, no en busca de "mangueras"
En fin la opinión es libre , pero eso me suena un poco a la novela "Delicias Turcas", pero con otro final, novela al fin ...
Creo que quien escribió el comentario , se equivocó de blog , porqué no encuentro nada que pueda aportar una opinión sobre el cerebro.Pero vale , agracedida igual por entrar siempre se agradace.
Eliminar.MªRosa