Este tema me lo inspiro una película que vi, titulada El Método representaba que siete personas que optaban a un puesto de trabajo se iban eliminando entre ellos utilizando todos los medios fueran éticos o no.
¿Que pensamos, de alguien que se define como una persona ambiciosa? Hay mucha gente que afirma que lo es, ya sea en el terreno de los negocios, los deportes o el arte. Puede ser que quieran dirigir empresas con éxito, conseguir una medalla de oro en los Juegos Olímpicos o escribir una gran novela. Mucha gente piensa que la ambición es positiva considera Iñaki Piñuel, sicólogo clínico y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares porque vivimos en una sociedad en que se potencia y se valora El Diccionario del Instituto de Estudios Catalanes, nos dice que es el “deseo grande de conseguir riquezas, honores, dignidades, fama, poder o cualquier cosa que halague el amor propio”. En este sentido no parece que se pueda presumir.
Tal como señala Javier García Campayo, psiquiatra y profesor de la Universidad de Zaragoza, la ambición siempre tiene un matiz de desmesura. No es el medio designado de conseguir alguna cosa con un esfuerzo ponderado, de manera que no se puede hablar de ambición positiva. Seria como hablar de avaricia positiva.
Por tanto no se a de confundir ser ambicioso, que siempre implicara un esfuerzo excesivo y probablemente un perjuicio en mayor o menor medida para los otros, como la ilusión y la constancia necesaria para conseguir objetivos profesionales legítimos. En todo caso, esta definición del diccionario se identifica con muchas personas que anteponen las ambiciones a la familia o la salud, o que, directamente, traspasan los márgenes de la legalidad o ética porque buscan dinero o poder a cualquier precio. “Y esta gente es la culpable de la crisis económica actual”, opina Iñaki Piñuel.
Pongo por ejemplo los dos casos más flagrantes para la sociedad española uno es el de Luis Millet director del Palau de la Música de Barcelona que estuvo defraudando durante décadas, y aun esta pendiente de juicio. El segundo caso más sonado es el de Iñaki Undangarín yerno del Rey en el que por su posición de miembro de la casa real se a estado lucrando para sacar dinero fraudulentamente a diestro y siniestro a todos los que se ponían a tiro. (También esta imputado en espera de juicio). Aquí cabria la frase tan famosa “La ambición rompe el saco”.
En una entrevista que se publicó el año pasado en el semanario portugués Expresso, Bernard Madoff, autor confeso de una estafa piramidal de mas de 37.000 millones de € por lo cual ha sido condenado, que intento dejarlo pero la ambición de sus clientes lo van a rastrar.
Es una excusa interesante, porque arremete con uno de los pilares de la nuestra sociedad: siempre queremos más. Tal como explica Javier García Campayo, esos es evidente sobretodo en países como los Estados Unidos, donde la ambición esta muy relacionada con el sueño americano y no se considera que sea nada negativa. El parecer de Iñaki Piñuel, ser ambicioso no se trata, para la mayoría de las personas, una elección consciente. Hay muchos que se dejan llevar por la creencia que lo han de ser porque se piensan que los otros también lo son.
Se trata de una programación social. Y viven en rivalidad permanente con los otros. ¿Que pensamos cuando alguno nos dice, que no es nada ambicioso? Pues mucha gente piensa que es un endeble. Cuándo, realmente la ambición es la causa psicológica de la crisis. El deseo es una cosa natural en el ser humano. La persona ambiciosa, siempre quiere más. Y esta condenada a no estar nunca satisfecha. Mucha gente ha conseguido el éxito pero, ahora sienten un gran vacío interior.
También la ambición profesional excesiva es igual de dolorosa tanto para hombres como para mujeres. Un ejemplo “cuando nos presentamos nos suelen preguntar además del nombre la profesión” Porque parte de nuestra estima se debe al trabajo y al éxito laboral, que determina el éxito económico y social.
Por eso, el trabajo es tan importante y la ambición suele ser laboral. No es nada extraño, que muchas personas ambiciosas también sean adictas al trabajo. Trabajan todas las horas posibles con pocos descansos, sacrifican la vida personal y ponen en riesgo la salud mental y física. Viven en una burbuja de transito hipnótico en que siempre están pendientes del futuro y de lo que mas tienen que conseguir. Son incapaces de sentirse satisfechos en el presente.
Muchos de estos profesionales acaban quemándose por la faena, suelen ser hombres (más del 70%), de mediana edad entre (30-45 años) son profesionales bien remunerados y con prestigio social.
Si hiciésemos una radiografía de la personalidad de muchas personas ambiciosas veríamos que, en general, comparten una serie de estilos. Como explica García Campayo, suelen ser personas inseguras y con una autoestima baja, competitivas y controladoras en lugar de cooperativas, y muy perfeccionistas. Úrsula Oberst, profesora de Psicología de la Universidad Ramón Llull, señala que cuando la ambición aparece para compensar un sentimiento de inferioridad es especialmente peligrosa para uno mismo y los demás. Si se mira atrás desde la infancia se ve que muchas de estas personas han tenido unos padres muy exigentes. Han sido niños que han recibido afecto a través del rendimiento que han obtenido, buenas notas, por ejemplo.
Aprenden que a través de la ambición pueden recibir atención y afecto. (Afecto a cambio de éxito) y lo convierten en su estilo de vida. “En realidad, los niños tendrían de recibir afecto cuando fracasan, porque el éxito en si es muy gratificante”.
¿Y se puede desprogramar a la persona ambiciosa? ¿Se puede extirpar un deseo que muchas veces forma parte del ADN emocional de esta gente? ¿Qué le queda, a una persona ambiciosa, si le quitas su juguete que más le importa? Iñaki Piñuel ha visto pasar por la consulta muchos directivos, que no podrían gastar ni en mas de una vida todo el dinero que tienen pongo unos ejemplos: ahora hace pocos días ha salido el “top de la lista de Forbes” que es la lista de los hombres mas ricos del planeta el primero de la lista es el mexicano Carlos Sliim (comunicación) con (69.000 millones de dólares) El segundo de la lista es Bill Gates, ( Microsoft) con una fortuna de (61.000 millones de dólares) y también en esta lista hay un español en quinto lugar, Amancio Ortega, (Inditex, textil) con (37.500 millones) no sabemos si estos señores, sienten un vacío terrible, Ho están muy entretenidos amasando dinero. Si quieren salir de ese pozo, se les a de explicar que esa ambición es una manera de funcionar no consciente. Y aun así no se puede decir que haya caso irrecuperables, si que es difícil, para muchas personas, aceptar su realidad y dejar de vivir únicamente pensando en lo que les falta.
De todas maneras, a veces la realidad se nos cae encima. Podemos pensar que la caída colosal y obligada que ha representado la crisis ha conseguido que muchos ambiciosos se hayan dado cuenta que este camino es un atajo para la ruina personal y social. Iñaki Piñuel dice que después de años de experiencia viendo pasar por la consulta tantas personas atrapadas por la ambición, considera que la única solución para superar esta crisis y prevenir futuras es conseguir una especie de conversión psicológica colectiva para que la ambición deje de ser el motor del mundo. Por ejemplo, dejar de consumir tanto. ¿Por qué me he de cambiar el coche si aun me funciona bien? Vivimos en un planeta con recursos limitados y la ambición los mata.
También tendríamos que fomentar la cooperación en lugar de la competitividad ¿Cómo? Se podría conseguir si tuviésemos buenos modelos a la vista. Pero muchos modelos son políticos corruptos y mucha gente piensa que si ellos lo hacen, ¿porque no lo puedo hacer yo, también?
El gran problema insisto es que nos han vendido de que el mundo es a si. Que el ser humano es ambicioso y siempre quiere más. Y que tiene que ser de esta manera para que la economía funcione. Lo que nos dicen es verdad, el mundo es a si. Pero también es verdad que podría ser de otra manera. ¿Y que se puede conseguir? Pienso que muchas personas no han tenido más remedio que dejar de ser ambiciosos, pero si llega otra época de vacas gordas volveremos a desencadenar la ambición.
El mundo está en manos de los ambiciosos. Soñar con un mundo más justo y equitativo, es hacerlo desde una perspectiva izquierdista, y esto conlleva un compromiso político, con el que mucha gente no está de acuerdo, pero desde mi punto de vista es el único eficaz. Sus valores tienden hacia la ética de la cooperación frente al individualismo, pero, claro, para ello se tendría que dejar de lado este sistema capitalista, y su nueva representación neoliberal, que todo lo diezma, para poner el listón de los objetivos en otros parámetros más equitativos. El comunismo tal como se ha experimentado en el S.XX ha fracasado, pero no debemos perder la esperanza de pensar, que entre todas las formas de gobierno, ésta es la más justa para toda una gran mayoría de población, eliminando los errores.
ResponderEliminarLa codicia es una desmesura que debería estar penada por la ley, pero vivimos en un mundo donde el progreso se asocia con la ambición, y éste es un gran error de partida.
Salud.
Creo que tener una sana ambición es bueno , pero cuando se convierte en la razón de ser es negativa y mala , muy mala.Los muy ambiciosos aspiran a set los primeros ,sin preguntarse entre quienes , los primeros de un mundo cruel , desgarrador que han inventado ellos , entre ellos los ambiciosos y cuyas reglas solo ellos conocen y solo a ellos rigen Ambicionaron ser todo o nada , Cesar o nada , pero en su más profunda intimidad , olfatean la tragedia .Consiguen la totalidad , lo que querian ,pero también lo contrario, cuanto ansiaban y cuanto detestanban.Su pasión por el éxito los arrastra demasiado lejos.
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