jueves, 17 de marzo de 2016

TEOLOGIA DEL MÁS ALLÁ

Ponencia presentada por Mª Carmen el pasado sabado dia 12 de marzo.




TEOLOGIA DEL MÁS ALLÁ


La muerte, siempre le ha parecido al hombre un gran misterio, y sobre la supervivencia en el más allá, ha elaborado mitos, codificado doctrinas y religiones, aconsejado u obligado a formas de conducta específica y variados ritos funerarios.



Todo ello le sirve aun hoy para  imaginarse, con angustia o con esperanza, el viaje póstumo del alma, que es contemplado como un complejo proceso de transición de lo corpóreo a lo tras-corpóreo.

Para la refinada civilización egipcia, este paso constituía una gran preocupación. Para ellos, los humanos, ya nacían con el Ka, que era como una especie de garantía de inmortalidad.
El Ba constituía la consciencia. Al morir el cuerpo, el Ba atravesaba diversas regiones, hasta que era pesado en una balanza, según la inclinación, el alma era enviada a un lugar o a otro.



Los egipcios conocían el arte del embalsamamiento, sus momias han resistido bastante bien el paso del tiempo.



Griegos y romanos construyeron el mito de la barca de Caronte, que atravesaba un rio, previo pago de un peaje.
Unas almas eran conducidas a los campos “elíseos”, y otras al “cenagal” (lugares simbólicos de felicidad y terror).



Los orientales prefirieron la reencarnación o transmigración de las almas.
Su ley del “Karma”, está conectada con la acumulación de méritos, los propios de cada biografía, más los debidos de vidas anteriores.

Después de ser juzgado, se regresa a un nuevo cuerpo humano o animal. La meta es llegar al “Nirvana”, con el menor número de reencarnacione.

En el Budismo, el alma transmigra a otros cuerpos, es el “Sansana”.
El “Sansana”, es una especie de espera. La vida para los budistas, es una rueda que nos viene dada al nacer.

Los humanos somos herederos de todas las épocas y llevamos en nosotros los “yoes” más antiguos.



El Taoísmo, predica la “Vía”, ascetismo, ayuno, distancia emocional con el deseo y con las posesiones.
Según la filosofía oriental, todas las cualidades del cuerpo, son el resultado de las transformaciones transitorias de energías superiores e inferiores, que giran eternamente, hasta que las atrae la materia, y se disuelven en lo absoluto. En el “no ser”.

Las religiones monoteístas, creen en un solo dios verdadero, y sobre el más allá, tienen algunas variaciones.



Para los judíos, la pervivencia eterna pertenece a lo inefable. No puede ser expresado. Hay algo prometido y reservado, pero permanece oculto.


En el Islam, al recién fallecido se le susurra al oído las tres preguntas clave:
¿Quién es Dios?                 Ala
¿Cuál es tu religión?         El Islam
¿Quién es el profeta?        Mahoma



Y se le recita la primera sura del Corán, seguidamente, su espíritu es conducido por el Angel Gabriel, hasta el lugar del juicio.

La teología de los cristianos se basa en la resurrección de las almas.
Las tres moradas del más allá: Cielo, Infierno y Purgatorio (lugar de purificación), son recurrentes en casi todas las religiones, pero con nombres diferentes.



Desde el punto de vista cartográfico simbólico, el cielo está arriba, lugar de dicha y luz, El paraíso es una variación. En persa significa, jardín cerrado.
El infierno, suele ser el ámbito de abajo, en el “averno”. Arquetipo del interior de la tierra lleno de fuego.



Salvación, condenación, purificación, son ideas  y fuerzas instaladas en el subconsciente colectivo.
El juicio del alma también. La separación entre buenos y malos, es como un instinto póstumo.

CONCLUSIÖN:

La ciencia guarda un profundo silencio sobre el más allá. No sabe nada, ni tiene forma de saberlo.
El dualismo filosófico y religioso, afirma que el hombre está constituido por dos tipos de realidades: Cuerpo y Espíritu o Alma.
La muerte será el final del cuerpo y la supervivencia del alma que tendrá acceso a la transcendencia.



En el “mohismo” (filosofía materialista y atea), no existe el alma. Solo tenemos cuerpo y  mente y el cerebro donde está incluida la mente.
La mente lo dirige todo, somos por así decirlo “psicorgánicos”. Después del último hálito de vida, las funciones mente cerebro cesan.



Solo podemos aspirar a ser diminutos átomos o romántico polvo de estrellas.
Psicológicamente, la creencia en el más allá es un mecanismo de defensa de nuestro EGO, porque nos parecen poco los años que vivimos.
Socialmente, esa creencia, genera control y orden social y cierto poder de las castas sacerdotales.



Personalmente creo que la vida terrenal ya es un fin en sí misma. No precisa de ninguna sanción o auxilio de fuerzas sobrenaturales. Cuando el cuerpo muere es el fin del “yo”, corporal y mental.
Lo óptimo es cultivar una buena ética de comportamiento interiorizada y no creer de forma absoluta en Libros Sagrados de Instrucciones, que persiguen que nuestras almas lleguen en perfecto estado de revista, ante la justicia sobrenatural.




Es en la tierra donde desarrollamos nuestra biografía. En la tierra sufrimos y gozamos. El azar, las circunstancias y nuestras elecciones, deciden.
Es en el más “ACA” donde está el enigma.
Pienso que la disolución en la nada es la mejor solución, porque si el más allá existiera seria mortalmente aburrido.

Podéis dejar vuestras opiniones y comentarios en el recuadro inferior si así lo deseáis.

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