Ponencia del día 11 de febrero de 2012 por Blai Pocurull
El título de la ponencia es Pudor y pudor:
Si echamos mano al diccionario podemos ver que la definición que hace el RAE de esta palabra es:
Pudor (1 ).
(Del lat. pudor, -ōris).
Pero también:
Pudor (2).
(Del lat. putor, -ōris).
De hecho, podríamos resumir, que el pudor es lo que nos avergüenza, aunque, mucha gente siente vergüenza cuando se da cuanta , por ejemplo, de que va en el metro con la bragueta del pantalón abierta, en cambio no tiene ningún “pudor”, en apestar el vagón con olor a sobaco ácido, macerado con el último desodorante que anuncian.
De todas formas, hoy nos referiremos a la primera acepción del término pudor.
Un artículo, sobre este tema comentaba que cuando en 1952, Pedro Zaragoza, alcalde de Benidorm, firmó una ordenanza que permitía el uso del bikini en las playas de la localidad, le faltó muy poco para ser excomulgado.
Pero detrás de esta medida había beneficios económicos inimaginables hasta entonces en una España que todavía se tapaba hasta la rodilla.
El turismo del norte de Europa, ya entonces libre de prejuicios y de pudor, comenzaba a invadir el litoral con muy poca ropa.
Sesenta años después, Barcelona ha enterrado la desnudez en la calle, pero también andar en bañador o sin camiseta, para dignificar su imagen y quitarse la reputación de ciudad donde vale todo.
¿Nos hemos vuelto púdicos? ¿Nuestra percepción hacia la desnudez ha sido siempre la misma, o por el contrario, ha cambiado con los tiempos? ¿Somos más permisivos y desinhibidos en unos lugares que en otros?
La desnudez, total y parcial, sigue planteando interrogaciones y conflictos, al menos en los espacios públicos. Pero al mismo tiempo, hemos interiorizado el topless en las playas
Nos hemos acostumbrado a la presencia de manifestantes sin vestidos: ya sean los streakers que se cuelan en los estadios deportivos, los nudistas en bicicleta o los activistas de los derechos de los animales de la asociación PETA, sin olvidar las multitudes en cueros que congrega el siempre polémico fotógrafo Spencer Tunick.
También se ha creado la moda de mostrar desnudos por Internet a raíz de las fotos de Scarlett Johansson, a eso se le llama #scarlettjohanssoning.
¿Tendremos que considerar al mismo nivel el torso blanquecino de un turista en las ramblas o a alguien haciendo footing en la Diagonal?
Los que están en contra de la medida de sancionar los bañadores en la calle argumentan que una chica con top y minifalda, lleva la misma superficie de tela que otra con un bikini, con la diferencia que a la primera no se la cuestiona, con lo cual, no depende de la cantidad de “carne” enseñada, de lo que se deduce que los limites de lo que se puede o no mostrar son arbitrarios.
En una ciudad coexisten espacios en los que mostrar el cuerpo es aceptado y otros en los que no.
Según la antropología, el hombre comenzó a vestirse hace 30.000 años, para protegerse del frío, la lluvia y de los arañazos de las plantas, y posteriormente como símbolo de estatus para diferenciarse de los demás.
Es difícil saber si con los comienzos de la vestimenta nació también el pudor.
Para Dan Fessler, antropólogo de la Universidad de UCLA en California, cubrirse los genitales es una característica evolutiva destinada a reforzar la monogamia. Otros autores, sin embargo, achacan al pudor un origen cultural y educativo. “Se trata de un mecanismo de control, una convención social y cultural, pero nos parece natural en la medida en que lo interiorizamos y lo manifestamos físicamente cuando nos sonrojamos”.
Para muchas tribus africanas, los senos femeninos no tienen ninguna connotación erótica, al contrario que en Occidente. Pero incluso aquellas tribus en las que la desnudez es o era la norma, (ya nos hemos encargado los occidentales de venderles camisetas, aunque sean del Barça), hay también cierto sentido del pudor, como que hombres y mujeres cierren las piernas cuando están sentados o eviten ciertas posturas.
En los países musulmanes rige la “elawra”, en la que la norma de pudor afecta a las mujeres todo el cuerpo excepto la cara y las manos, y para los hombres desde el ombligo hasta las rodillas.
Son las zonas que deben cubrir en presencia de otras personas, excepto del cónyuge. De esa norma ha surgido el famoso “burkini”, para el baño playero de las musulmanas.
En otras civilizaciones como la griega, el desnudo tenía connotaciones heroicas, filosóficas y deportivas. El masculino, por supuesto, ya que era una sociedad profundamente misógina.
En los Juegos Olímpicos los atletas entrenaban y competían desnudos. De hecho, nuestra palabra gimnasia proviene del griego “gymnastike”, que significa, literalmente, desnudez. Los romanos acudían habitualmente a las termas, los grandes baños públicos, pero existían estancias separadas por sexos. Había, además, ciertas reglas no escritas: un hijo no podía bañarse con su padre, ni un yerno con su suegro: se consideraba una afronta a la autoridad patriarcal.
Durante la edad media, era habitual que los campesinos nadaran desnudos en los ríos, además, los más pobres, vivían en casas donde sólo había una habitación y una única cama para toda la familia: el pudor se dejaba de puertas para afuera.
En Japón, desde tiempos remotos, las viviendas cuentan con un “furo”, una gran bañera de vapor donde antes de ir a dormir se bañan juntos todos los miembros de la familia.
Los desnudos eran los cuadros favoritos de los distintos monarcas para decorar sus salones privados. De hecho, en el Museo del Prado existió hasta 1838 una sala reservada donde estaban los magníficos desnudos de las colecciones reales, (que provenian del palacio de Carlos III) sólo se mostraban a unos pocos privilegiados.
Durante la época victoriana, la contemplación de los tobillos femeninos por parte de un hombre era algo escandaloso y los vestidos anchos impedían apreciar las curvas de la mujer. Tamaña contención no hacía sino agrandar el morbo y encubrir la doble moral de la época.
El nazismo hizo apología del perfecto cuerpo desnudo como arma política muy ligada al racismo.
Hacia 1920, el economista estadounidense George Taylor desarrolló una teoría que relacionaba el pudor directamente con la situación económica: en época de bonanza económica las faldas se volvían más cortas, mientras que, si los vientos financieros arreciaban, su longitud crecía. Aunque la teoría ha dejado de ser válida en nuestros días, sí es cierto que el vestir (y el desvestir) refleja el estado de ánimo.
“El vestido puede ser muchas cosas, una defensa no sólo contra las inclemencias del tiempo, sino también una coraza para aislarnos del resto de la sociedad si nos parece agresiva” .Por eso en épocas de bonanza, como estamos más alegres, la moda expresa un nuevo estado de ánimo destapando más”,
Después de cuarenta años de dictadura franquista, represión y censura, el llamado destape llegó al cine y a las revistas, símbolo de una época marcada por la búsqueda de la libertad.
“Con el destape aprendimos a ser demócratas, y fue entorno al sexo y a la sexualidad que aprendimos tolerancia, a respetar los derechos de la mujer y más tarde de los homosexuales”.
Porque desnudo y sexualidad son inseparables, después de todo. Pero también es algo estético o antiestético. “La desnudez es un lenguaje, un acuerdo social, y sobre todo, una idea estética”.
A una mayoría de hombres no les importaría ver a una chica joven y guapa desnuda en la calle, pero no opinarían lo mismo de un señor mayor en bicicleta., y viceversa, evidentemente.
Al mismo tiempo que siempre ha habido, por distintas razones, partidarios del desnudo, también ha habido detractores.
Por culpa de la ñonez del papa PIO V, el discípulo de Miguel Ángel, Daniele da Volterra, ha pasado a la historia con el sobrenombre de “Braghettone”, ya que fue el encargado de cubrir los desnudos de la Capilla Sixtina, para que no se escandalizaran los pacatos.
En la última restauración, durante la década de los noventa, los personajes de Miguel Ángel regresaron a su desnudez original.. Este ya había escandalizado años antes a los florentinos, su David, instalado en 1504 en plena plaza de la Signoria, era la primera estatua desnuda que se erigía en público desde la época romana.
Otro que pasará a la historia es el Duque de Mazarin, que a finales del siglo XVII destruyo centenares de pinturas de su colección, además de emascular martillo en mano estatuas como la de Adonis que actualmente está en el Loubre después de que Francoise Duquesnoy, se los restituyera.
En 1914, la sufragista inglesa Mary Richardson entró en la National Gallery de Londres con un hacha de carnicero y asestó siete hachazos a la Venus del espejo, de Velázquez, porque según ella no le gustaba como la miraban los hombres.
Aunque en tiempos mas recientes, John Ashcroft, fiscal general de Estados Unidos bajo mandato de Bush, ordenó cubrir dos estatuas art déco del salón de actos del Departamento de Justicia porque una de ellas mostraba los senos, y la otra, masculina, el torso desnudo. El apaño costó 8.000 dólares, y fue descartado por su sucesor.( como dice el refrán Dios los cría y ellos se juntan)
Silvio Berlusconi también desató la polémica en un episodio similar. La sala de prensa del Palazzo Chigi, sede de la jefatura del Gobierno italiano, está presidida por una reproducción de El tiempo descubre la verdad de Giambattista Tiépolo (del siglo XVIII).El pecho de una mujer que daba siempre en el encuadre de las cámaras, por lo que el premier ordenó aplicarle un Photoshop pictórico digno de Volterra.
En las playas del norte de Europa, el bañador es opcional. En España, tradicionalmente, las zonas nudistas están apartadas de las ciudades, y son habitualmente calas poco frecuentadas, porque el nudismo total provoca fricciones, y el topless femenino no.
De hecho el topless comenzó en los años sesenta en las exclusivas playas de Saint-Tropez, en la Costa Azul. Aunque parezca una cosa reciente, su origen es de 1964, cuando Rudi Gernreich crea el monokini, un traje de baño que dejaba los pechos al descubierto. Las revistas femeninas de la época se negaron a publicitarlo, pero el fenómeno se extendió poco a poco a las playas europeas hasta hoy. “El topless sigue siendo una elección que expresa un deseo de ser libres y de comunicar esta libertad.
En realidad existe un sentido del pudor, que afecta más por ejemplo a la percepción que los demás tendrán de nosotros que a las partes del cuerpo que enseñemos con más o menos generosidad.
Por ejemplo, encontrarse vestido en medio de una playa nudista, puede ser embarazoso, o comprobar que el modelo de bañador que llevamos puesto corresponde a los que estaban de moda el año pasado puede avergonzar más que los centímetros de piel que dejemos al descubierto.
A esto podríamos llamarlo “de pudor estético”.
Entonces podríamos concluir que el pudor como otras muchas cosas varía según las modas
Hablando de modas, desde hace unos años, amas de casa, profesores de instituto, deportistas, bomberos, policías y hasta estudiantes de universidad se desnudan en calendarios con fines benéficos o simplemente para financiarse el viaje de fin de curso. Son desnudos de andar por casa, de gente corriente (bomberos y deportistas aparte), que tienen un gran éxito de ventas y una gran repercusión mediática. Por lo visto, “la piel siempre es noticia”.
En cambio, cada vez menos gente siente pudor al explicar públicamente su intimidad personal.
Cada vez hay mas programas de televisión que su objetivo único es dar a conocer la vida privada de las personas que participan.
Ocultos bajo una falsa apariencia de tratamiento psicológico, lo que hacen es mostrar la intimidad de las personas que participan, y además ya solo falta el uso indiscriminado de “detectores de mentiras”.
Y en realidad, nadie comenta que le tiene reparos en ofrecer públicamente esa información, pero si se pondrían colorados si tuvieran que mostrarse desnudos o con poca ropa.
Y para acabar, tampoco le da vergüenza a ciertas personas, el que se las pueda seguir el rastro, desde 10 metros de distancia, o bien porque no han visto la ducha desde hace tiempo, o bien porque se duchan literalmente con la marca más cara de “Chotuno Macerado” de Margaret Pestor, pero claro ese sería tema de otra ponencia aunque con el mismo título.
Muchos datos de esta ponencia han sido sacados del articulo que publicó Sergio Daniel Bote en el suplemento ”Estilos de vida” de La Vanguardia.
Nada más y gracias por vuestra atención.
me parece muy interesante la ponencia de Blai , sentí no poder asistir el sábado .
ResponderEliminarMi comentaRIO ES :Si en una sala tuviéramos a cuatro mujees desnudad de distintas culturas ,po ejemplo. Una occidental , una árabe , una china, y una de una tribu yanomani , y entrara un hombre ,las cuatro reaccionarian de manera distinta la occidental , taparia suis senos , la china seguramente sus pies , la india se quedaria tan "pancha"y la aábe cubriia su rostro , o sea que el pudor no es un valor universal , sino cultural. Hay también la concepción cristiana del cuerpo como una càrcel del almay............ no me extiendo más . Un abrazo al grupo .MªRosa
uyyyyyyyyyyyyyyyyyy mi ordenador a veces no me marca las rrr , espero que entendais el texto.
ResponderEliminarMª Rosa, no lo entiendo.
ResponderEliminarSi en lugar de marcar Anónimo, marcas sobre NOMBRE/URL, te saldrán dos cuadraditos.
En el de arriba pone Nombre:
En el de más abajo URL
Puedes poner tu nombre o tu Nick en el cuadradito de nombre.
En el otro no es necesario que pongas nada y entonces saldrá tu nombre en la parte de arriba, antes de la fecha y la hora, en el mismo sitio que ahora pone Anónimo.
Inténtalo a ver si te sale.
Un abrazo
Yo creo que vivimos en una sociedad cada vez más desvergonzada, dicen que más libre, y que el pudor hacia ciertas cosas, que antes eran pudorosas, ahora se han ido perdiendo con el tiempo. No sé si está ligado el pudor a la represión, pero algo de ello debe de haber, sino mucho.
ResponderEliminarEstá comprobado que cada cultura tiene sus tabús y su cosas pudorosas, tanto referidos al cuerpo, como al lenguaje, pues no solo el pudor hace referencia a lo que enseñamos o no enseñamos, sino también, a lo que decimos y a lo que no podemos decir en público.
Cada vez nos hemos desinhibido más, hasta el punto que han tenido que volverse a poner leyes para volver a reprimirnos ¿en nuestro exhibicionismo?
Salud.