Ponencia de la Tertulia del dia 14 de Julio del 2012 presentada por Paqui
PROLOGO
Hoy voy a empezar hablando en la
tertulia de las buenas maneras, la Urbanidad
y la Cortesía, cosas todas ellas
que para muchos de nosotros son tan lejanas como la guerra de las Termópilas o las guerras púnicas. Y
espero que nadie se ofenda ni se levanten ampollas, pues cada uno de nosotros
vemos a veces las formas muy diferentes a los otros.
HISTORIA
En Egipto hace unos 2.700 años
antes de Cristo, un padre dejo escrito en un papiro los importantes consejos
que le había dado a sus hijos. Más o menos decían algo así como:
Habrá ocasiones en la que seria
mejor mantener la boca cerrada, para no mater la pata, no crearte enemigos y
poder aprender de lo que escuches.
Cuando comas con mucha gente no te
comportes como un glotón, come despacio y de lo que tengas más cerca, porque si
te inflas hasta que no puedas más serás señalado para siempre por tu avaricia y
tu glotonería.
No presumas de tu fuerza ni
provoques líos con tus compañeros. Evita enfrentamientos y peleas. Resumiendo….No
te metas en líos.
Ya veis aunque sean consejos de hace
5.000 años os pueden servir todavía, parece ser que los modales no caducan.
Los buenos modales, la buena
educación solemos relacionar todas estas expresiones con el encorsetamiento,
con el comportamiento de nuestros abuelos. Sin embargo, lo cierto es que la
buena educación es primordial en las relaciones.
Al principio y mediados del siglo XX los hombres
debían saludar a las mujeres con un besamanos y que una mujer jamás debía auto presentarse, y mucho menos a un
hombre eso se debía al protocolo que había impuesto.
Hoy en día la situación es diferente no quiere decir
que ha desaparecido el protocolo, ni que pueda prescindirse del saludo, de la
cortesía o de las buenas maneras.
El protocolo es hoy día el elemento básico de la
comunicación, mientras que el siglo pasado se entendía única y exclusivamente
como ordenamiento de las personas en función de su categoría o estamento. La
diferencia es que se ha ampliado como instrumento de comunicación: es la
educación, el saber estar, el sentido común, el no perder las formas ; en
definitiva, lo que de forma coloquial se denomina el “buen rollo” , el respeto
mutuo a quien tienes enfrente, a tu lado o por encima de ti, explican desde la
Asociación Española de Protocolo (AEP).
Salvador Cardús profesor de Sociología de la
Universidad de Barcelona (UAB), destaca que hemos pasado de una sociedad
uniforme, con una jerarquía clara de quien era la clase dominante, a otra
sociedad con la jerarquía desdibujada, con grupos sociales de origen muy
distinto, y eso ha complicado el sistema para comunicar respeto. “El sentido
común no funciona porque hay muchos sentidos comunes distintos para aplicar”.
Conclusión es que la crisis de buenas maneras no
obedece tanto a cuestiones de tipo ético o a falta de valores como a la
ausencia de referencias claras y a una mayor complejidad social. “En una
sociedad donde hay familias que no tienen mesa de comedor, donde sus miembros
comen o cenan en el sofá a medida que van llegando a casa, difícilmente se
puede pedir a los niños que no se levanten de la mesa hasta que acaben de comer
o que no comiencen hasta que todos estén servidos”.
De todos modos, que sea difícil regular un código
común para todos los grupos y ámbitos sociales no quiere decir que haya que
renunciar a las buenas maneras. Más bien hay acuerdo en que son
imprescindibles.
El filólogo Eustaquio Barjau sostiene en (Elogio de la
Cortesía) que las buenas maneras son necesarias para facilitarla comunicación
con otros y como método de protección ante el continuo contacto con los demás.
Explica Barjau que las relaciones corteses propician
que se mantengan una distancia entre los implicados en una relación, incluso
entre iguales, que permite preservar un espacio propio y protege de la
intromisión.
También Cardús reivindica la necesidad de contar con
unas normas de buen comportamiento. Es preciso establecer al menos unos mínimos
básicos que, aunque no sean universales si sirvan para lugares concretos, como
un determinado centro de trabajo o una familia;
Porque si no hay un código de comunicación, no es que
estemos ante una mayor expresión de libertad, sino de confusión.
Pone como ejemplo el uso actual del móvil, que
considera enormemente mal educado.
Se produce una situación de extrema violencia cuando
en una conferencia quien esta sentado en primera fila se pone hablar por el
móvil.
Uno podría pensar que es innecesario verbalizar normas
que digan que eso es de mala educación o que hay que apagar el móvil antes de
entrar en una conferencia o reunión, porque parece de sentido común. Pero el
sentido común no funciona. Lo he visto hacer a personas muy educadas, y he
estado en reuniones muy formales en la que la gente contesta al móvil sin salir
de la sala.
La catedrática de Ética y Filosofía de la UAB,
Victoria Camps, “Dice que hemos pasado de una educación muy autoritaria a una
sin autoridad y sin disciplina, por miedo
a ser excesivamente dogmático, hemos descuidado las normas de cortesía y
urbanidad, pero esas normas son la base del aprendizaje moral; si no nos gustan
las antiguas, podemos sustituirlas, pero debe haber unas convenciones mínimas.
Los propios términos cortesía, urbanidad, modales… son
palabras en desuso. “Pero el menosprecio a las normas nos ha hecho aflojar en
algo que es fundamental en educación; la coacción mediante una normativa
clara y el esfuerzo por hacerla
cumplir”, subraya.
A su juicio, debe haber unas convenciones básicas –
como no gritar demasiado, tratar bien a los mayores o pedir las cosas por
favor- que permitan tratar a cada cual como debe ser tratado, que facilitan la
convivencia cívica en las ciudades, el respeto del espacio y de las cosas
publicas.
De Hecho, contempla las viejas virtudes de la
austeridad, la templanza y los buenos modales como virtudes cívicas necesarias
para una vida individual y colectiva civilizada y tolerante.
Camps recuerda que, aunque en la escuela ya no enseñan
todas esas normas de urbanidad, siguen siendo igual de necesarias que hace
medio siglo, como prueba el hecho de que algunos ayuntamientos (el de Barcelona
entre ellos) hayan tenido que recordarlas – y exigir su cumplimiento bajo
amenazas de sanciones- por la vía de
ordenanzas municipales.” Siempre tiene que haber una mínima coacción porque la
gente no se autorregula” comenta Camps.
La catedrática de Ética y Filosofía está convencida de
que esta debería ser también la línea seguir por las escuelas e, incluso por
las familias: regular los aspectos de comportamiento que más fallan y unas
normas básicas de convivencia.
No hace falta que desde fuera se imponga nada, pero si
que cada centro establezca una mínima normativa que regule también las
cuestiones más funcionales, como si se puede llevar gorra, qué se hace con los
móviles, si se puede masticar chicle…, algo similar a lo que debería ocurrir en
cada hogar, donde los buenos modales pueden servir para compatibilizar la
espontaneidad que proporciona el ámbito familiar con el respeto exigible a los
otros.Porque a la hora de relacionarse, uno no debería olvidar que la imagen
que tendrán los demás de él no dependerá solo de su aspecto físico o de lo que
diga, sino también de sus gestos, de su comportamiento, de sus expresiones y de
su personalidad.
Saber comportarse o no en cada circunstancia dice
mucho y transmite siempre una imagen de cada persona. La puntualidad , devolver
un saludo, enviar a tiempo una invitación, atender de forma adecuada una
llamada, escribir correctamente un email o mirar a nuestro interlocutor en vez
del móvil son requisitos que no deben descuidarse.
Tú puedes ser el que más conocimientos tengas de tu
profesión o carrera profesional, pero sin una buena dosis de buenos modales,
puede ser que seas la persona menos querida de tu entorno.
Saber agradar, comportarse de modo correcto en
cualquier situación, mostrar nuestro mejor “barniz social” puede hacernos ganar
la simpatía de todo nuestro entorno.
Por eso nos preguntamos ¿Qué son los buenos modales?
Saber convivir, saber agradar y saber estar, con un toque de estilo.
Según el diccionario de la Real Academia Española la
urbanidad es: cortesanía, comedimiento, atención y buen modo. El diccionario de
la RAE resume, perfectamente en cuatro términos todo lo que nos lleva a tener
una mejor convivencia con los demás.
Ahora para terminar voy a leer un par de refranes que
hablan de la cortesía, y las buenas maneras.
-Buenas palabras y buenos modales, todas las puertas
abren. (Que quiere decir).Ser educado cuando se habla y cuando se actúa es muy
importante de cara a los demás. Las personas educadas suelen tener menos
problemas para conseguir sus objetivos.
-Cada cual de aquello que sabe, y de lo demás que
calle. (Quiere decir).En las conversaciones es mejor escuchar cuando no se sabe
o no se domina el tema sobre el que se habla. Puede expresar su opinión de
forma breve pero no es conveniente meterse en “Jardines” de los que no puede
salir sino malparado.
Por último el refrán que más me gusta.
-Lo
cortes no quita lo valiente. Y de este os dejo que opinéis vosotros.
En los años 60 se pensaba que las normas de cortesía eran pura hipocresía, y se dejaron de utilizar para pasar, según se decía, a un trato más cercano y amigable, pero después se comprobó que a lo que se había llegado era a una falta de respeto por todo casi absoluta. Todavía continuamos en esta situación de ambivalencia donde no se sabe bien, bien, dónde están los límites, porque lo que es evidente es que para poder convivir se necesitan normas, porque sino se cae en el caos. El "por favor" y el "gracias", por ejemplo, tendrían que estar a la orden del día, entre padres e hijos, para después pasar a usarlos con la mayor naturalidad en los demás ámbitos de nuestra vida.
ResponderEliminar¡Salud