domingo, 13 de mayo de 2012

ANA CASTRO-LARGOS AÑOS A LA VIDA ¿CUANTOS? ¿CÓMO?



Ponencia del sábado día 12/5/2012, presentada por Ana.

Pregunta inicial:  Según tú, ¿qué es lo más importante de conservar en la vejez (excluyendo el tema SALUD? (pensar sólo una)

Una pregunta  dá título al tema. La intentaremos responder entre todos.
Yo me voy a centrar en algunas reflexiones que nos puedan ayudar a encontrar las posibles respuestas.


    ¿POR QUÉ ENVEJECEMOS?

    SUBDIVISIÓN DE LA VEJEZ

    ACTITUDES A LA HORA DE VIVIRLA.


La mayoría de las teorías sobre el envejecimiento biológico se engloban en dos categorías : teorías de programación genética y teorías de tasa variable.

TEORIAS DE PROGRAMACIÓN GENÉTICA:
Sostienen que envejecemos según una secuencia normal del desarrollo incorporada en los genes. Existe un límite biológico al ciclo de las células humanas, un límite que Hayflick estimó en 110 años. También el reloj biológico puede actuar a través de genes que controlan cambios hormonales o causan problemas en el sistema inmunológico, dejando al cuerpo vulnerable a enfermedades infecciosas, también a pérdida de fuerza muscular, acumulación de grasa y atrofia de los órganos.
No obstante no olvidemos que los factores ambientales y  las experiencias interactúan con los genéticos.
TEORÍAS DE TASA VARIABLE:
Estas teorías consideran el envejecimiento como resultado de procesos que varían de una persona a otra y son influidos por factores internos y externos.

La teoría del desgaste o del envejecimiento celular  sostiene que el cuerpo envejece como resultado del daño acumulado por el sistema más allá de la capacidad del cuerpo para regenerarlo. A medida que las células envejecen son menos capaces de regenerar los elementos dañados.

La teoría del radical libre se centra en los efectos nocivos de los radicales libres: átomos o moléculas de oxígeno sumamente inestables que se forman durante el metabolismo  y que pueden dañar las membranas celulares, las proteínas celulares, las grasas e incluso el ADN. El daño producido por estos radicales libres se acumula con la edad.

La teoría de la tasa de vida sugiere que el cuerpo sólo trabaja a su ritmo; así mientras más rápido trabaje más rápido se desgasta. La velocidad del metabolismo determina la duración de la vida.

La teoría autoinmune o del debilitamiento del sistema inmunológico sostiene que el sistema inmunológico al envejecer puede “confundirse” y liberar anticuerpos que atacan las propias células del cuerpo.
Todas estas teorías tiene consecuencias prácticas: si los seres humanos estamos programados para envejecer a cierto ritmo, en realidad poco podemos hacer para retardar el proceso, pero si consideramos que el envejecimiento es variable entonces es que puede ser influido por el estilo de vida y prácticas de salud.
Parece probable que cada una de estas teorías ofrezca una parte de la verdad. La conclusión es que los factores de estilo de vida y ambientales controlables interactúan con los factores genéticos para determinar cuanto tiempo vive una persona y sobretodo en qué condiciones.

SUBDIVISIÓN DE LA VEJEZ:

Muchos han señalado que la vejez es una realidad a la cual estamos condenados si queremos vivir una larga vida. Pero no podemos hablar de vejez como si fuese una entidad singular, una enfermedad, un estado terminal o una mera espera del final, y mucho menos de una etapa única.
Los estudiosos de la vejez tienden a hacer una subdivisión de esta que consiste en distinguir entre: ancianos jóvenes (de los 65 a los 75 años), ancianos medios (de los 75 a los 85 ó 90 años) y ancianos viejos (de los 85 en adelante); reconociendo que cada uno de estos grupo tiene problemas, necesidades y capacidades diferentes.
Si bien la buena salud,  los buenos amigos, la buena suerte y unos buenos ingresos hacen la vejez más soportable, lo que determina la calidad de nuestra vejez es la actitud con la que nos enfrentamos a nuestras pérdidas y la propia naturaleza de esas pérdidas.

ACTITUDES A LA HORA DE VIVIRLA:

Hay ancianos y ancianas que ven en  cada dolor, en cada signo de decadencia o limitación física, un atropello, un asalto, una humillación y una pérdida intolerable. Pero también hay quien logra adoptar un punto de vista más positivo sobre el asunto. La diferencia entre estas dos actitudes es la que existe entre “la preocupación por el cuerpo” y “la trascendencia del cuerpo”; la que existe entre enfrentarse al envejecimiento físico como un enemigo o bien como una fuerza dominante con la cual debemos llegar a algún tipo de entendimiento.
Ante un mismo mal físico, un tipo de persona (un pesimista) se verá a sí misma como medio muerta e incapaz de nada, otro tipo de persona (optimista) se verá como en envidiables condiciones y capaz de todo,  y un tercer tipo (un realista) se verá consciente de la pérdida de ciertas capacidades y sabrá lo que es capaz de lograr con las que le quedan.

“Hay que aprender a tratar razonablemente con la vejez, a reconocer y atender todos aquellos síntomas tan aburridos de nuestra desintegración postrera; pero lo que realmente importa es que nuestra desapasionada aceptación de este desgaste se compense con una utilización plena de lo ocurrido en los largos, maravillosos y otros no tan maravillosos años de nuestra vida, para que nuestra mente se pueda liberar del cuerpo y utilizar la experiencia para superar las molestias con una apreciación lúcida y alegre de lo que es la vida” M.K.Fisher

Una espléndida mujer, actriz, escritora y psicóloga Florida Scout Maxwell, nos habla así desde sus 80 años: “Nosotros que somos viejos, sabemos que la vejez es algo más que una incapacidad. Es una experiencia intensa y variada, a veces algo que está por encima de nosotros, pero que debemos vivir con orgullo. Si bien es una larga derrota, también es una victoria.
Luego agrega: “Cada vez que sufro de un nuevo impedimento físico, miro a mi alrededor para ver si ha venido la muerte, y llamo suavemente: “Muerte, eres tú? ¿Estas ahí? Y hasta ahora es siempre el impedimento el que me contesta: “No seas ridícula. Soy yo”

A pesar de que la vejez no es una enfermedad, existe una disminución de las funciones fisiológicas y un aumento de la vulnerabilidad, lo cual puede hacer que una persona llena de chispa y vida a los 65  pueda encontrarse por los suelos al cumplir los 80. Hay impedimentos físicos que pueden convertirnos, contra nuestra voluntad, en seres dependientes. Hay enfermedades del cerebro, orgánicas e irreversibles, contra las que  ni la valentía ni la fuerza de carácter nada pueden. Pero existe algo más contra lo que debemos luchar: es la visión que la sociedad tiene de la vejez.
La visión moderna de la vejez nos dice que los ancianos constituyen una carga; que se trata de gente que sólo recibe sin tener nada que darnos, que su sabiduría no es especialmente sabia y que hoy en día no nos serviría para vivir; que sus conversaciones son repetitivas, banales y aburridas, que huelen mal y actúan lentos.
Sin que se les ame, y sufriendo la condescendencia de los demás, sin que se les escuche, considerados como una especie aparte, los ancianos son marginados y, a menudo, ignorados. Vivimos en una sociedad en la que se rinde culto a la juventud, esto es una evidencia.
Sin el optimismo ni la energía suficiente para rechazar esta visión de la sociedad también nosotros pensaremos quizás a los 65 años que estamos acabados, que llegados a este punto lo mejor quedó a nuestras espaldas y que lo peor aún ha de venir.
Pero también sabemos que no existe una única manera de vivir la vejez, como tampoco existe una forma “correcta” y exclusiva de vivirla. Existen caminos divergentes en la vida para conducir a lo que los sociólogos llaman “una manera satisfactoria de vivir la ancianidad:
    Tipos reorganizadores: Personas de vida sumamente activa que reemplazan con nuevas relaciones y nuevos proyectos aquello que la llegada de la vejez les ha quitado.
    Tipos centrados: Que llevan una actividad de mediana intensidad, al reemplazar un amplio espectro de compromisos y ocupaciones por uno o dos intereses concretos, como la jardinería, el ocuparse de los nietos o trabajar en casa.
    Y una buena vejez también se conserva entre los llamados “no comprometidos”, que encuentran una gran satisfacción en una vida retirada, contemplativa y de escasa actividad.

Así pues la vejez puede ser activa o no comprometida, festiva o serena, puede ser una consolidación de lo que sabemos y de lo que hicimos en el pasado, o puede ser una exploración nueva, incluso fuera de lo convencional. Pero es más fácil envejecer si no estamos ni somos aburridos, si tenemos amigos y proyectos en los que ocuparnos, si somos abiertos y flexibles para someternos a las pérdidas que no podemos evitar.
Como decía al principio, es importante que aprendamos en esta etapa a trascender de nosotros mismos, de nuestro ego; esto nos permitirá relacionarnos con el futuro a través de las personas y las ideas, y superar nuestras limitaciones personales dejando una herencia para la próxima generación.



———————

Preguntas para el debate:

    Vivir largos años, ¿es eso lo que nos interesa? ¿Nos lo hemos preguntado alguna vez?

    ¿Podemos intervenir ,hacer algo, para conseguir vivir más o vivir menos?

    ¿Cúales son los problemas que genera, al propio individuo y a su entorno (familia, sociedad), una vida muy larga? Cuales son los aspectos positivos?

ANA  CASTRO

1 comentario:

  1. Solo quiero opinar que tengo 71 años , y estoy harta de oir hablar de arrugas y de los efectos del tiempo . Estoy orgullosa de mi edad , no la escondo jamás , mis arrugas significan que he vivido , sé que mi rostro tiene arrugas y qué?pero no las tengo dentro de mí. He empezado y terminado proyectos , he amado mucho , y he tenido la suerte de vivir momentos muy felices y otros menos , alegrias y sufrimientos . Es el proceso natural de una vida . Maduramos , envejecemos pero no debemos convertirnos en momias. Reconozco y dignifico la "vejez"y tengo y siento el derecho a disfrutar de la vida mientras tenga "vida" en cualquier etapa . Esto siempre y cuando no se sufra una enfermedad mental o terminal ,ahí variaria el comentario. Abrazos.
    MªRosa

    ResponderEliminar