miércoles, 22 de abril de 2015

CONCILIACIÓN (Profesión y Familia)

Ponencia presentada por Mª Carmen el pasado sábado día 18 de abril




Al grupo familiar en todas las culturas se le ha atribuido la función de cuidado y socialización primaria de la infancia, que en la especie humana es frágil y vulnerable como mínimo hasta los 10 años, y no autónoma económicamente, en nuestro tiempo, por lo menos hasta los 25 años.




Existen además otros colectivos, algunos enfermos discapacitados o ancianos muy longevos que necesitan ayuda parcial o continuada.

Todas las familias, en alguna etapa de su recorrido generacional, se han encontrado con la problemática individual, que se ha convertido en social, de gestionar sus propios recursos humanos, su dinero, su tiempo, elegir prioridades, y repartir responsabilidades y por ultimo intentar distanciarse emocionalmente de la carga continuada que el cuidado requiere.




La ética del cuidado, no está inscrita en los genes, se ha de interiorizar como actitud hacia los demás. Introducirla en la etapa escolar, a los niños y a las niñas, y en la familia corresponsabilizarse todos.

Histórica y antropológicamente, se ha pensado que las mujeres tenían mejor predisposición. Sin embargo a poco que nos remontemos al siglo XVIII y XIX, en los clásicos literarios, se escriben relatos en los que el mito de la maternidad queda mal parado.

Clases burguesas y aristocráticas, delegaban el “dar el pecho”, con variantes de llevar el niño o la niña a la casa del ama de cría, siempre humilde, o que ella se trasladara con su hijo a la casa burguesa.



 Los más creciditos quedaban a cargo de niñeras, institutrices, o preceptores.





En realidad el valor de la infancia es reciente en la historia, el niño es hoy deseado, pero no siempre buscado, por diversas razones.

Respecto, a los de mayor edad, hasta hace 50 años, no era frecuente llegar a los 80, el número de personas entre 80 y 100 años, en el año 2015 ha aumentado y es tendencia persistente. En esta etapa vital, se necesitan también los recursos familiares y estatales disponibles.

El concepto de “ama de casa” entendido como, esposa, madre, intendente del hogar e hija cuidadora, y a veces todo a la vez, ha ido perdiendo el significado que tenía en el pasado.




Cuando las familias dependían de un único salario familiar (el del varón, pluriempleado en ocasiones), no era infrecuente que las mujeres que en los años 70, eran empleadas, con nomina, al tener el primer hijo dejaran su puesto de trabajo.

En los años 80, esta tendencia cambió. Los conyugues matrimoniados, (aun no existían las parejas de hecho), se percataron que dos salarios eran mejor que uno. El doble ingreso les permitía más rápido acceso a la propiedad y al confort, y una formación escolar y universitaria a sus hijos.
A la mujer, le permitía más independencia en casos de viudedad o divorcio y protección en la enfermedad y en la vejez al cotizar en la Seguridad Social.

Todos estos avances, son excelentes, pensamos todos, pero ¿Cómo combinar, el deseo de trabajar y el de tener hijos?

¿Qué hacer? No tenerlos.




Y si se desean, ¿Cuándo?, ¿En qué etapa de la edad femenina, o carrera profesional, de la madre, más que del padre?

¿Se disponen de medios económicos aceptables? ¿Existen en la familia otras personas con las que contar de forma segura y continuada?




En las grandes empresas y en la función pública, se permite a los empleados una cierta flexibilidad horaria, en la mediana y pequeña, al disponer de menos personal, se ponen dificultades. 




Antes todos estos dilemas a resolver, surge el fenómeno social, pero muy visible de la “ABUELIDAD”.

Los abuelos jóvenes y no tan jóvenes, tienen hoy una notable autonomía, ganada a pulso en su trayectoria laboral, y la salud, aunque con “goteras” aguanta. 




Ellos son la logística necesaria para el día a día, y para lo imprevisto. A tiempo parcial o Continuado, son los recursos humanos más firmes para la continuidad profesional de sus hijos. 



Cuidan a sus nietos con amor, y estos les alegran la vida. Algunos abuelos varones afirman que han disfrutado más de sus nietos que de sus hijos a causa de las largas jornadas laborales del pasado.

Se supone, que cuando ellos necesiten, la solidaridad intergeneracional entrara en acción.

En España, estadísticamente, la mayoría de ancianos dependientes, son cuidados en sus casas o en la de los hijos. Cuidar a los padres se considera un deber moral.




Y en ese deber, el cuidador puede sentirse psicológicamente atrapado, las 24 horas del día, en situaciones que se pueden alargar años. Todo ello, requiere también conciliación laboral, teniendo en cuenta que con la actual ley de pensiones es “obligatorio” cotizar hasta los 67 años, para tener derecho a una pensión digna.

¿Quién cuidara de los dependientes?, e incluso de los nietos.




Se supone que aumentaran los cuidadores profesionales, en el domicilio o en residencias. Los cuidadores en domicilio, tienen jornadas laborales de 24 horas, con condiciones laborales precarias y se han de tener los recursos económicos.

No es fácil encontrar una aceptable solución para todos los afectados de este gran problema social.

El estado deriva en la familia la gestión, y es en el hogar donde se ubican las responsabilidades, las imposibilidades y los egoísmos cómodos.



CONCLUSIÓN:


Todos tenemos claro que hombres y mujeres han de estar en igualdad de condiciones en el mercado laboral (espacio público) y en la organización familiar (compra limpieza, niños, etc.).

Pero, aun ahora son mayoría las mujeres que después del permiso de maternidad, solicitan trabajo a tiempo parcial durante 1 ó 2 años y algunas excedencia. Es un tiempo que no se cotiza o se cotiza menos, y si se deja el trabajo es difícil encontrar otro.

Desde la Unión Europea, se intenta propiciar la no feminización del cuidado y que hombres y mujeres estén en igualdad de condiciones.




Para la sociedad están importante lo reproductivo, como lo productivo. Las empresas no deben desperdiciar recursos humanos, que con más flexibilidad disfrutaran de mejor calidad de vida.

La meta utópica, es conseguir la paridad económica, para los que están en el mercado laboral y los que están (en algún momento de su biografía), en el hogar cuidando de personas, y poder decidir una cosa u otra según las necesidades familiares.

Derecho a ser “Cuidados” o “Cuidar” en algún momento de nuestra vida.

Podeis dejar vuestras opiniones y comentarios, en el recuadro inferir si así lo deseais.




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