El agua es un compuesto químico formado por
Hidrogeno y Oxigeno. La tierra está cubierta de agua en un 75% de su superficie.
Aproximadamente un 95% de agua se encuentra
en los océanos y solamente un 5% en las zonas continentales. Pero no toda esta
agua es aprovechable.
Imaginemos un mundo sin agua, sería un mundo
sin vida. Existen muchos seres humanos más allá de nuestro primer mundo que no
disponen de este recurso vital, siendo un claro ejemplo de desidia humana ¿cómo
luchar contra esto?
Se cree que dentro de unos años este será el
problema más grande que sufrirá nuestro planeta, aunque esto viene sucediendo
desde la Antigua Mesopotamia.
Todos los gobiernos del mundo hablan de la
falta de agua, de la deforestación, de la contaminación del agua, pero pocos
son los que dan soluciones; Ignoro si hay leyes que detengan la deforestación (Creo
que sí que las hay), pero no se deben cumplir, por intereses.
El agua es también el gran recurso, es la
tercera parte del ser humano, sin ella no podríamos vivir, por ello deberíamos
cuidarla, ya que los valores deseados solo se logran transmitir con el ejemplo.
El agua es esencial para vivir. Todas las
personas animales y plantas necesitamos agua. Sin embargo en muchos lugares del
mundo, la gente no cuenta con el agua necesaria para cuidar su salud. Mucha
gente tiene que recorrer grandes distancias para recolectar el agua y en
ocasiones esta no es potable.
Cuando la gente no cuenta con el agua
necesaria para la vida diaria, se enfrenta a muchas dificultades, y está en
peligro de contraer enfermedades graves. Además, si el agua disponible no es
potable, (porque está contaminada con microbios o productos químicos tóxicos)
pude causar muchas enfermedades.
Cuando una comunidad tiene acceso al agua
potable en forma fácil y segura la salud de todos es mejor.
Si las mujeres de estos lugares se liberan de
la tarea diaria de acarrear y purificar el agua, el bienestar de toda la
familia y de la comunidad mejora.
Como el agua es una necesidad básica para la
vida, las leyes internacionales, defienden el acceso a suficiente agua potable,
o la seguridad del agua, como un derecho humano.
El agua es un regalo de la naturaleza, pero
lo que la naturaleza da, puede tener un límite. Donde la tierra se ha ido
pavimentando y se han talado los árboles, la lluvia que antes se absorbía en la
tierra y se almacenaba en acuíferos, ahora es arrastrada hasta el mar y se
vuelve agua salada. Mucha del agua que queda está demasiado contaminada para el
consumo humano.
La mejor manera de defender el derecho humano
al agua, es que entendiéramos que la seguridad del agua comunitaria, se puede
garantizar si la gente trabaja unida, para conservar los escasos recursos, y
participa en las decisiones de cómo utilizarlos.
La industria y la agricultura, usan y
contaminan más agua de la que usamos para nuestras necesidades diarias. Esto
pone en riesgo la seguridad y disponibilidad del agua de los hogares.
La necesitamos también para recuperarnos de
muchas enfermedades. Por ejemplo, para prevenir y tratar la diarrea, para no
deshidratarnos. Lavarse las manos con agua y jabón después de ir al baño y
antes de comer o preparar alimentos, ayuda a prevenir las enfermedades
diarreicas y otras. Si no hay suficiente agua para lavarse, hay mucho más
riesgo de infecciones en los países subdesarrollados.
La gente puede vivir o sobrevivir mucho más
tiempo sin comida que sin agua.
La cantidad promedio de agua que una persona
necesita cada día para mantenerse sana es:
De
1 a 3 litros para beber
De
2 a 3 litros para preparar alimentos y lavar vajillas y verduras
De
6 a 7 litros para el aseo personal
De
4 a 6 litros para lavar la ropa
El agua que es fuente de vida, ocupa el 80%
de la superficie de la tierra. Sin este preciado líquido, el planeta se
convertiría en un enorme desierto, donde el desarrollo de las especies animales y vegetales, así como los seres
humanos sería del todo insostenible.
La escasez y la creciente contaminación de
este líquido, unido a las sequias y a la desertización terrestre, que se puede
observar en nuestro planeta, año tras año, genera alarmantes situaciones entre
la población. En los países en vías de desarrollo, el consumo de agua en
condiciones sanitarias nada o muy poco adecuadas se cobra anualmente en torno a
los 10 millones de muertos.
Nuestro mundo es tan rico en agua que desde
el espacio la visión de nuestro globo azulado es esencialmente acuática,
inmensidades oceánicas que dominan en extensión a la tierra. Hay agua por casi
todas partes, en los océanos, en los glaciares, en el subsuelo, en los ríos y
lagos superficiales y en la atmosfera. Continuamente estamos cerca del agua.
El agua no se estanca, es transferida de un
medio a otro como si se tratase de un gran circuito, es lo que se denomina “el
ciclo del agua”. Ingentes cantidades del líquido elemento son intercambiadas
entre los niveles superficiales de los océanos y las partes más profundas de
estos, entre las aguas superficiales y las subterráneas, aportadas desde las aguas
superficiales y los océanos, etc.
Para entenderlo, es como si en este gran
organismo vivo que es la Tierra, el agua tuviese que estar en circulación
permanente, como si fuese el equivalente a la circulación sanguínea de nuestro
cuerpo, como una garantía de la vida que en el florece.
En este sorprendente trasiego continuo del
agua los intercambios son más o menos lentos. En las profundidades del océano,
el tiempo medio de residencia de una gota de agua es de 1600 años, en los niveles
superficiales de los océanos es de unos 80 años y en la atmosfera es de tan
solo unos días.
Cuando observamos el panorama desolador de
unas aguas sucias y malolientes, nos cuesta pensar que de ese afluente de
basura se pueda sacar agua limpia para el riego o incluso para el consumo
humano, pero es así.
Las ciudades, las grandes concentraciones
urbanas necesitan enormes cantidades de agua para su abastecimiento, teniendo
en cuanta el espectacular aumento en el consumo individual de agua que se ha
experimentado en las últimas décadas, el imparable aumento de la población
urbana y la demanda creciente de determinadas industrias como la siderurgia y
la papelera.
En la antigüedad el hombre establecía su
asentamiento donde había agua, y así surgieron los pueblos, las ciudades, e
incluso las civilizaciones. Actualmente obramos contra natura, elegimos, por
ejemplo, un lugar donde edificar una urbanización y luego ya nos encargaremos
de canalizar el agua hasta ella, por lo que se pone en evidencia el
desequilibrio entre las necesidades de agua de un asentamiento y los recursos hídricos
propios del lugar.
Las aguas que salen de nuestros hogares, precipitándose
por los desagües de pilas lavabos y váteres, así como las aguas residuales,
requieren un tratamiento adecuado, antes de salir liberadas a un medio natural,
sea un rio, un lago o el mar. La adecuada gestión de estas aguas las conducirá a
una estación de depuración.
Y como final y aunque quede mucho que decir, expondré
a grandes rasgos el agua del mar, y como el Mediterráneo es el nuestro me
centrare en el.
Cuna de nuestra civilización de ascendencia
griega, en sus aguas se han bañado buena parte de la historia de la humanidad.
A pesar de su pequeñez, en nuestro mar de aguas mansas, que baña tres
continentes, han tenido cabida muy distintas formas de vida: egipcios,
fenicios, griegos, romanos, cartagineses, árabes y el hombre moderno que surgió
del Renacimiento y que ha ido evolucionando hasta nuestros días. En él han
comerciado muchos pueblos y expansionado imperios.
Pues bien, este pequeño mar, sufre y mucho
los contaminantes procedentes de los núcleos urbanos, la industria, etc.
Alterando su pureza las lluvias contaminadas
y los residuos generados por el intenso tráfico marino que soporta. A pesar de
que el Mediterráneo significa el 1% de la extensión marina del planeta recibe
el 25% de los vertidos totales de petróleo.
Podríamos hablar de marea negra, de mercurio,
etc, etc, que están enfermando los mares. Aun así se va regenerando, aunque
cada vez menos.
Y para concluir, no seamos ingenuos, mientras
los derivados del petróleo tengan este papel principal en el transporte y la
industria, y mientras sean una de las más apetecibles fuentes de ingresos para los
estados, será imposible acabar con las masivas emanaciones de dióxido de
carbono a la atmosfera, como producto de la quema de combustibles fósiles, será
imposible que de vez en cuando un petrolero naufrague y vierta su ponzoñosa
carga en el océano.
Y como ejemplo de cómo se pueden degradar las aguas del mar,
de un rio, o de un lago por la inconsciencia del hombre, podríamos hablar de
que pocas cosas sobrecogen tanto como la imagen de un mar que dejo de serlo: El
mar de Aral.
Barcos escorados sobre la arena seca, un desierto que devoro
antiguos pueblos pesqueros y especies animales que solo pueden observarse
dentro de un frasco de formol, son los signos tangibles que certifican la
muerte del mar de Aral. Era el cuarto mar interior más grande del mundo,
situado en Asia Central.
¿Tiene el hombre derecho a actuar de una
forma tan brutal sobre un ecosistema?
¿Nuestra relación con el planeta, es de
Usufructo o de propiedad?
Fuentes consultadas:
“El medio ambiente” Autor: Arturo Arnau
“El hombre y el clima” Autor: Jacques Labeyrie
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