El pasado Domingo
día 14 de diciembre, entre los temes aportados se decidió debatir sobre los
siguientes:
1-Que vuelva
el calvo (El lucrativo negocio de repartir suerte)
2- Se lo
imaginaban más glorioso
3-El sueldo
de los ministros (La web de transparencia).
Que
vuelva el calvo
No es para llevarle la
contraria a nadie ni ser aguafiestas. Pero el anuncio navideño de Loterías del
Estado tira a pésimo. No hablo de la calidad técnica, que es excelente, sino
por lo pretencioso que resulta. Debo decirles que inicialmente me cautivó.
Claro que hay que tener en cuenta que veníamos del lamentable spot del 2013,
donde Montserrat Caballé más que a Montserrat Caballé se parecía a Joaquín
Reyes.
Sin embargo, cuanto
más veo la campaña de este año, menos me gusta. Si el objetivo era aportar
realismo a la historia para darle cercanía, como se ha dicho, la agencia Leo
Burnett ha pinchado.
Puestos a escoger,
prefiero la ilusión del calvo que repartía magia, (¿se acuerdan de Clive
Arrindell?) que tanta sensiblería lacrimógena.
Lo único mínimamente
cercano a la realidad que recoge este anuncio del gordo es el pavor que sentiríamos
cualquiera de nosotros si cayera el premio entre el grupo de la oficina, de la
peña del fútbol, del barrio o del gimnasio. Ni en la peor de las pesadillas
nadie querría verse en esta situación. Todos forrados de dinero menos tú,
brrrr.
Es por eso y no por
otra cosa que la mayoría acaba comprándose un décimo, o dos, o tres, y va
metiendo participaciones en la cartera. Por si acaso. Nada tiene que ver la
publicidad ni las fantasías sentimanetaloides entorno a una rifa.
Quien esto escribe
lleva años sin gastar ni un euro en lotería. No es que no sueñe en vivir a lo
grande sin pegar sello, en ser rica y hacer
como Angelina Jolie, que anda buscando un modesto piso de 30 millones de euros
en Londres. Reconozco en todo esto, que sería todo un placer mandar a los jefes
a tomar viento. Eh, conste que los adoro…
Pero uno y uno suman dos,
como que el gordo solo toca a uno de cada 100.000, y encima el estado se lleva
el 20%.
Hace unos años que
cada vez menos personas afortunadas con este premio van a la administración o
al bar el 22 de diciembre para montar ese ritual de la botella de champan
sacudida y la posterior obsesión orgásmica por rociar al personal. Mucha gente
ha aprendido que, si te toca algo en el sorteo, lo mejor es disimular,
esconderse.
Si vas contándolo por ahí- “¡Me ha tocado el gordo! ¡Me ha tocado
el Gordo!”-enseguida aparecerán cincuenta amigos olvidados pero
superenrrollados que intentaran darte el sablazo. Esta es la realidad aunque se
prefiera una versión más almibarada.
El anuncio puede haber
llegado a cierto punto de agotamiento y que el entusiasmo inicial del publico
acabe por convertirse en irritación.
¿Dónde le ven el
realismo?
Artículo de
Susana Quadrado para “La Vanguardia”
Se
lo imaginaban más glorioso.
En la serie televisiva
Oh!, Europa de Dagoll Dagom, que en 1993
emitió TV3, un gag recurrente a cada capítulo era el del viajero que, ante cada
monumento que visitaban aquellos tristes turistas en autocar (fuera la torre Eiffel
de París, el Coliseo de Roma o el Big Ben de Londres), siempre decía, con
decepción:
“Me lo imaginaba más
grande...”.
Esta desilusión que
mucha gente siendo cuando ve que aquello que había imaginado no se corresponde
con la realidad pura y dura se produce ahora con estos pobres chicos europeos
que, empujados por el sano anhelo de abrazar una causa redentora y de paso
decapitar unas cuántas personas, se hacen de la organización Estado Islámico.
El diario “Le Figaro”
explica ahora que varios centenares de jóvenes franceses que se fueron a Siria
y al norte de Irak para servir como militantes del Estado Islámico ven que, una
vez están en el lugar, el panorama no es tan idílico. En consecuencia, contra
las convicciones yihadistas que hicieron que se fueran, quieren volver al país
europeo de mierda del cual marcharon diciendo pestes
Por eso ahora se
esfuerzan a buscar abogados franceses que los permitan volver al Hexágono (¡qué
ganas que tenía de escribir el Hexágono, por cierto!) sin que los caiga encima
un puro gordo. Evidentemente, un puro los caerá pero, si los abogados son
habilidosos, intentarán conseguir que sea lo más pequeño posible.
Sus dudas son
parecidas en todos los casos: “Si vuelvo a Francia, ¿qué me pasará? ¿Puedo
evitar ir a prisión? ¿Qué tendría que hacer a cambio?”.
Alegan que no han
tomado parte en operaciones sanguinarias (pero es evidente que cuando
decidieron ir sabían que son una práctica habitual) y explican que el trabajo
que hacen es, simplemente, distribuir ropa y alimentos, limpiar armas y
transportar los cadáveres de los que han muerto en los enfrentamientos.
Hay uno que está en Alep,
al norte de Siria, y se queja de la llegada del frío: “Llega el invierno. Esto
empieza a ser muy duro”. Justo lo mismo que debían de decir muchos soldados
alemanes de la Segunda Guerra Mundial, cuando llegó el invierno durante la
ofensiva en tierra rusa del año 1942. Lo mismo también que debían de decir en
1812 los soldados de Napoleón, también en Rusia, cuando empezaron a pelarse de
frío.
Me gustaría destacar
dos de las quejas más emotivas de estos yihadistas arrepentidos que ahora quieren
volver tan panchos a Europa.
La primera, la de uno
que dice: “Estoy harto me hacen fregar los platos”.
Es una queja lógica: tiene
que ser deprimente que te pongan a fregar platos mientras tus colegas se
divierten cortando una cabeza aquí y otra allá.
La otra queja es de
uno que lamenta la dureza de la vida yihadista, allá tirado en medio de Siria o
de vete a saber dónde. Dice que está hasta arriba y hace un lamento final:
“Aquí no me funciona
el iPod. ¡Tengo que volver!”
Sin comentarios.
Artículo de Quim
Monzó, para “la Vanguardia “del día 13 de diciembre del 2014.
El
Portal de Transparencia refleja poco más de un tercio de las subvenciones a los
partidos
La web del Gobierno
contiene únicamente las ayudas que perciben del Estado para gastos ordinarios,
de seguridad y electorales: 83 millones.
Los partidos reciben
también dinero de las Cortes y de las instituciones autonómicas y locales,
además de los fondos recibidos por sus fundaciones: al menos 162 millones.
El Portal de
Transparencia que el Gobierno inauguró el miércoles no incluye todas las
subvenciones que reciben los partidos políticos. La cifra de 83,5 millones de
euros que aparece en esa página es engañosa, pues solo refleja aquellas ayudas
que han percibido en 2014 de la Administración General del Estado para gastos
"ordinarios", de "seguridad" y "electorales". Sin
embargo, no contiene las ayudas procedentes de otras instituciones, que
representan casi dos tercios de la financiación pública de las formaciones
políticas.
Los 83.487.215 euros
que recopila la web de transparencia constituyen poco más de un
tercio del dinero público que reciben los partidos. Se trata de la cantidad
percibida de la Administración del Estado, que es la única información que el
Gobierno tiene obligación de publicar en ese portal. Además, la cifra ya
se conocía, dado que es la que destinaron los Presupuestos Generales
del Estado para el año 2014.
Esa ley presupuestaria
cifró en 84,7 millones de euros la subvención total a las formaciones para este
año: 52,7 millones para "gastos ordinarios"; 2,7 millones para los
derivados de la seguridad; y 29,34 millones para sufragar los gastos de la
campaña electoral de las europeas. Esta última cifra varía porque falta por
hacer la liquidación de los anticipos que recibieron las
formaciones. Por el momento, el Portal de Transparencia refleja 28,8 millones.
La novedad es que en la web aparecen centralizadas las cuantías que se llevó
cada partido.
El
Parlament catalán, el más generoso
Sin embargo, los 84,7
millones de subvención conforman poco más de una tercera parte del total que
reciben las formaciones políticas con representación parlamentaria. Así, no
figuran en el Portal de Transparencia los ingresos que reciben de las Cortes
Generales, de los Gobiernos autonómicos, de las asambleas regionales y de los
ayuntamientos, que suponen el grueso del dinero público que va a parar a las
cuentas de los partidos y sobre el que apenas deben rendir cuentas.
En 2012 –el último año
fiscalizado por el Tribunal de Cuentas–, esas instituciones entregaron un total
de 140,64 millones de euros a los partidos. Los 17 parlamentos autonómicos
fueron los que más dinero designaron a los grupos parlamentarios: 63,76
millones.
El que más fondos
destinó a los grupos fue el Parlament de Catalunya (13 millones de euros),
seguido del de Andalucía 11,4 millones y, muy de lejos, de la Asamblea de
Madrid (4,25 millones). Por partidos, el que más dinero recibió de estas
instituciones fue el PP (22,75 millones), seguido del PSOE (16 millones) y de
CiU (5,26 millones).
53,37
millones de los ayuntamientos
En el caso del dinero
que dan algunos Gobiernos autonómicos (7,33 millones), los socialistas fueron
los que más recaudaron (2,28 millones), seguidos del PNV (2,25 millones).
Las corporaciones
locales otorgaron un total de 53,37 millones a sus representantes. De nuevo,
los mayores beneficiados fueron el PP y el PSOE. En este caso, percibieron
fondos algunas formaciones que, al no tener representación en otras
instituciones, solo tienen esos ingresos públicos.
El Congreso y
el Senado dan a los grupos parlamentarios alrededor de 16 millones de euros.
Estas partidas se dividen en unas cantidades fijas mensuales, idénticas para
todos los grupos, y otras variables, que reciben también mensualmente en
función del número de parlamentarios.
Y
las fundaciones
El Gobierno defiende
que la transparencia de estas subvenciones debe proceder de las instituciones
que las otorgan. Fuentes de Presidencia, que es el Ministerio encargado de
desarrollar el Portal de Transparencia, indican que la ley les exige
publicarlos, aunque en principio no lo centralizarán en una misma página, por
lo que su suma total seguirá teniendo las mismas trabas que hasta ahora.
Además, las asambleas regionales y las corporaciones locales, afectadas por la
ley, tienen una moratoria de un año más para poner en marcha las medidas de
transparencia.
El Portal de
Transparencia también incluye las ayudas públicas a las fundaciones vinculadas
a los partidos políticos. Aunque no es estrictamente una vía de financiación
para las formaciones, en la práctica sí se emplean para fines partidistas. Las
fundaciones del PP consiguieron un total de 6,5 millones de euros,
diez veces más que las de los socialistas.
Artículo de Irene
Castro, para el “El Diario.es”
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