Lo
primero que hay que hacer para poder determinar el significado del término
obsolescencia es establecer su origen etimológico.
En
este sentido, podemos decir que viene del latín, en concreto, del vocablo
“obsolescens”, que puede traducirse cómo “algo que ha pasado o dejado de
usarse”.
La
obsolescencia se refiere a la calidad de obsolescente. Este adjetivo hace
mención a algo que se está volviendo obsoleto, antiguo o arcaico y que, por lo
tanto, cae en desuso.
De
hecho, todo en esta vida llega a ser obsoleto. Llevándolo al extremo podríamos
decir que incluso a los seres vivos les llega el momento de su obsolescencia, que los lleva a la muerte.
Pero
el tema de esta ponencia está más enfocado en este proceso en las maquinas,
instrumentos y procedimientos industriales.
Para
entenderlo, tendríamos que clasificar los diferentes factores que hacen que una
maquina o herramienta deje de ser funcional y podamos decir que es obsoleta.
Para
empezar, cualquier avance industrial o técnica de fabricación, hace que los
elementos fabricados anteriormente vayan entrando en su periodo de
obsolescencia.
Existen
varios tipos de obsolescencia y los podríamos clasificar de la siguiente
manera:
Obsolescencia Funcional:
Podríamos
denominar, así al tipo de obsolescencia que se produce porque un avance técnico
o industrial hace que los elementos empleados hasta este momento dejen de ser
útiles puesto que el nuevo descubrimiento los hace inoperativos.
Como
ejemplo podríamos poner la máquina de escribir. Hasta la aparición del PC, la
gente utilizaba la máquina de escribir como el mejor mecanismo para redactar
cartas, documentos, libros, etc. Con la aparición de los ordenadores y sus
ventajas (posibilidad de borrar antes de imprimir, emplear diferentes
tipografías), la máquina de escribir empezó a entrar en la obsolescencia.
Pero
esto no quiere decir que dejara de funcionar físicamente. En la actualidad
siguen habiendo románticos que escriben por puro placer, renunciando a las
ventajas antes indicadas.
Podríamos
poner más ejemplos de este tipo, la plumilla, frente a la estilográfica y esta
frente al bolígrafo o rotulador.
Obsolescencia Tecnológica:
Es
evidente que cuando nos compramos un automóvil, buscamos que sea el último modelo
fabricado en el mercado, pero pasado un tiempo, deja de ser el último para
pasar a ser el penúltimo y así
sucesivamente.
Después de unos años, y cómo es de todos sabido, el automóvil tendrá unas averías por
desgaste de sus piezas, y cada vez será más difícil encontrar las de repuesto
necesarias para su mantenimiento.
Existen
clubes de aficionados que siguen manteniendo en funcionamiento coches de hace
décadas, pero ellos saben lo caro que les resulta mantener este “hobby”, puesto
que en ocasiones algunas de las piezas necesarias hay que construirlas a mano.
Lo
mismo pasa con la electrónica, los equipos construidos con las primitivas
lámparas de vacío, que evidentemente se gastaban, son ahora piezas de coleccionista,
porque la aparición de los transistores y de los circuitos integrados
desplazaron con su tecnología, al sistema anterior.
Obsolescencia inducida:
Muchos
de nosotros no lo hemos llegado a ver, pero si leído en alguna novela, que a
los abrigos, se les daba la vuelta, para ocultar los roces en la tela y
continuar usándolos unos años más.
En
la actualidad, muchas prendas de ropa se rechazan, no porque estén echadas a
perder por el uso, sino porque alguien dicta que han pasado de moda.
Esta
dictadura, de lo que es o no actual, lo que se de moda o se lleva hace que,
tengamos los armarios llenos de piezas, perfectamente utilizables, pero que la
presión social y la publicidad han hecho obsoletas.
No
solamente prendas de ropa, sino también podemos hacer extensible esta dictadura
a todos los elementos cotidianos, desde muebles, electrodomésticos, teléfonos
móviles e incluso automóviles, que en este caso ya no se dejan de usar, por que
falten piezas de repuesto, sino que se sustituyen por el último modelo
anunciado en Televisión.
Obsolescencia Provocada:
A
partir de aquí, ya podríamos empezar a hablar, sino de hechos delictivos, si al
menos de dudosa ética.
Denominaremos
así a la obsolescencia que se produce porque la fabricación de un elemento
incluye piezas que están destinadas a fallar en un tiempo determinado.
Es
famosa la anécdota de la reunión de los fabricantes de bombillas europeos y
americanos para ponerse de acuerdo en el material del filamento de estas
bombillas, para que pasado un número de horas de funcionamiento se fundiera.
Según
explican en un cuartel de bomberos de Nueva York existe una bombilla que lleva
encendida más de cien años. Fue fabricada antes del acuerdo antes mencionado.
De
hecho, no podemos decir que se fabriquen piezas para que fallen en un tiempo
determinado, sino que se emplean unos materiales que hacen que su desgaste sea
mayor, sabiendo perfectamente que si se hiciera con otro tipo de material o de
procedimiento, esto no pasaría.
¿Si
sumamos la obsolescencia provocada, con la inducida, que obtenemos?
Un
aumento del consumo sin duda innecesario, pero muy beneficioso para las empresas
fabricantes.
La
lavadora o el frigorífico que duraba 10 o más años, ahora apenas resiste 5.
Y
en el momento que vamos al servicio técnico para su reparación, (evidentemente
la garantía a caducado) el presupuesto de esta es tan elevado que nos convencemos
fácilmente de comprar el del nuevo modelo, además si hemos sido bombardeados
por “maravillosos” reclamos publicitarios, pasamos inmediatamente a aumentar
los beneficios de la empresa fabricante de electrodomésticos.
Recientemente
la conciencia del reciclaje ha aumentado considerablemente, pero solamente unos
años atrás las toneladas de materiales inservibles por las razones antes
explicadas, era espectacular, con unos índices de contaminación, elevadísimos.
Muchos
de estos residuos, eran llevados a países de África, convirtiéndolos en
auténticos vertederos de basura electromecánica.
La
escasez de cobre, y otros materiales con el correspondiente encarecimiento del
precio de los mismos, ha acelerado la mentalización hacia el reciclaje, pero
todavía está lejos de conseguir los niveles deseados.
Faltaría
hablar ahora del que ha dado decir la Obsolescencia Programada:
Obsolescencia Programada:
En
este caso, si estaríamos hablando de una práctica que es considerada delictiva,
en algunos países.
Se
suele dar en equipos electrónicos gobernados por un microprocesador, es decir
casi todos.
Esto
permite, que dentro del software que lo dirige, haya un contador que incremente
su cifra dependiente de unos parámetros programados de tal manera que conseguido
un número determinado, el microprocesador se pare y la maquina deje de
funcionar.
El
caso conocido, y demostrado (existe un documental muy explicativo, sobre esto,
y es fácilmente accesible en You tuve) es el de unas impresoras que dejaban de
funcionar al haber realizado 10.000 copias.
Un
chico empezó a investigar y llegó a descubrir que haciendo un reset en el
microprocesador (cosa que no era fácil), la fotocopiadora continuaba
funcionando otras 10.000 copias más.
Una
cosa es fabricar una maquina con un componente realizado de un material, que
sabemos que durará menos que el resto y producirá una avería, pero otra es
marcar el número de veces de funcionamiento por medio de un contador.
La
sociedad desarrollada actual, está basada fundamentalmente en que en la
fabricación de cualquier elemento de consumo, se tengan en cuenta los conceptos
de obsolescencia inducida y provocada, para aumentar los beneficios
empresariales sin tener en cuenta ni la contaminación, ni la sobreexplotación
de recursos.
Es
evidente que no podemos luchar, ni contra la Obsolescencia Funcional, ni contra
la Tecnológica, si no queremos ir en contra de los avances científicos y
técnicos.
Pero
con un poco de concienciación, sí que podemos, si no eliminar, si mitigar los
efectos de la obsolescencia inducida, y protestar y revelarnos, como ya hacen
en algunas partes contra los fabricantes de productos que en la “factura” traen
incluida la obsolescencia Provocada o Programada.
Podéis dejar vuestros comentarios y opiniones en el recuadro inferior si así lo deseáis.
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