miércoles, 11 de junio de 2014

LOS METALES Y SU HISTORIA

Ponencia presentada por Blai el pasado sábado día 7 de junio



La vida moderna es posible gracias a que conocemos los metales y sabemos cómo usarlos.
 Están en todos los ámbitos de nuestra vida, desde la construcción, la industria y el arte Estos soportan nuestros edificios y puentes, nos permiten volar, navegar y desplazarnos, sustentan la producción industrial y el comercio.
A lo largo de la historia, desde su aparición en la Tierra, el ser humano se ha ayudado de instrumentos para modificar la naturaleza a su favor. 



En este sentido, la historia del hombre es una historia de la técnica, una historia en la que se ha buscado trasformar los elementos disponibles en el medio ambiente de modo que esta transformación hiciera la vida más sencilla. 



Desde muy tempranos momentos el hombre utilizó los elementos más disponibles a su alrededor: palos, piedras, pieles, huesos… elementos que podían ser trabajados, manipulados, para conseguir de ellos una efectividad, pero elementos que no necesitaban, en última instancia, de ninguna transformación íntima, ninguna modificación de sus propiedades estructurales.
No es esto lo que ocurre con los metales. El metal, en su mayor parte, requiere para ser utilizado de una modificación trabajosa y compleja de las características en que lo hallamos en estado natural.




La aparición de la metalurgia es un elemento reciente, visto desde la escala general de la historia, pero de tal importancia para el ser humano que no sería posible entender sin él el flujo de la historia ni, por supuesto, las sociedades contemporáneas.
Así se ha considerado desde antiguo, hasta el punto de considerar su descubrimiento el hito que marca un antes y un después en las sociedades prehistóricas.



En 1836 el danés C. J. Thomsen expone el Sistema de las Tres Edades para clasificar el material prehistórico, propone que los materiales se dividan según provengan de la Edad de Piedra, de la Edad del Bronce o de la Edad del Hierro.
Este sistema fue rápidamente aceptado por los investigadores y supuso un importante avance conceptual. Los artefactos prehistóricos podían ordenarse cronológicamente y, así, se proporcionaba un método eficaz para el estudio del pasado. Hoy día dicha clasificación, sigue vigente.
Se conoce que hace unos 300.000 años, el hombre ya usaba minerales metálicos  como adorno, por su singularidad o belleza, como en el caso de la malaquita o azurita (ambos minerales de cobre).
El primer metal que se trabajó, sin duda por la facilidad de hacerlo, fue el cobre nativo.
Las primeras evidencias de su trabajo las hallamos en los yacimientos de Tell de Sialk (Irán) y en Cayönü Tepesi (Anatolia), datados hace 9000 años 




El cobre nativo se puede trabajar en frío, por martillado, pero también se puede calentar para aumentar su maleabilidad y disminuir su fragilidad.
Para esto último basta una temperatura de 200 a 300º C, lo que sin duda no era difícil de conseguir para los hombres de aquella época.
Sin embargo, la fusión del cobre requiere de una temperatura de 1083º C. Se sabe qué hace 5000 años, el hombre ya era capaz de fundir el cobre e introducirlo en moldes para fabricar armas y herramientas.
Otros metales trabajados de manera premetalúrgica son el oro, que es fácil de trabajar por martillado a partir de las pepitas; el platino y la plata nativa, asociados a la fabricación de adornos y joyas.
Todos estos minerales se encontraban  en la naturaleza en estado puro, y eran recogidos y eran variadas sus formas, sin variar sus estructuras, hasta la aparición de la metalurgia primitiva.
Tradicionalmente se ha considerado la aparición de la metalurgia un como el hito que marca un antes y un después en la prehistoria, sin embargo, la metalurgia, sin dejar de ser una "innovación tecnológica”, no es más que la consecuencia de avances globales en la civilización humana.




Como se ha dicho antes hay que alcanzar más de 1.000º C, para lograr que el cobre se funda, pero se necesitan 1.250º C, para cocer la cerámica, y en aquellas épocas ya existían hornos de cerámica, que gracias a la utilización de un soplete de boca o un fuelle se podían alcanzar estas temperaturas.
Hasta aquí hemos querido hacer un repaso somero del nacimiento de la metalurgia, un siguiente paso sería el de la aparición de las aleaciones, y con ellas la entrada en la Edad del Bronce.
Después de que se consiguiera fundir el cobre, este se empezó a mezclar o alear con elementos como el antimonio, el plomo o el arsénico pero la aleación reina es, sin duda la del cobre con estaño, es decir el bronce.
Los mejores ejemplos de aleación de cobre con arsénico los hallamos en las espadas y puñales de Carnoët (Francia) de hace 4000 años.



El estaño adquiere su valor metalúrgico por su asociación con el cobre.
Añadiendo al cobre un 10% de estaño se obtienen varias ventajas en el material resultante como es disminuir la temperatura de fusión la obtención de un metal fundido de una gran fluidez y, por supuesto, la mayor dureza del bronce que del cobre.
Sin embargo un exceso de estaño, más de un 13%, vuelve al bronce quebradizo lo que lo hace inservible.
La imposición del bronce hace que las armas sean cada vez más numerosas y más útiles para la guerra



El bronce conoció enormes éxitos con la aparición de los primeros grandes imperios como los orientales, el del Egipto faraónico, el de la Creta minoica.
En esa época se conocía ya el hierro, pero no su tratamiento metalúrgico.
Existe en la tierra muy poco hierro en estado nativo, casi todo se encuentra  en forma de óxidos que hay que tratar para la extracción.
Existía el hierro procedente de meteoritos, y que era tratado como el cobre nativo, generalmente para hacer armas, pero era tal su escasez, que se consideraba que era un don de los dioses y solo disponían de armas de hierro los héroes de la época (De Aquiles, para arriba, por decirlo de alguna manera).
Los primeros en entrar en la Edad del Hierro fueron los hititas en el área de Palestina y solo fueron necesarios unos siglos para que a continuación lo hiciera todo el mundo antiguo. 



Aunque el trabajo del hierro es el más difícil de realizar de entre todos los metales, las posibilidades que ofrece, su mayor eficacia y la dificultad de abastecerse de cobre y estaño hicieron que el hierro substituyera a las labores asociadas al cobre de manera bastante rápida.
La Edad del Hierro comienza a finales del segundo milenio antes de Cristo, y el conocimiento del carburado o acerado,  fue decisivo en su expansión. El conocimiento de la siderurgia se extendió rápidamente por el Próximo Oriente, Chipre y el Egeo y, en algunos siglos se hizo asidua en Europa, gracias a la abundancia de hierro que existía en esta y a los numerosos bosques que posibilitaban la obtención de grandes cantidades del carbón vegetal necesario para su tratamiento.
La colonización griega y fenicia hizo que el hierro se difundiera rápido por la Península Ibérica, el norte de África y, seguramente, por la fachada atlántica. El bronce, de todos modos, se sigue utilizando.
A partir de ese momento, y para no alargarnos el hombre ha seguido sus investigaciones en la metalurgia y la siderurgia hasta nuestros días. Cada vez se han conseguido mejores y más fuertes aceros y aleaciones que aumentaban la dureza del metal.



El hierro es común en la Tierra como hemos dicho, pero los minerales que hacen falta para estas aleaciones no tanto, por ese motivo, los lugares o países que los tenían y podían comerciar con ellos han sido puntos clave tanto en el desarrollo industrial como en los momentos bélicos.
Es sabido que Franco pago parte de la factura del armamento a Alemania, a base de vender Wolframio o Tungsteno (descubierto por científicos españoles en siglo XVII), imprescindible para la fabricación del acero necesario para el blindaje de proyectiles y carros de combate.



Esta dependencia de la industria con los minerales ha hecho que muchos de ellos sean considerados estratégicos.
Como minerales estratégicos se designan a todos aquellos minerales que son utilizados en la industria por sus particulares propiedades intrínsecas, siendo sus reservas muy codiciadas por los países industrializados.
Un mineral es también estratégico para el país productor cuando supone su exportación un gran ingreso. Los expertos hablan que 28 son los minerales, considerados como “imprescindibles para el funcionamiento de la economía mundial”.
Aparecen en primer término el cobre, plomo, zinc, estaño, platino y uranio, siguiéndoles rápidamente en la escala de preferencias la plata, las calizas y las tierras raras, el coltán, niobio, berilio o molibdeno han ingresado en esta lista debido a los últimos avances tecnológicos.
Minerales como el cerio, el neodimio, el prometio o el europio pertenecen al grupo de elementos llamado "tierras raras" y son imprescindibles para la fabricación de dispositivos electrónicos como pantallas de ordenador o baterías.






Últimamente se está hablando del coltan, como uno de los minerales más ansiados y por ello más codiciados. 



La columbita-tantalita —abreviada como coltán o coltan — es un mineral óxido. La columbita está compuesta por óxidos de niobio, hierro y manganeso y la tantalita está compuesta por óxido de tantalio, hierro y manganeso en cualquier proporción. Estos óxidos constituyen una solución sólida en ambos minerales. Son escasos en la naturaleza y dan un claro ejemplo de materiales que han pasado de ser considerados simples curiosidades mineralógicas a estratégicos para el avance tecnológico debido a sus nuevas aplicaciones.

El principal productor de coltán es la República Democrática del Congo con cerca del 80% de las reservas mundiales estimadas,4 si bien existen menores reservas probadas o en explotación en Brasil con el 10% de las reservas,
 Según informes de agencias internacionales de prensa, la exportación de coltan ha ayudado a financiar a varios bandos de la Segunda Guerra del Congo,5 un conflicto que ha resultado con un balance aproximado de más de 6 millones de muertos.



Ruanda y Uganda están actualmente exportando coltan robado del Congo a occidente, donde es utilizado en casi la totalidad de dispositivos electrónicos.


La mayoría de los yacimientos de los minerales estratégicos suponen la destrucción total o parcial del ecosistema en el que se encuentran al situarse éstos en países en desarrollo, donde la gestión de los residuos en su generación es carente o ineficaz.



Los efectos ambientales de la explotación del uranio y sus procesos posteriores incluyen: contaminación de aguas superficiales y subterráneas con ácidos, metales pesados y material radiactivo. Se calcula que por tonelada de uranio se generan 3.700 litros de residuos líquidos y cien veces el peso del material obtenido en residuos de sólidos (muchos radiactivos), que poseen una vida media de hasta miles de años.




En vista de este panorama, no sé si cabría preguntarse, si los avances tecnológicos al nivel que los está llevando la humanidad, se pueden llamar verdaderamente avances, y si cada vez que nos cambiamos el teléfono móvil por uno con una pulgada más de pantalla, realmente estamos mejorando nuestro nivel de vida o en realidad estamos volviendo al mismo punto, donde un hombre vestido de pieles  se le ocurrió que golpeando con una piedra un pedazo de material rojizo podría conseguir un hacha con la que cortar un árbol.
¿Podría ser esta reflexión un inicio del debate?

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