Ponencia presentada por Paqui el pasado sábado día 8 de Diciembre
La discriminación de las empleadas domesticas
en Chile subleva a las redes sociales y a los jóvenes en defensa del colectivo.
Un club de Santiago prohibió a las mujeres acercarse a la piscina sin el
uniforme.
Los chilenos discuten por estas horas el
origen de la palabra nana, con la
que se designa a las empleadas domésticas con cama adentro, toda una
institución de los hogares. Unos dicen que proviene de Nanny: así se llama la niñera en las casas acomodadas de habla
inglesa.
Nanas, precisan otros, son las canciones de
cuna con la que se intenta dormir a un niño. Ñaña, en cambio, proviene del quechua, una de las lenguas
originarias andinas, y quiere decir hermana o mujer mayor, en cierto sentido,
la que cuida otro. En lo que no parece haber gran desacuerdo es en el lugar
social que le ha asignado a la nana un país de fuerte matriz clasista. Lugar
que, a veces orilla el apartheid,
según el portal El Mostrador.
La pasada Navidad, el club las Brisas de
Chicureo, una localidad al norte de Santiago, donde se concentran parte de las
urbanizaciones más lujosas, prohibió a las nanas acceder al perímetro de la
piscina sin el tradicional uniforme a cuadros o disfrutar sus instalaciones.
Días atrás, el canal Chilevisión se hizo eco de una denuncia insólita.
Felisa Pinto, empleada doméstica de la familia
de un empresario naviero que vive en el condominio el Algarrobal II de
Chicureo, presentó un recurso judicial por discriminación.
El reglamento de copropietarios impide que las
nanas, así como jardineros, obreros o cualquier trabajador temporal, entren a
pie en la urbanización. Un bus los reparte mansión por mansión. Felisa encontró absurdo y ofensivo no poder llegar a pie,
apenas debe recorrer 100 metros.
Inés Pérez Concha, honorable vecina de El
Algarrobal, de 28 años, explico a Chilevisión las razones de los dueños. “Aquí la única obligación que tiene mi nana
es entrar a las 8.30 de la mañana. Al retirarse a las seis de la tarde lo tiene
que hacer en un furgón”. El posesivo mi
sonó en su boca con un fuerte sentido de propiedad. “¿Te imaginas todas las nanas caminando para afuera, todos los obreros
por la calle, y tus hijos ahí en bicicleta?”, agregó.
Las redes sociales ardieron. Chile está
convulsionado desde principios del año pasado. Las protestas estudiantiles han
irrumpido como un punto de inflexión político y cultural. Las generaciones que
crecieron en democracia ya no toleran el legado de la dictadura y, mucho menos,
los criterios de jerarquía y abolengo que el pinochetismo profundizó.
La popular actriz Javiera Díaz de Valdés se ha
bañado en la piscina de las Brisas de Chicureo con el trajecito a cuadros, en
solidaridad con sus tradicionales usuarias. Los mismos jóvenes que reclaman una
educación gratuita y de excelencia llamaron a marchar hacia el Algarrobal II,
todos vestidos de nanas y obreros, bajo el lema “No más discriminación”. Tras el escándalo, el patrón de Felisa
Pinto, la nana rebelde, acaba de cederle ante notario el derecho de “caminar libremente por el condominio”.
Abel
Gilbert
Buenos Aires
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