Ponencia presentada por Teresa Campos el pasado sábado día 15 de Marzo
Cómo
se crean las modas
Algunas modas en la Historia
La historia del
vestido comienza con la aparición del Homo Sapiens, que en
principio se cubrió de pieles de los animales que cazaba. En el neolítico el ser humano
sabe ya hilar y tejer. En Egipto ya se dan vestigios de prendas muy elaboradas, siendo el
lino su principal materia para confeccionar telas. La base de su indumentaria
era el shenti, una pieza de lino que envolvía las caderas, sujeta con un
cinturón. La principal prenda femenina era la blusa, una túnica larga y
ceñida de distinto color según la posición social: blanca para las campesinas,
rojo o azafrán para rangos más elevados. En Mesopotamia, la otra gran
civilización del Próximo Oriente, los sumerios solían vestir
con largos mantones de lana, de tipo falda, adornados con franjas de vivos
colores y con pliegues y largos mechones de tela. Los asirios usaban túnicas de lana, cuya largura
dependía de la clase social, hasta las rodillas el pueblo llano, hasta los pies
las clases dirigentes. Los persas usaban prendas de vivo colorido, destacando
el púrpura y el amarillo, y adornados con dibujos de colores, generalmente
círculos, estrellas y flores, de color azul, blanco o amarillo.
En Grecia se usaba el lino, la lana y el algodón, y más tarde la
seda —proveniente de Oriente—, con prendas de piezas rectangulares ribeteadas
por los cuatro lados, sin costura ni dobladillo, acompañadas de fíbulas y cinturones. El vestido más
antiguo era la exomis, una tela rectangular sujeta al hombro izquierdo,
anudada bajo el brazo derecho y ceñida por un cinturón. Los campesinos llevaban
pieles curtidas o vestidos gruesos de lana, con un gorro de cuero llamado kyné. Las
clases más favorecidas portaban
vestidos de lino
o lana fina, llamados quitón, cubiertos por
un manto denominado himatión. En Roma se usaba igualmente la lana, el lino y la seda, a veces
entremezclados. La prenda más antigua era el subligaculum, un taparrabos alrededor de los
riñones. En época republicana surgió la subúcula, una túnica que podía ser de
dos tipos: dalmática, con mangas, o colobium, sin mangas. Encima
llevaban una toga, una capa semielíptica drapeada según la
ocupación: estrecha para los filósofos, ceñida para los
guerreros, con una banda púrpura para sacerdotes y magistrados, púrpura con
bordados de oro para altos dignatarios
La primera demanda de moda en
España la originó el pintor Francisco de Zurbarán, al pintar una serie de
cuadros en los que vistió a las santas mártires con fantásticas telas
venecianas que entonces no habían llegado a España. Provocó que las damas de la aristocracia peninsular
demandaran las telas adamascadas, pedrería, tafetanes y brocados que adornaban
a las vírgenes.
Un siglo después nació en
Francia la primera fashion victim de la historia, María Antonieta, que cambiaba
de vestido varias veces al día y fue la primera mujer que popularizó el print
floral, telas con grandes y exóticas flores. Estos ejemplos nos demuestran que
la moda desde hace siglos es un fenómeno universal y una necesidad humana. La
moda pertenece al mundo de la cultura.
La Faldriquera y el Guardainfante
Con las prendas interiores se llevaba esta especie de
bolso que se llamaba Faldriquera o Faltriquera.
En una época donde los tejidos de seda eran bastante
caros, y no todo el mundo podía acceder a ellos, estos bolsos interiores solían
confeccionarse a retales y con restos de tela de trajes muy usados y a los que
ya no les daban uso.
Esta "faltriquera", al ser doble y en tejido de seda,
pertenecía a una mujer de un estatus social bastante
alto.
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El Guardainfante
En esta imagen se puede observar lo que llevaban
interiormente, una camisa interior, la cotilla o corsé y el guardainfante. Esta
prenda interior recibe este nombre porque según se decía servía para ocultar el
embarazo, sobre todo en su primitiva forma redonda, aunque equivocadamente se
siguió llamando guardainfante, a pesar de que este aplanaba el
vientre. Esta moda estaba destinada a la nobleza y a las damas de la
Corte…cuanto más importante era la dama, más grande era el tamaño de su guardainfante en
los actos de la Corte. El guardainfante se conocía
también como tontillo o caderilla. El tontillo, como todos los
ahuecados, recibió grandes burlas de los escritores de la época “El tontillo
a la flaca hace gorda[…] y tal vez finge tórtola a la torda” y
continuaba diciendo que eran “para encubrir gorduras y flaquezas…”
A finales del siglo XIX se empieza a hablar de moda. Hasta entonces vestir a las mujeres, siempre, había sido tarea de comerciantes y artesanos. Hasta que llegó charles Frederick Worth (Reino Unido 1826-1895) e introdujo el concepto clave: la innovación. Inauguró su maison en una calle de París, con el expresivo eslogan, "Altas novedades", decidido a presentar una colección por año.
Los vestidos de Worth fueron
los primeros que no llevaban crinolina, la estructura de metal que se utilizaba
para dar volumen a la falda. El modisto inglés la sustituyó por el polisón que
dejaba que la falda "cayera plana por delante y recogía su exceso de tela
por detrás"
Paul Poiret (Francia 1879-1944), uno de los aprendices de Worth, decidió acabar con el polisón, creó la silueta fluida, en vague, y liberó a la mujer de corsés y armazones. Poiret fue desbancado por Gabrielle Chanel (Francia 1883-1971), a la que el modisto llamaba "la inventora de la miseria" por vestir a las mujeres de negro como a telegrafistas malnutridas.
A partir de aquí la alta costura pasó a manos de las mujeres: Madeleine Vionnet, Lanvin, Alix, Louise Boulanger, Elsa Schiaparelli, las hermanas Callot y la reina de todas ellas, Coco Chanel, que introdujo en la costura "juventud y oficio", y dijo que "la moda que se hace para las masas no es moda, pues muere al nacer". Las mujeres deben a Chanel su actual silueta.
Paul Poiret (Francia 1879-1944), uno de los aprendices de Worth, decidió acabar con el polisón, creó la silueta fluida, en vague, y liberó a la mujer de corsés y armazones. Poiret fue desbancado por Gabrielle Chanel (Francia 1883-1971), a la que el modisto llamaba "la inventora de la miseria" por vestir a las mujeres de negro como a telegrafistas malnutridas.
A partir de aquí la alta costura pasó a manos de las mujeres: Madeleine Vionnet, Lanvin, Alix, Louise Boulanger, Elsa Schiaparelli, las hermanas Callot y la reina de todas ellas, Coco Chanel, que introdujo en la costura "juventud y oficio", y dijo que "la moda que se hace para las masas no es moda, pues muere al nacer". Las mujeres deben a Chanel su actual silueta.
Los zapatos
Aunque se desconozca la
autoría de la invención, se sabe que los zapatos se han utilizado desde tiempos
muy remotos. Los zapatos más antiguos
que se conocen datan de la época comprendida entre el 5000 a.C y el 3000 a.C,
y fueron encontrados en Oregón, EE.UU.
Sin embargo, algunos antropólogos señalan que comenzaron a utilizarse entre el 40.000 a.C y el 26.000a.C; ya que fue durante aquel periodo cuando el espesor de
los huesos de los dedos de los pies disminuyó considerablemente, incrementando
la necesidad de protegerlos.
Los primeros diseños eran a
menudo simples bolsas de piel de cuero
para proteger los pies de las rocas o el frío. Si hacemos un breve recorrido
por las distintas civilizaciones, veremos que los egipcios empleaban sandalias
-por el clima cálido- hechas de paja, papiro o fibra de palmera. Los romanos contaban con un determinado
tipo de calzado dependiendo de su clase
social, y en la Edad Media,
tanto hombres como mujeres usaban zapatos
de cuero abiertos –de piel de cabra o vaca- que tenían una forma
parecida a la de las zapatillas.
A partir del siglo XX, la industria del zapato sufre una
intensa revolución, que trae consigo la diversificación
de materiales y diseños. El caucho, los plásticos, las telas sintéticas
y los adhesivos industriales pasan a ser fundamentales en la fabricación de los
zapatos
Quién
inventó los tacones?
Ya en las
ilustraciones del antiguo Egipto,
tanto hombres como mujeres eran representados sobre zapatos elevados, y en China se empleaban zuecos de gruesa
suela con el fin de aumentar en altura. En el caso de Europa, las reseñas indican que fueron los hombres quienes
comenzaron a usar este calzado, ya que, para montar a caballo, los tacones
facilitaban la sujeción de los zapatos a los estribos.
Los zapatos de tacón alto fueron lucidos
por primera vez por Catalina de Médicis
el día de su boda. Gracias a la celebración de este evento empezaron a popularizarse.
En 1660, Nicolás Lestage, un zapatero artesano,
realizó unos zapatos de tacón alto
para el rey Luis XIV, quien era
conocido por ser un fanático de este tipo de calzado. Pronto se crearía la
versión para mujeres.
Algunas damas de
la aristocracia llegaron incluso a utilizar zapatos con tacones que medían más de 15 centímetros, pero para poder caminar
bien necesitaban bastones que las sostuvieran. Tanto el parlamento inglés en el
siglo XVII como las autoridades venecianas llegaron a prohibir su uso por
inmoralidad, ya que hubo casos de mujeres que se habían caído utilizando estos
zapatos y que habían perdido el bebé que esperaban.
¿De donde salen las modas?
Ahora es la cerveza artesana y el calzado
minimalista, antes fueron los tatuajes. Las modas irrumpen y pasan. Y uno se
pregunta de dónde salen, quién las inicia
¿Quiere eso decir
que las modas las crean las empresas? “Eso intentan; los actores
económicos se estrujan la cabeza para que un producto suyo sea adoptado por el
grupo de referencia y sea visto por los demás como algo a copiar”, responde
Gerard Costa, profesor de marketing de Esade. Pero no siempre las operaciones
que preparan triunfan ni todas las modas están planificadas. Que durante los
últimos años se hayan llevado los pantalones caídos dejando ver la ropa
interior no fue decisión de los fabricantes de pantalones. Más bien estos
hubieron de modificar sus diseños y patrones para adaptarse a una moda que se
extendió como una mancha de aceite después de que un grupo de referencia entre
los jóvenes adoptara como propia la forma en que presidiarios y ex presidiarios
de Estados Unidos llevaban los pantalones (habida cuenta de que la ropa carcelaria no siempre queda a
medida y a los reclusos no se les permiten cinturones).
Porque que una
moda triunfe no depende de que la adopten muchas personas, basta con que lo
hagan los cuatro que marcan tendencia.
“El uso de algo nuevo empieza con una penetración social muy baja
y lo inician unos mil hogares principales, que son los iniciadores, las personas que se arriesgan a llevar, a probar algo
que no lleva nadie; luego el resto de la sociedad percibe que esos iniciados
llevan eso y, si se identifican con ellos, se extiende su uso y empieza a
penetrar en otros segmentos; luego, cuando lo lleva la mayoría, decae”.
Este grupo de
iniciadores –personas a las que les encanta diferenciarse y que toman la
decisión de hacer o consumir algo por sí mismos, sin que nadie
se lo diga, son muy pocos y no son los mismos en todos los sectores.
No basta con que sean atrevidos y originales; han de ser
también prescriptores, es decir, tener influencia sobre otros, que otros les
sigan. “Esto en los colegios ya se ve: hay el raro y el original; y es a este
último al que luego se le copia como viste, lo que piensa o cómo consume su
ocio; estos innovadores son un porcentaje muy pequeño, no más del 2,5% del
mercado, aunque varía según el sector, porque hay personas que prescriben sobre
viajes, otras a las que se copian sus artilugios tecnológicos o su peinado”.
Y es sobre este grupo de innovadores sobre
quienes los cazadores de tendencias y las empresas tienen los ojos puestos para
tratar de adivinar qué puede ponerse de moda y dónde puede haber
oportunidades de mercado. Una vez detectadas estas tendencias, el reto de las
empresas es colonizar a los early adopters o exploradores, ese grupo de
consumidores que siempre son los primeros en comprar lo que sale al mercado.
Son esos que condujeron los primeros coches híbridos, los que un día
sorprendieron a sus amigos haciéndoles elegir entre una amplia gama de cápsulas
de colores al tomar café cuando casi nadie había oído hablar de Nespresso, y
los que ahora corren por las ciudades con una especie de guantes de caucho en
los pies impulsando la moda del calzado minimalista surgida del éxito del libro
Nacidos para correr de Christopher MacDougall y de la corriente que lleva a
muchos neoyorquinos a correr descalzos. Llegar a este colectivo, es lo que
determina que una moda triunfe o fracase, y para acelerar que otros les copien,
las marcas usan diferentes estrategias: desde colocar sus productos en series
que transmiten un determinado estilo de vida (como Apple en Sexo en Nueva
York), hasta asociarse con otras marcas de lujo o moda que utilizan esos
famosos, pasando por conseguir que los medios –los grandes amplificadores de
las modas– hablen de ello. “El objetivo es siempre pasar de ese reducido grupo
de compradores pioneros al público general para conseguir negocio, porque nadie
puede vivir sólo con lo que compran los
innovadores”, apunta.
Y llegar al
grueso de la sociedad exige visibilidad.
“Sólo nos fijamos en algo cuando es repicado por mucha gente o por gente en
posiciones muy visibles, por personas o instituciones de referencia”, afirma
Lorenzo Navarrete, profesor de Sociología de la Universidad Complutense. Y
apunta que el movimiento 15-M es un buen ejemplo: “Si la Puerta del Sol de
Madrid es una referencia ciudadana, puede que haya indignados y gente
protestando en los barrios, pero nadie se fija ni se ponen de moda hasta que lo
hacen allí”. Una vez adquirida esta visibilidad, es más fácil encontrar los imitadores y que la moda triunfe. El
copiar a personas de referencia, no es nuevo; ya se daba en las sociedades
primitivas y se mantuvo en todas las épocas.
Es cierto que las
referencias no se toman siempre de las clases
acomodadas. Los tatuajes, pantalones caídos o las cadenas en la cintura
salen de los barrios marginales, pero se convierten en moda al ser adoptados
por jóvenes de clase acomodada. “Los chicos de la periferia se enganchaban
las cadenas de sus motos a la cintura y, en las discotecas de la burguesía, los
estudiantes comenzaron a ponerse chupas de cuero y cadenas e impulsaron
esa moda”, Las personas siempre han necesitado vínculos pero, ahora que la sociedad es más compleja, con nuevas
y más variadas formas de vida, aún los necesitan más. Y la moda facilita
vínculos: hay grupos que generan diferencias y otros que imitan para no
sentirse separados.
Claro que cuando
el comportamiento de un grupo es copiado por otro suele ser abandonado por el
primero porque ya no le es una referencia. Los tatuajes, por ejemplo, eran un
indicativo de grupos marginales hasta que alguien decidió hacérselos como
símbolo de individualidad y deportistas y artistas copiaron la idea para darse distinción.
A partir de ahí surgieron tantos imitadores que el
grupo de tatuados dejó de ser una tribu al margen y llevar tatuaje fue signo de
integración. “Mientras algo se pone de moda, otra tendencia está cayendo y otra
nueva está surgiendo; son proceso circulares”.
Esta circulación
es hoy mucho más rápida debido tanto a que la sociedad es más abierta y hay
gente más diversa, como a la inmediatez y conexiones que ofrece Internet. “Hoy
no dependes de lo que ves en la calle o alguien te cuenta para saber qué se lleva; con las redes
sociales te llega mucha más información y a una velocidad monstruosa, y basta
con que un grupo de personas comience a retroalimentar una realidad para que se
extienda” y un video, una frase, un libro o un comportamiento se conviertan en
moda. Sólo así se explica que tres días después de que el primer ministro
japonés, Yoshihiko Noda, dijera la frase “una trucha no debe tratar de imitar a
una carpa”, se hubiera acumulado tal avalancha de pedidos del libro donde la había
leído (Okagesan, de Mitsuo Aida) que la editorial imprimió otros 5.000
ejemplares. ¡Eso es marcar tendencia!
Si las modas de
hoy son más furibundas e instantáneas también es porque ahora vive la generación más rica y con mayor
acceso a bienes de consumo de todos los tiempos. “Incluso en plena crisis, hoy
podemos comprar más ropa, coches y productos tecnológicos que nuestros padres y
abuelos; no paramos de consumir, y no para cubrir las necesidades básicas, sino
de estatus”, indica. Y subraya que el estatus
–que puede ser económico pero también de otro tipo es el motor social
por excelencia. Pone como ejemplo que cierta élite parisina, al ver que gente
sin su estatus compraba coches de lujo para imitar su
posición, comenzó a comprar coches baratos de Asia para diferenciarse. Porque
la gente consume para imitar o para distinguirse, para decir quién es en
relación a los demás.
La experiencia
con las pulseras amarillas contra el cáncer que popularizó Lance Armstrong que
lo corrobora: “Se regalaron esas pulseras en la residencia de estudiantes más
cool y se pusieron de moda; a la semana se regalaron en la residencia de
estudiantes más empollones y rápidamente los primeros dejaron de llevarlas y se
acabó la moda”. Es precisamente la elevada importancia que se da a la
identificación social la que hace que hoy el poder de las modas sea mayor.
Además, al ser más cortas, las empresas multiplican sus lanzamientos para
mantenerse en el candelero o poner algo nuevo de moda, así que se agudiza la sensación de
que cada vez hay más modas y duran menos.
“Ahora, con el
clima de crisis que vivimos, se aprecia una vuelta a prendas versátiles, de
líneas más puras y con atención a la calidad para que sean duraderas”,
ejemplifican. Y por más que su trabajo consista en escudriñar y casi dictaminar
qué está de moda, dicen que parte del atractivo de ésta “es que nunca se puede
predecir lo que va a tener impacto en la calle ni por cuánto tiempo”.
Pasos básicos para crear
tendencia
-Elija bien antes de lanzarse a la aventura de inventarse una moda y
conseguir que triunfe conviene que revise si lo que quiere que los demás copien
reúne las variables para ello. Lo primero es que la propuesta sea o aparente
ser original. Además debe poder exhibirse y ser accesible, es decir, que si
alguien lo quiere lo pueda tener. Y ha de ser algo apropiable, es decir, que
despierte en quien lo vea las ganas de copiarlo. Para ello, ha de ser relevante
y coherente con la escala de valores o el estilo de vida de quien quiere que lo
copie.
-Regáleselo a un innovador Si quiere que su propuesta triunfe,
probablemente no sirva con que la adopten sus amigos y familiares. Ha de
conseguir que la hagan suya algunas de esas personas que siempre marcan estilo,
que siempre están a la última, que son los primeros en sus círculos en comprar
o probar algo que después los demás quieren y copian.
-Invente una historia Le ayudará a estar y mantenerse en el
candelero elaborar un discurso de apoyo a su moda, explicar por qué se hace, se
dice o se vende eso, qué significa llevarlo o comportarse así, por qué es
diferente; en definitiva, construir una imagen social en torno a ello de la que
los medios y redes sociales puedan hablar y debatir.
-Evite contaminaciones Si quiere que su moda dure y no se
desvirtúe, evite que sea copiada por personas de colectivos o estatus
diferentes al que va destinada, al menos al principio.
Todos nosotros de una u otra
manera, hemos sido influenciados por una moda u otra durante nuestra vida, sea
textil, de accesorios, culturales, de mobiliario, electrónica, digital, etc,
etc.. Por ello no podemos dejar de tener en cuenta lo importante que han sido
las modas, en la Historia y para nosotros mismos.
Podéis dejar vuestros comentarios y opiniones en el
recuadro inferior si así lo deseáis.
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