viernes, 22 de enero de 2016

LA INCÓGNITA DE LA SÍNDONE DE TURÍN

Texto de la ponencia que  Mª Rosa presentó el pasado sábado día 16 de enero.




LA INCÓGNITA DE LA SÍNDONE DE TURÍN

La imagen del famoso síndone de Turín, creo que es la historia de la más controvertida de las reliquias.
Durante las cruzadas y los años inmediatamente posteriores, los monjes mendicantes recorrían Europa vendiendo objetos que según decían provenían de Tierra Santa, supuestas reliquias procedentes de la iglesia primitiva.



Entre ellas figuraban, los nudillos de San Pedro, las flechas que mataron a San Sebastián, retazos del manto de la Virgen, migas resecas de la Ultima Cena, etc. etc.

Todo ello, convirtió a la Iglesia Católica en el hazmerreír y proporciono argumentos a Lutero y Calvino.
Se dice que repartidas por las iglesias de Italia, España y el sur de Francia, aún quedan las astillas de la Cruz, como para formar un bosque bastante grande.

No es raro pues que la Iglesia Católica se fuera mostrando desconfiada, si no hostil, ante estos objetos, y a finales del siglo XIX, el Vaticano proclamo que ninguna reliquia “así sea la más sagrada de la cristiandad”, podía ser considerada autentica.



Este escueto edicto fue promulgado para contrarrestar la extraordinaria afirmación, por parte de un científico y gnóstico francés, de que un pedazo de tela conocido como “Santo Sudario de Turín”, era el genuino sudario de Cristo.

La reputación del doctor Ives Delage, era tal que la ciencia se hizo cargo del tema, donde lo abandono la superstición, y durante los últimos 80 años, se han venido realizando intentos para descubrir el misterio del lienzo, culminando con el “Proyecto de Investigación del Sudario o Síndone”, en octubre de 1978.

Durante cinco días, la tela sufrió una serie de pruebas exhaustivas, en las que unos 40 reputados científicos utilizaron instrumentos propios de la era espacial. Y aunque no se ha publicado un resumen completo de su trabajo, es evidente que el proyecto ha respondido ya a muchas preguntas y ha planteado otras aún más sorprendentes.

La síndone, es un lienzo rectangular de 4 metros de largo por uno de ancho. En su superficie puede apreciarse la impresión amarillento parduzca de un cuerpo humano con barba. Unas manchas oscuras, que se consideran de sangre, se superponen a la figura, sobre todo en la cabeza, las muñecas, los pies y el costado izquierdo.



En la tela aparecen imágenes de la parte anterior y posterior del cuerpo articuladas, por así decirlo en la coronilla.
La primera mención del sudario tuvo lugar en 1203, cuando el cronista Robert de Clari, escribió que el año precedente, durante el saqueo de Constantinopla, por los caballeros cristianos, en la cuarta cruzada, había visto una síndone que llevaba “la figura de Nuestro Señor”. Desgraciadamente, decía, que había desaparecido durante el tumulto.

Unos 150 años después apareció la primera mención fidedigna del actual sudario de Turín y todo parece indicar que se trataba del que había visto Robert de Clari.
La tela estaba en posesión de un caballero con pocos escrúpulos, llamado Ceoffrey de Charney, la fama de la reliquia era tal, que su propietario decidió exhibirla por dinero, actitud que produjo numerosos celos en la vecindad, ya que en aquella época las reliquias populares escaseaban y los ingresos que podían significar eran considerables.

Bien por celos o por motivos honorables, el obispo de Troyes se quejó al papa Clemente XII de Aviñón, del negocio de Charney, y su versión contribuyo al punto de partida de la acusación  que se ha hecho con más frecuencia al sudario, que era una falsificación, una obra astutamente pintada. Al parecer el papa Clemente debió de encontrar algo endeble en la argumentación del obispo y decidió que el sudario podía ser exhibido como objeto de devoción aunque no fuera autentico.

Durante más de 60 años, el sudario sigue atrayendo peregrinos, hasta que en 1543, Marguerite de Charney, lo cedió o quizás lo vendió a Luis I, Duque de Saboya.
Los Carney, habían expuesto la reliquia en un simple marco, pero su nuevo propietario, lo enmarco en un relicario de palta y construyo un santuario especial, la “Sante Chapelle de Chambery”, en la capital del ducado.

En 1532, se produjo un incendio en la capilla, el calor fundió el relicario, y unas gotas de metal licuado produjeron quemaduras en la tela, que fue rápidamente mojada, para evitar que ardiera. Las quemaduras más importantes fueron hábilmente remendadas, y tanto las zonas chamuscadas como las manchas de agua fueron muy útiles en la investigación de 1978.
En 1578, el sudario hizo su último viaje a través de los Alpes, en dirección al Piamonte, porque el duque de Saboya de la época había establecido su capital en Turín.

La tela fue instalada en la catedral, cerca de los apartamentos reales, y allí ha permanecido desde entonces, salvo un pequeño periodo durante la última guerra que fue trasladada a una cámara acorazada. Ahora es propiedad del ex rey Humberto de Saboya, pero la síndone está al cuidado del arzobispo de la catedral de Turín.

El pintor Alberto Durero, la examino a principios del siglo XVI en la Sainte Chapelle, y quedo desconcertado. Intento dibujarla varias veces, pero no pudo, aunque las proporciones anatómicas eran correctas.

En 1888, el sudario reveló su primer extraño secreto. Durante aquel año, fue sacado de la urna, para ser exhibido, excepcionalmente, al público, y un fotógrafo de Turín, recibió el encargo de sacarle unas fotografías. Cuando reveló las placas, lo que apareció, no fue la extraña y borrosa figura del sudario, sino los rasgos perfectamente definidos de un hombre, el mismo sudario era un negativo fotográfico.



El doctor Ives Delage, reputado médico, se propuso descubrir cómo se había formado la imagen tantos siglos antes de la invención de la fotografía. Durante tres años, dicho doctor, y un brillante biólogo llamado Paul Josehp Vignon, estudiaron la imagen e intentaron reproducirla. Contrataron artistas para que copiaran la imagen usando pigmentos medievales, ya que suponían que la pintura podía haberse desvanecido, de forma que las zonas más oscuras, se hubieran vuelto las más brillantes formando así la imagen negativa. Pero ninguno de los experimentos tuvo éxito.



El lienzo pertenece a un tipo de tejido, elaborado en Palestina hasta el siglo V. Las ejecuciones por crucifixión, fueron prohibidas por los romanos en el siglo IV, de modo que el hombre del sudario, habría sido crucificado en Palestina antes de esa fecha.
Según la tradición bíblica, el cuerpo había sido ungido, pero no lavado. Durante aquella época, los ungüentos funerarios eran la mirra y el aloe.
El Dr. Vignon sabía que el sudor de un cuerpo muerto produce urea que al descomponerse, despide vapores de amoniaco, así que experimento con dicho producto logrando producir manchas parduzcas, parecidas a las del sudario.
Para él fue la respuesta al enigma, por un lado, señalo, existía el relato bíblico de un hombre que había sido crucificado, de forma poco habitual: además de ser clavado en la cruz, había sido azotado, coronado de espinas y finalmente atravesado por una lanza. Por otra parte, allí estaba un trozo de lienzo, probablemente originario de Palestina, que representaba a un hombre que había padecido exactamente la misma clase de tortura y muerte.
La Academia de ciencias de París, rechazo los hallazgos de Delage, quien estaba convencido de que la síndone, era el verdadero sudario de Cristo, pero el tema quedo en suspenso durante 30 años.
 Más tarde el Dr. Barbet, provoco un renovado interés de los hombres de ciencia por este enigma, y prestigiosos sindologos solicitaron un examen científico más exhaustivo. Fecharla adecuadamente era una de las tareas prioritarias, y la mejor forma era el proceso del Carbono 14.



El Dr. Frei, recogió partículas de polvo, para que fueran analizadas en laboratorio, encontrando 48 tipos de polen distintos. La identificación de granos de polen, que sobreviven casi indefinidamente, aún en las condiciones menos favorables, es un procedimiento de la actual ciencia forense, la mayor parte de los granos provenían de Francia y del norte de Italia, pero siete tipos resultaron pertenece a  plantas halófilas que suelen encontrarse en los alrededores del Mar Muerto y en otras zonas de Palestina. El descubrimiento es interesante, pero no es una prueba definitiva del origen del sudario, ya que el polen es trasladado a largas distancias por el viento y podía haber sido transmitido por las ropas de los viajeros.

También, el tipo de hilo utilizado en la tela era de algodón cultivado en Oriente Medio, tejido en un estilo de trama cruzada, método mucha más caro comparado con el de trama lisa.
En resumen, ha sido investigado por científicos de todo el mundo, de distintas disciplinas, incluso por representantes de la “Nuclear Technology Corporation” de Estados Unidos. Los resultados no han sido aún publicados en un 100%, pero a pesar de la coincidencia de opiniones, el misterio del sudario sigue tan impenetrable como siempre.

Hay muchísimos más datos científicos, pero me he ceñido a los más importantes.
Para finalizar, comentare escuetamente, que en 1997, sufrió otro incendio, posiblemente provocado, pero un bombero fue capaz de sacarlo de su mostrador y prevenir desgracias mayores, tras atravesar con un martillo las capas de cristal que lo protegían.



La Santa Sede restauro el sudario en el 2002. Las últimas exhibiciones públicas del sudario fueron durante el jubileo del año 2000 y durante las celebraciones del bicentenario del nacimiento de Don Bosco en 2015

El Papa Benedicto XVI, autorizo una exposición, que se realizó en 2010 entre el 10 de abril  y el 23 de mayo.

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