domingo, 22 de enero de 2012

TERESA CAMPOS-MAQUIAVELO Y SU MÉTODO PARA EL PRÍNCIPE ¿ESTÁ VIGENTE?



-Ponencia de Teresa Campos del 21.01.2012-

Nicolás Maquiavelo nace en Florencia el 3 de mayo de 1469, el mismo año que Lorenzo de Médici (el Magnífico) asumía el control y el poder real sobre la república florentina, y que iba a mantenerse ininterrumpidamente hasta 1494. Nicolás era el segundo hijo de Bernardo Maquiavelo, un abogado de cierta reputación que provenía de una antigua familia florentina y de Bartolommea dei Nelly, una dama muy bella e instruida,
En 1502 Maquiavelo contrajo matrimonio con Marieta Corsini y del mismo nacieron cinco hijos. Maquiavelo murió el 21 de Junio de 1527, a los 58 años, siendo un personaje de la historia universal quien sin lugar a dudas tuvo una importante influencia en el renacimiento, periodo en el cual se forjo el intercambio y la diplomacia entre las naciones europeas. Maquiavelo fue un pensador, escritor jurista, diplomático y político y una de las primeras personas en estudiar de manera objetiva la política tal y como es ejercida actualmente. Consagró su vida a la teoría y praxis política, la que dedujo de su observación y su experiencia directa de la confusión política. Su prestigio comenzó pronto, y a los veinticinco años se le nombró secretario del gobierno Dei Dieci. Se desempeñó, luego, en distintas legaciones
En la época en que escribía Maquiavelo, Italia estaba dividida en cinco estados grandes: el reino de Nápoles, en el sur; el ducado de Milán, en el noreste; la república aristocrática de Venecia, en el noroeste, y la república de Florencia y los Estados Pontificios, en el centro.
En 1494 se inicia una nueva fase en la historia italiana y europea: el rey de Francia baja a Nápoles con sus ejércitos y a partir de ese momento la península italiana deja de ser autónoma y se «convierte en el escenario donde las nuevas monarquías europeas (Francia y España) dirimen sus pretensiones a la hegemonía militar y política en Europa». Esta nueva fase se caracteriza por la aparición del Estado moderno sobre la base de la unificación del cuerpo social en torno al soberano, de la configuración de una administración centralizada y, sobre todo, de la formación de un ejército directamente a las órdenes del monarca. Esto es justo lo que falta en Italia y a lo que Maquiavelo pretende movilizar mediante su Príncipe; más que reflexionar sobre premisas de tipo lógico o análisis teóricos, se plantea cuestiones prácticas, concretas.
La preocupación de Maquiavelo se explica por su trayectoria. Los negocios públicos fueron no sólo su vocación personal sino la obsesión de su vida: en 1489 fue elegido secretario de la Segunda Cancillería de la República, cargo que ocupará durante quince años hasta que el Papa Julio II, utilizando tropas españolas acompañadas por el cardenal Médici restableció el poder de aquella familia en Florencia, lo cual enterró políticamente a Maquiavelo.
Excluido de la política y refugiado en las tierras de la familia, se dedica a escribir sus principales obras políticas por las cuales será posteriormente conocido: Discursos sobre la primera década de Tito Livio, El Príncipe y El arte de la Guerra. Sus largos años de ejercicio activo de la política le habían permitido conocer la trama de la política italiana e internacional y los problemas de una organización militar eficaz. Todo ello, unido a la asidua meditación sobre la obra de los historiadores antiguos, configura la «larga experiencia de las cosas modernas y una continua lectura de las antiguas», que le han permitido «el conocimiento de las acciones de los grandes hombres». Finalmente, en 1520 obtuvo la confianza de los gobernantes, que le encargaron la redacción de la Historia de Florencia. Cuando se restableció la República en 1527, las nuevas autoridades lo consideraron un allegado a los Médicis y lo privaron de sus cargos. Murió ese año.
Su método consiste en hacer un análisis de los acontecimientos políticos, a partir ya sea de su propia experiencia política, ya sea de la historia, como afirma en el prólogo a El Príncipe: «No puedo ofreceros mejor regalo que el procurar sepáis en brevísimo tiempo cuanto yo he aprendido en tantos años y con tantas molestias y peligros».
Su objetivo, según sus propias palabras, es poner a disposición de otros su experiencia política, base sobre la cual deberá actuar un gobernante. Al hacer esto se apartaba del camino tradicional escolástico que consideraba la vida política desde el punto de vista filosófico o teológico, como lo había hecho Santo Tomás en su Tratado de los príncipes, cuyas reflexiones se dirigían a esclarecer cuestiones tales como la esencia del gobierno, su justificación religiosa y moral, la relación del poder civil con el eclesiástico y la ley divina. Maquiavelo parte de la experiencia, prescinde de valoraciones morales o definiciones abstractas y establece generalizaciones útiles sobre el poder: le interesa saber cómo se alcanza y se mantiene, o bien, cómo se pierde y por qué. A cada momento hace patente su intención:
Maquiavelo analiza los factores que intervienen en un hecho político y las variantes que pueden tener; yendo de caso en caso va señalando cuales son las fuerzas a las que se enfrenta el gobernante y la forma en que debe actuar para lograr sus propósitos. Lo importante en él es pasar de los hechos a una auténtica reflexión del poder.
Maquiavelo cree en el poder por encima de las formas que éste adopte, sea monárquico o republicano; lo que importa es que mantenga sujetos los intereses individuales y que unifique la convivencia, de la cual dependerán la grandeza, el desarrollo económico y el bienestar de los pueblos:
Reflejo de su tiempo, Maquiavelo ve en el monarca, en el príncipe, al artífice de la sociedad; y «exalta la fuerza históricamente creadora del hombre, a la que latinamente llama virtud, es decir, la capacidad de un jefe político de forjar y mantener un Estado».En El Príncipe hace aparecer a César Borgia como el tipo del príncipe nuevo, modelo de virtuosidad política, opuesto a Luis XII, príncipe hereditario que acumula defectos
Maquiavelo establece los deberes de un príncipe ateniéndose a lo que él llama «la verdad real de la cosa», no a la «representación imaginaria de la misma»; es decir, parte de la realidad tal cual es y no como debería ser: «...porque hay tanta distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a un lado lo que se hace por lo que se debería de hacer, aprende antes su ruina que su preservación».
Tomando en cuenta las premisas anteriores, el príncipe que quiere mantenerse debe —según Maquiavelo— aprender a no ser siempre bueno, a serlo o a no serlo, «en función de la necesidad». Ciertamente, lo más deseable sería un príncipe que reuniera todas las buenas cualidades, que fuera generoso, clemente, fiel a su palabra, firme, valiente, ponderado y devoto, pero esto apenas si es posible y la naturaleza humana no lo permite. Ya es mucho si el príncipe sabe huir de los vicios vergonzosos que le harían perder el Estado. Más aún, ciertos vicios y defectos son necesarios para la conservación del Estado al cual, por el contrario perderían ciertas cualidades:
...que no se preocupe el príncipe de caer en la fama de aquellos vicios sin los cuales difícilmente podrá salvar su Estado, porque si se considera todo como es debido se encontrará alguna cosa que parecerá virtud, pero si se la sigue traería consigo su ruina, y alguna otra cosa que parecerá vicio y si se la sigue garantiza la seguridad y el bienestar suyo.
Un príncipe debe basarse en sí mismo: la ley por un lado, y la astucia y la fuerza por otro, disfrazando —porque lo obliga la naturaleza de las cosas y su movimiento— sus, a primera vista, injustas, inmorales e irreligiosas acciones. Esto es así porque la política, para la generalidad, es el reino de las apariencias ya que «cada uno ve lo que pareces, pero pocos palpan lo que eres».
El significado de la filosofía de Maquiavelo ha sido una de las cuestiones más debatidas de la historia moderna. En El Príncipe se marca la radical diferenciación entre el plano de la moralidad y el de la política, entre el deber ser y el ser. Convencido de que ningún Estado podía basarse en los principios de bondad y moralidad tradicionales, sostenía la doctrina del poder. Al hacer eso descubrió uno de los principios básicos de la moderna teoría política: independientemente de las intenciones humanas o inhumanas que se tengan, el gobierno que vaya a subsistir debe poseer poder para hacerlo y debe entender la técnica de emplear dicho poder.
Si bien la concepción del hombre en Maquiavelo era típica del Renacimiento, no puede decirse, sin embargo, que representara el sentir general de su época en cuanto a la separación de la política y la religión. Durante mucho tiempo la sociedad occidental continuará pensando, no en los términos de política secular, como él la concebía, sino teológicamente, y considerará como blasfemia su filosofía de la vida.
Si bien esta toma de conciencia no pudo ser comprendida en su época, lo significativo de Maquiavelo fue el haber abierto una nueva forma de reflexión política. Esta innovación radica en el hecho de considerar a los problemas políticos como objeto autónomo y al estudio de la política como disciplina autónoma que no lleva a la política a un sistema más general de problemas ni subordina, orgánicamente, las soluciones políticas a las soluciones religiosas, éticas o filosóficas. Es desde esta perspectiva que se ha afirmado que con El Príncipe se inicia la ciencia política moderna.
"El Príncipe" es una obra concebida sin interrupción por la mente de su autor, y vanos han sido los intentos de algunos estudiosos por distinguir sucesivas fases en su elaboración. El título no fue bien definido por Maquiavelo, lo llamó "De Principatibus", "De principati", "De príncipe". Pero la tradición ha preferido "El Príncipe", subrayando con ello la importancia básica que para la obra, tiene la figura personal del jefe del Estado.
Maquiavelo y Dios-.Tener de amigo a Dios es un privilegio, decía el Florentino, que no puede tomarse a la ligera. Se supone que el amigo de los Dioses, escribe Platón en "la República", recibe de ellos lo mejor de las cosas. Moisés, escribe Nicolás, tuvo un gran preceptor en Dios mismo y recibía de él órdenes verbales. En ningún lugar, nuestro autor, examina por extenso su concepción de Dios. Pero diseminadas en sus escritos, hay muchas referencias a Dios. Reunidas, forman un retrato inconfundible. El Dios de Nicolás es el Creador, la Divinidad Principal, Providencial, Real, Universal; el de los muchos nombres, personal, invocable, agradecible, merecedor de reverencia; un juez, justo y clemente, que premia y castiga; aterrador, una fuerza trascendente, separada del mundo, pero actuante en él.
El político, para gobernar a los hombres, ha de disciplinarlos. Para ello debe conseguir prestigio y autoridad mediante el uso la fuerza, lo que exige prescindir de consideraciones éticas y usarlas solamente como apariencia, de forma que se establece como principio supremo la razón de estado: el objetivo del Estado es su propia supervivencia, y ésta puede llegar a legitimar un mal menor a costa de evitar un mal mayor. Eso viene a suponer que la mentira es la conducta política menos mala y que el asesinato político queda autorizado si es encubierto y con ello se logra que un número mayor de personas no muera:
Hay dos tipos de príncipes para Maquiavelo: los que escuchan y los que no escuchan. Si el príncipe es débil, debe recurrir a la astucia mejor que a la fuerza y no ser esclavo de su palabra, sino de su conveniencia. Afirmó, pues, que "la fuerza es justa cuando es necesaria" y que "si puedes matar a tu enemigo, hazlo; si no, hazte amigo suyo".
Los textos de Maquiavelo enfatizan una especie de juego con el poder, en el cual se problematiza y soluciona los miedos de gobernantes, en relación a las decisiones políticas. Como consecuencia, estas soluciones son vistas como justificación de acciones inmorales. “El hecho de que Maquiavelo describa inmoralidades no lo convierte en inmoral.” La polémica surge una vez que todo fin abstracto es justificado por los medios; sin embargo, Maquiavelo no afirma que este fin específico justifica los medios, sino que dice que éstos serán juzgados como honrosos por el vulgo (pueblo), al que desprecia por no ver más allá de las apariencias. La paradoja se encuentra en que en ningún lugar de El Príncipe o los Discursos se encuentran las palabras “el fin justifica los medios”. Durante siglos y aun hoy se atribuye esta frase a Maquiavelo, cuando en realidad no figura en ninguna de sus obras. Lo que se hizo fue, mediante los conceptos de Maquiavelo, crear esa frase careciente de contexto para sumar mala fama hacía el. La frase que realmente dijo fue:"...haga, pues, el príncipe lo necesario para vencer y mantener el estado, y los medios que utilice siempre serán considerados honrados y serán alabados por todos..."


Maquiavelo escribe sobre mecanismos de gobernación, medios para fortalecer o engrandecer el estado y también las causas por las que este puede caer. Cabe destacar la manera realista en que encara las distintas situaciones, separando el ser del deber ser. Esto estaba referido a separar a la política de la religión.
Las doctrinas de Maquiavelo fueron universalmente reprobadas por todo tipo de monarquías y se escribieron numerosos tratados para rebatirla. Pero fueron leídas y practicadas de forma unánime, siguiendo el principio hipócrita que propugnaba el mismo Maquiavelo, quien para componer su libro se fundó solamente en lo que había visto en vez de precocinar vanas especulaciones moralizantes. La crueldad inteligente, para Maquiavelo, puede ser un atributo del buen gobierno cuando el monarca necesita asentar su autoridad, a fin de evitar el mal mayor del desgobierno. Goethe lo expresó con una famosa máxima: "Prefiero la injusticia al desorden".
Napoleón comentó el libro de Maquiavelo con discrepancia en algunos puntos, pero siempre con simpatía. En cuanto al príncipe que hubiera de tomar como modelo, para el diseño de su obra, se cita a Fernando El Católico y César Borgia.
Maquiavelo vivió algún tiempo en la corte del duque Valentinois, y en ella pudo ver muchos hechos y actitudes que aprovechó para la composición de su libro. Sea como fuere, lo cierto es que "El Príncipe" está considerado, con justicia, como una manifestación típica del espíritu del Renacimiento y una de las obras maestras de la literatura universal
“El Príncipe” ha tenido apologistas entusiastas, como Gentile, Alfieri, Wicouefort, Gobineau, Bacon, Nietzsche y Spinoza: y detractores implacables, a cuyo frente se hayan, en diferentes épocas, hombres como Saavedra, Fajardo, Voltaire, Federico de Prusia, Macaulay, Cautelar, Tolstoi, etc.
Frases de Nicolas Maquiavelo
Es un mal ejemplo no observar la ley, sobre todo por parte del que la ha hecho.
Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse.
Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.
Sólo siendo noble se fomenta la nobleza.
El mal debe hacerse todo de una vez para que, durando poco, ofenda menos.
Las armas se deben reservar para el último lugar, donde y cuando los otros medios no basten.
Para predecir lo que ha de suceder, antes hay que observar lo que ha ocurrido anteriormente.
Todos ven lo que tú aparentas, pocos advierten lo que eres.
Obras de Nicolas Maquiavelo- El Príncipe es la más notable de las obras del autor florentino.Esta obra fue escrita entre 1513-1514 y fué publicada por primera vez en 1532,(cinco  años después de la muerte de su autor), en Roma, por Antonio Blado y en Florencia por Bernardo Giunta. El tratado, muy breve, consta de veintiséis capítulos. Dedicada a Lorenzo de Médici, donde el autor reflexiona a lo largo de veintiséis capítulos acerca de las cualidades necesarias para que un gobernante o “príncipe” asegure su poder.
También pueden mencionarse el Discurso sobre la primera década de Tito Livio-Historiador romano (1513-1517) y El Arte de la guerra (1521). Además de sus trabajos teóricos, escribió poemas y comedias, como La mandrágora (1518).

2 comentarios:

  1. Podrá ser muy realista pero es una cabronada la visión que tenía este hombre sobre la política en general. El todo vale con tal de sacar adelante una determinada acción política. La ética queda aparcada para mejores tiempos. Bueno, es lo que nos ha llegado y practicamos sin ningún tipo de rubor. Los daños colaterales no son tenidos en cuenta con tal de conseguir el fin diseñado por el más fuerte.
    Salud.

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