Maldito
sea el día y la hora que cuatro hombres con sus fusiles colgados a la espalda
llamaron a la puerta de Francisco Segarra Llorens y le obligaron a salir de su
casa sin más razones que la fuerza de unos fusiles encañonándole……¡¡¡¡Venga, vístete y tira para el camión que está en tu
puerta!!!!, no se opuso, no podía. El se
imaginó el destino de su viaje y no se equivocó.
Se
despidió de su joven esposa y su pequeño hijo Juan Segarra Bartolomé, no le volvieron
a ver nunca más. Sus padres, hermanos y
demás familia tampoco….fin de su paso por la tierra!. Tenía treinta y un años.
¡¡¡¡Y
las campanas no tocaron a muerto!!!!
Toda
la familia se unió para su búsqueda, querían saber que hicieron con él. Donde podía estar….con la esperanza de
encontrarlo vivo o muerto…nada de nada, silencio absoluto. Nadie sabía nada. Francisco Segarra Llorens no había existido,
lo borraron de este mundo con las balas de sus malditos fusiles.
Pasó
un tiempo, un día Josefina, vecina de los padres de Francisco llamó a su puerta
muy atolondrada, les explicó que en un bar de las dos plazas del pueblo (La
Plaça de Dalt), estaban unos hombres charlando animadamente. Uno de ellos se sacó de su cartera una
fotografía, la mostraba pasándola de mano en mano, todos la vieron……Josefina
también, pudo reconocer en ella a una hermana de Francisco, una joven mujer con
un bebé en brazos.
Dicha
fotografía se la envió su hermana Consuelo para que en ella pudiera conocer a
su hija recién nacida; vivían en diferentes ciudades y solo así era
posible. Dicen que Francisco (Paquito
para su hermana) siempre llevaba en su cartera ésta fotografía. ¿Cómo podía tenerla el individuo del bar?. Se armó un buen revuelo, los padres de
Francisco salieron espitados hacía la plaza de Dalt para encontrarse con el
individuo, intuyeron que el aludido tenía alguna cosa que contar de la
desaparición de su hijo, dicen que el cara a cara fue un mar de acusaciones,
nadie quiso delatar al portador de la fotografía…….todos callados (estaban en
plena guerra civil). Nadie se quiso
involucrar…tenían miedo???. Ante la
impotencia del momento, el padre de Francisco solamente pidió a quien tuviera
la fotografía de su hijo que se la devolviera, le dolía en el alma saber que un
desconocido la tuviera y la mostrara como un trofeo de guerra. Su hija y su pequeña nieta estaban en ella,
no podía asumirlo.
El
revuelo de los vecinos del pueblo que empezaron a llegar fue muy molesto para
el supuesto asesino y agobiado tiró la fotografía al suelo y se marchó, así fue
como todos pudieron conocer a uno de los cuatro asesinos de su hijo.
Desgraciadamente
nunca se supo donde lo asesinaron ni donde descansan sus huesos, seguramente en
una fosa común con otras víctimas desaparecidas aquellos días entre el terme
comarcal de La Figuera y Mora D’Ebre.
Esta
narración es verdadera, la puedo escribir perfectamente letra por letra, yo
tengo la fotografía de la cual sale toda esta narración, el bebé que se muestra
en dicha fotografía soy yo….Olga Alvaro Segarra, la conservo perfecta, la
cuidaré mientras viva. En ella está
escrita una dedicatoria de mi madre a su hermano, dice así “Olga Alvaro
Segarra, nació a las 5 de la mañana del 26 de enero, tiene ya un mes. Para mi querido hermano Paquito”.
Nunca
he comprendido porque el asesino se quedó con la fotografía y la mostrara a sus
amigos, solo cuando la miro y veo a mi madre puedo entender la idiotez del
individuo. Mi madre era guapísima!!!!!!,
quizás este fuera el motivo de que se la
guardara, mami…tu querías mucho a tu hermano y él a ti, ¿Podemos creer en un pequeño milagro?.....Descansad en paz.
Olga
Alvaro Segarra
12
de mayo de 2011
Nota: Olga me pidió que colgara otro de sus relatos, por si a alguien le apetece leerlo y dar su opinión sobre él
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