martes, 19 de noviembre de 2013

EL ARTE DE LA ORATORIA

Ponencia presentada por Mª Carmen el pasado sábado día 16 de noviembre.


Salvo que estemos aquejados de alguna patología fono-auditiva congénita (sordomudez) todos acabamos hablando.
La voz es nuestro envoltorio sonoro, fisiológicamente, emerge desde lo más profundo de nuestro cuerpo, depende de los músculos abdominales, laringe, paladar, lengua, dientes, labios y fosas nasales.
De una forma poética Platón la definió “como el impacto del aire que llega por los oídos al alma”.








La voz es personal desde la ciencia foniátrica puede ser considerada de tono alto, medio o baja. Al gravarla, nos resulta difícil reconocerla, porque ha pasado por el filtro de la técnica.
A los locutores de radio los reconocemos por la voz, conocerlos físicamente, puede decepcionarnos.
La voz es el soporte de las palabras, en ella imprimimos el grado de los efectos, el paso de las ideas y el color de las emociones.
En la tristeza y la angustia la voz se rompe, sale entrecortada, en la cólera grita, y en la alegría, se muestra cantarina.






Nuestro tono de voz, siempre imparte unos tonos demasiados altos o demasiado bajos, cansan al oyente los primeros, porque lo excitan demasiado y los segundos por que tienen que prestar demasiada atención auditiva.
Hemos de tener en cuenta que la voz, es nuestra música de fondo, tanto en la vida privada como en la pública.






UN POCO DE HISTORIA

El arte del discurso, forma parte de las asignaturas básicas en la pedagogía griega. Tan importante como las matemáticas o la geometría. La prosa política nombrada por tribunos y oradores.
De cómo que muchos de los intelectuales, y filólogos se entretenían en dialécticas complejas, tanto dentro de las Academias como en la calle, compitiendo con argumentos diversas sobre política, filosofía u otras cuestiones vitales.




Existían oradores, que expresaban el discurso en una coherencia de dicción, y forma, léxico excelente (estético) y fondo (contenido ético) conseguir estas tres cosas constituía el máximo de la excelencia.
Los sofistas, fueron derivando hacia la Retórica un falseado podría ser bellamente dicho.
La hija de la retórica fue la Demagogia basada en que era necesaria que fuera fácilmente creída con el arte de la persuasión o la manipulación.
Ya en la edad media avanzada la iglesia católica como dueña de haciendas y conciencias introdujo el modo de pronunciar sermones (la homieletica) que fue como una incipiente ciencia de la comunicación.






En los contenidos, desde el púlpito se daba un poco de cal y otro de arena, con el fin de controlar a los feligreses. 
Los sermones, eran una mezcla de promesas celestiales para los buenos y castigos infernales para los malos, y para los dudosos, Purgatorio.
Parece que Jesucristo, sin tener preparación académica, gracias a la utilización de parábolas y micro relatos, practico una oratoria convincente, muy acorde a los públicos no alfabetizados de su tiempo.








Es el disimulo político, tanto en el pasado como en el presente influyen los contextos históricos en los momentos críticos, el líder carismático, enciende a las masas con promesas para el futuro o aniquilación del adversario, y sin son crisis económicas, echarle la culpa a alguien y esperanzas de mejoras (tipo brotes verdes) y la demagogia, es utilizada tanto por los que están en el poder como los que aspiran a alcanzarlo.
La demagogia, últimamente está muy desprestigiada, porque los públicos, quieren encontrar en las palabras, las cosas tal cual son y no su disfraz.






¿Qué es hablar?
Básicamente es emitir sonidos articulados, en un idioma codificado culturalmente, lo que decimos ha de tener un claro significado para el oyente.
Él bebe al principio no conoce el significado de las palabras las aprende por imitación, al oírlos poco a poco van adquiriendo una particular competencia lingüística.






La asignatura de gramática siempre nos ha parecido aburrida, pero es la base, para que con una buena construcción verbal de frases nuestra mente, se acostumbre a un pensamiento eficaz.
Pensar bien y hablar bien, está directamente entrelazado todo ello, ha de crear hábito, sin perder la espontaneidad.
Mezclando la discreción con el atrevimiento, que la argumentación no se desborde o se quede frenada o bloqueada.
Se dice de una persona que tiene competencia lingüística, si practica una fluidez verbal, ajustada en tiempo, y adecuada a la situación o circunstancia, tiene capacidad de síntesis, y lo que es más importante consigue captar la atención del oyente u oyentes.









Famosa es la frase de Julio Cesar, Llegue, Vi y Vencí, no utilizo circunloquios verbales y es fácilmente compresible.
No es lo mismo, hablar entre 2 personas (dialogo) que entre 3 (deliberando, hablando y escuchando) o en una tertulia que hemos de esperar el turno de palabra.
En una conferencia hablar a una cantidad indeterminada de personas, por lo que el discurso ha de estar muy estructurado en una distribución ordenada de ideas expresadas en un vocabulario amplio y comprensible.








                                   CONCLUSIÓN

Hablar es expresar necesidades, afectos, razones y emociones, las palabras son como los espermatozoides, persiguen el óvulo fecundándolo.
Controlar la lengua, en sentido metafórico es una disciplina de difícil practica quizás por ello, hemos de darle tregua a nuestros neurotransmisores, encargados del habla, y dándoles tiempo para que no le pongan dificultades al pensamiento.







Hemos de controlar las emociones, el orgullo, las expectativas o el deseo de hacerse notar.
El querer pasar siempre desapercibido, exceso de timidez, pánico escénico, pueden perjudicar nuestras relaciones sociales, si no hablamos nunca, no se nos tendrá en cuenta.






Nuestra forma de argumentar puede crear amigos, enemigos e indiferentes.
La amabilidad acerca y la aspereza separa. Si de algo no sabemos mejor no hablar, o en último caso plantear preguntas.






Hay que tener en cuenta que entre el callado y el locuaz hay muchos grados.    


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