SER O TENER
Ha llovido mucho desde que Fromm publicó “Ser
o Tener”, (un ensayo profundo del que hablare más tarde), donde reivindica la
cultura del ser frente al tener.
El pensador y humanista, heredero del mejor
Freud y del mejor Marx, criticaba con ahínco la sociedad de consumo, idólatra
del tener.
Aunque no fue el único, los filósofos de la escuela de Frankfurt,
Theodor Adorno, y Max Horkheimer también criticaron con convicción una sociedad
donde la razón instrumental lo regula todo y donde se valora una persona, o una
institución, o un país entero, por su productividad o por su rentabilidad.
Luego , ya en la primera década del siglo
XXI, Lipovetski, desarma
intelectualmente la sociedad del hiperconsumismo, donde todo se convierte en
objeto de consumo, se consume mucho más de lo que se precisa y donde se vincula
estrechamente, la felicidad con la capacidad de tener, de acumular, de gozar de
bienes materiales. Una felicidad que califica de estéril.
En este siglo, esta mentalidad reacciona
críticamente frente a esta cultura.
Hasta ahora se cree que los rasgos de
carácter engendrados por nuestro sistema socioeconómico, o por nuestra manera
de vivir, son patógenos y que a la larga enferman al individuo y a la sociedad.
El desarrollo de este sistema económico, se suponía que lo que era bueno para
el desarrollo del sistema (o para el desarrollo de una gran empresa), también
era bueno para la gente. Esta visión, actualmente se ha visto desde otra
óptica, ya que las cualidades mismas que el sistema requiere de los seres
humanos, egoísmo, avaricia, codicia, son productos de las circunstancias
sociales.
La alternativa de “tener”, que se opone a
“ser”, no atrae al sentido común. Parece que tener es una función normal de la
vida; para vivir debemos tener cosas. Además, debemos tenerlas, para gozarlas.
Vivimos esta cultura cuya meta suprema es tener (cada vez más)
¿Cómo puede haber una alternativa entre tener
y ser?
Al contrario, parece que la misma esencia de
ser consiste en tener; y si el individuo tiene poco o casi nada, no es nadie.
La diferencia entre tener y ser, no es
esencialmente la misma que Oriente y Occidente. La diferencia está entre una
sociedad interesada principalmente en las personas, y otra interesada en las
cosas. La orientación de tener, es característica de la sociedad industrial
occidental, en que el afán de lucro fama y poder se ha convertido en el
problema dominante de la vida.
En ocasiones le cuesta comprender al hombre
actual el espíritu de una sociedad, que no está centrada en la propiedad, ni en
la codicia, sino en muchos otros valores.
Fromm, también decía, que de ninguna manera sostenía
la eliminación de la propiedad privada, pero sí que veía con gran preocupación,
el nefasto papel que podía cumplir en aquellas sociedades, donde los bienes
materiales adquirían mayor importancia que el bienestar de los seres humanos.
También en el modo de ser, según Hannah
Arendt, está el conocer, ya que sirve como un medio para el proceso de pensar
por sí mismo y tomar decisiones, esa forma de pensamiento le brinda
certidumbres.
Para ser es necesario evitar el egocentrismo,
pero para muchos es dificultoso, al ser necesario renunciar a la orientación de
tener.
En la vorágine de esta sociedad actual, los
individuos tienden a sentirse más aislados y solitarios, esto les obliga a
buscar paliativos que les permitan superar este sentimiento de inseguridad, una
de las formas utilizadas es la acumulación de un número creciente de
posesiones, de manera que esos objetos se convierten en una extensión de su
propio ser. Cuando estas posesiones se pierden, es como si la persona
extraviara parte de su yo.
También, en las posesiones, entraría el
prestigio y el poder, que les son, casi tan imprescindibles como las que ya he
citado.
Otras veces, el orgullo nacional puede jugar
un papel de importancia en el momento de considerarse una persona con
prestigio, y se endiosa como ocurre con algunos políticos, que se creen mesías
que vienen a redimir una sociedad.
Hay actividades que no producen dinero, pero
te hacen sentir lo que para mí significa crecer, leer un libro, escuchar
música, etc. etc., es estar activo interiormente, se tornara productivo aunque
no produzca nada.
En cierto sentido se ha perdido la unidad
original con la naturaleza. El dinero, el llegar a alcanzar el éxito, pensamos
que lo abarca todo, ya que tener se inclina al poseer, tener como deseo de
superioridad, de ejercer poder por encima de los demás.
Ser, en cambio, tiende a otros derroteros,
como el compartir, fomentar la unidad con los otros individuos.
Mientras el tener, se basa en algo que se
consume, en el uso, el ser aumenta con la práctica. La angustia y la inseguridad por el peligro de perder lo
que se tiene, no existe en el modo del ser.
Si soy lo que soy, y no lo que tengo, nadie
puede arrebatármelo, ni amenazar mi seguridad, ni mi sentimiento de identidad.
Nuestra capacidad de ser forma parte de la estructura del carácter y esto solo
depende de uno mismo.
Ser constituye una meta en la vida. No
deberíamos sentir miedo al abismo de enfrentarnos con lo poco, a lo largo de la
vida, muchos de nosotros nos hemos tenido que enfrentar a ello.
El
modo de ser solo existe aquí y ahora. El modo de tener, solo existe en
el tiempo presente, pasado y futuro. Está vinculado con lo que hemos acumulado
a veces en el pasado. En cambio “Ser” esta fuera del tiempo.
El modo de tener se somete con respecto al
tiempo, se “cosifica” al ser humano. El tiempo es nuestro amo, el tiempo es
dinero.
El ser humano solo puede ser el mismo cuando
es capaz de expresar sus potencialidades innatas, pero esto difícilmente llega
a ocurrir, cuando su objetivo es poseer la mayor cantidad posible de cosas, que
sería el consumismo puro y duro.
Si solo se empeña en obtener posesiones
concluirá convirtiéndose en un objeto más. En cambio para lograr “ser”, debería
dedicarse a una actividad autentica, que no sería otra que aquella que le
permitiese un pleno desarrollo de sus propias capacidades.
El mundo del “ser”, tiene como requisitos
previos, la independencia, la libertad, y la presencia de razón critica, no
manipulada. Su característica fundamental es estar activo, o sea, el uso
productivo de nuestras facultades de talento, el talento y la riqueza de los
dones que tienen (aunque en varios grados), todos los seres humanos. Esto
significaría, renovarse, crecer, fluir, amar, estar activamente interesado.
Fromm nos decía, (aunque sus ideas han
quedado un tanto obsoletas, aunque no sus valores), que solo abandonando el
modo de “tener”, donde nos aferramos a las pertenecías, puede surgir el modo de
“ser”.
Frente a la cultura del “tener”, que provoca
exclusión, discriminación y resentimiento, es fundamental reivindicar la cultura
del “ser”. En la actualidad está emergiendo una nueva mentalidad, que defiende
la cultura del “ser”, ya que el capital más relevante, son sus ciudadanos, su
potencial y su capacidad para innovar, para crear y para transformar nuestra sociedad.
Somos parte de una sociedad individualista,
consumista, competitiva, donde hay una frenética carrera por la satisfacción
individual. Estos contravalores han conseguido atrapar a las personas,
midiéndolas por los parámetros externos, competir con el otro para tener más,
compararse para buscar la seguridad y la superioridad, ejercer el poder hacia
el otro, etc.
Ante una sociedad desencantada hay que buscar
una ruta alternativa. Ahora hay que preguntarse ¿Quiénes somos realmente? ¿Cómo
hemos construido nuestra identidad? Afortunadamente están despertando personas
que creen y la defienden.
En las sociedades más avanzadas, lejos de lo
que parece, emerge esta sensibilidad postmaterialista, hastiada del
hiperconsumismo y la hiperproducción, preocupada por las relaciones humanas de
calidad y que cuida el patrimonio cultural, artístico y por encima de todo
natural.
La crisis económica que sufrimos ha activado
esta nueva manera de pensar. Garantizar el bienestar material es importante, lo
cual no es irrelevante en los tiempos que corren. Deberíamos relativizar lo
material y situarlo en su justo lugar.
Después de las crisis económicas y sociales
que nos está tocando vivir, está cambiando también nuestra manera de pensar a
nivel de “ser” Por ejemplo: El hombre es un ser social y como tal debemos
darnos cuenta que al cambiar nuestro entorno que nos rodea y los valores que
este promueve, modificando nuestros propios valores hacia una nueva sociedad.
Esto tal vez suene a utópico pero vale la
pena recordar una frase de Einstein que puede dar luz sobre el asunto: “El
mundo que hemos creado es un proceso de nuestros pensamientos”.
No se puede cambiar, sin cambiar nuestra
manera de pensar. Si lo pensamos bien, es casi una ley, nada cambiara, sino creemos
en lao cambios, pues partimos cerrando la posibilidad, y de inmediato el camino
se cierra.
Así como hoy vemos que nuestra sociedad,
enfocada en el crecimiento económico, se ha transformado en una verdadera
selva.
Si la televisión, hoy nos promueve los egos,
el consumismo a través de sus infinitas propagandas comerciales y la enajenación
social con los “realitis”.
También, nosotros hemos sido coparticipes y
hemos avalado, pero si queremos modificarlo, debemos presionar para que la
información y la acción de los poderosos se conviertan en la que deseamos y
necesitamos para solucionar las cosas, y no aquella que nos ayuda a escaparnos
y evadir los problemas.
Gandhi dijo: “El que retiene algo que no
necesita, es igual a un ladrón”
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