domingo, 8 de mayo de 2016

LOS IDIOMAS ENTRENAN EL CEREBRO

Ponencia presentada por:
Teresa Campos el Sábado 16-Abril-2016

Aprender un idioma consigue retrasar el alzheimer cuatro años. El don de lenguas es en parte genético y no depende de la edad del sujeto. A los adultos les cuesta almacenar un nuevo idioma en el cerebro.
Científicos aseguran que el cerebro de un bilingüe funciona distinto.
Conocer una segunda o tercera lengua no sólo es útil para trabajar o viajar, sino que ayuda a mantener el cerebro en forma. Diversos estudios aseguran que al hablar más idiomas se mejora la capacidad de atención y hasta se atrasa el alzheimer. Ser políglota significa cuidarse en salud.


En el mundo hay más de 6.500 idiomas. Una auténtica Torre de Babel. Si bien es imposible para cualquiera hablarlos todos, ampliar nuestros conocimientos lingüísticos es con toda seguridad una opción ganadora.
En un mundo cada vez más globalizado y ávido de comunicación, el saber desenvolverse en una realidad cultural tan heterogénea en distintas lenguas es un valor añadido de gran importancia. El reciente debate sobre incluir el inglés como asignatura obligatoria en las carreras universitarias va precisamente en este sentido. Pero ser políglota no es sólo una cuestión de tener un mejor currículum o de tener más facilidad para hacer amigos repartidos por el planeta. Aprender idiomas es un ejercicio muy saludable para nuestro cerebro. Así apuntan recientes investigaciones.
Científicos del University College de Londres han detectado, tras examinar 105 personas, de las que 80 eran bilingües, que el conocer un segundo idioma altera en sentido positivo la estructura del cerebro, en concreto el área que procesa información. En particular, mejora la llamada plasticidad cerebral. Un poco como un ejercicio deportivo ayuda a potenciar los músculos. En efecto, el análisis con el escáner ha demostrado que la materia gris situada en la parte inferior de la corteza parietal era más densa entre los que hablaban una segunda lengua, sobre todo entre los que aprendieron el idioma desde pequeños.

El profesor de Psiquiatría de la Universidad de California de Los Ángeles Joaquín Fuster, que habla fluidamente seis idiomas, cree que si se quiere potenciar la memoria, es recomendable abandonar el cómodo monolingüismo ya que "con un segundo idioma se mejoran todas las funciones cognitivas, la atención, la percepción, la memoria, la inteligencia y el lenguaje". ¿Le parece excesivo?
Al ponerse en marcha gran parte de la maquinaria cerebral, se producen, de forma indirecta, efectos muy positivos en otras áreas. Así, "los niños bilingües destacan por tener una mejor capacidad de selección de las respuestas, una mayor habilidad para llevar a cabo tareas simultáneas, gracias a que consiguen evitar interferencias y controlar el comportamiento". Albert Costa, profesor universitario y miembro del grupo de Neurociencia Cognitiva del Parc Científic de Barcelona, recuerda que "las personas que hablan dos lenguas tienen una mayor facilidad para focalizar su atención en aquello que consideran importante y prescindir de las informaciones que puedan interferir".
Sin embargo, hay que introducir algunos matices. Uno es el número de idiomas. Conocer diez lenguas no nos convertiría en genios de forma automática. Es más, con dos bastaría. La psicóloga Ellen Bialystok de la Universidad de York, en Canadá, reconoce que al hablar un idioma extranjero "se registra una mejor calidad de la atención para problemas complejos. Es como si pudiéramos concentrarnos mejor conduciendo en la carretera, evitando estar pendientes de otras informaciones que nos distraen". Sin embargo- apunta-, no hace falta convertirse en políglota para que nuestro cerebro mejore la plasticidad. "A partir del segundo idioma que se aprende, no se registran ulteriores beneficios en el cerebro".
La otra gran incógnita es la edad. Las investigaciones científicas no coinciden todas en este punto. Bialystok defiende que los idiomas sientan bien, tanto a los adultos como a los niños. Y eso porque el hecho de hablar dos lenguas "ayuda a equilibrar el envejecimiento del sistema nervioso". En particular, las investigaciones apuntan que en edad avanzada el aprendizaje de un idioma sería incluso muy provechoso y que la aparición del alzheimer "podría retrasarse hasta cuatro años".
Otra línea científica sostiene, en cambio, que si uno está familiarizado desde pequeño con una lengua extranjera tendrá mayores beneficios en su cerebro que un adulto que decida al cabo de unos años matricularse en un cursillo de idiomas Andrea Mechelli, del University College de Londres, afirmó que "quienes asimilan un idioma después de los 35 años sufrirían alteraciones positivas en el cerebro (respecto a un monolingüe), pero no de forma tan pronunciada como los que lo hacen de forma temprana". Se confirmaría pues el tópico de que un niño de tres años puede expresarse en portugués, francés o inglés, mientras que un cuarentón con años de estudios a menudo tan sólo consigue preguntar dónde está la parada de taxis.
¿Por qué cuesta tanto a los adultos aprender otro idioma? Paul Iverson, del Centro para la Comunicación Humana de Londres, asegura que la explicación reside en la experiencia de la lengua nativa, "que deforma la percepción y enseña a ignorar determinados sonidos". Un estudio publicado en la revista Nature hace unos años formulaba otra hipótesis: los adultos que aprenden un segundo idioma tendrían zonas separadas en el cerebro, en las llamadas áreas de Broca, dedicadas a cada lenguaje. En cambio, los niños bilingües activarían la misma zona del cerebro, independientemente del idioma elegido.
Esta diferencia demostraría que con el paso de los años a las estructuras cerebrales les cuesta más acomodar más de un idioma. Éstas se hacen más rígidas e inmodificables, por lo que en la cabeza de una persona adulta debe establecerse otra estructura diferente para permitir el aprendizaje. En cambio, los bilingües, al usar la misma área cerebral, no se equivocarían porque en el núcleo caudado izquierdo, una zona del cerebro, se activaría como un interruptor, encendiendo el idioma adecuado en cada momento y apagando el otro.
Por ello, tampoco es positivo que los padres insistan para que el niño se convierta en políglota. Puede que las lenguas no le entren por ningún lado, debido a sus características cerebrales o incluso a las situaciones familiares. "Hay que tener presente el contexto emocional. No se puede forzar a un niño a aprender un idioma", advierte Fuster. De hecho, uno de los problemas más frecuentes es que los más pequeños acaben rechazando o confundiendo las distintas lenguas. De todas formas, hay que recordar que el bilingüismo (o trilinguismo o lo que fuera) tiene un coste, que es de tipo temporal. Una investigación llevada a cabo por Albert Costa asegura de que hay un pequeño retraso, de milésimas de segundos, en llevar a cabo determinadas actividades como por ejemplo hacer dibujos (hasta un 10% más lento que un monolingüe). Y en los niños, por supuesto, puede producirse un retraso en el habla.
Eso sí, se trata de un coste asumible con relación a los beneficios que se producen. Laura-Ann Petitto, del departamento de Psicología y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Darmouth en Estados Unidos, sostiene que "no se debería temer en los niños la contaminación entre lenguas, por el temprano acercamiento al bilinguismo". Sus hallazgos indican, en cambio, que cuanto antes se empiece, mejor: "Un acercamiento tardío a un segundo idioma restringe el aprendizaje y puede provocar que los niños no lleguen nunca a dominarlo completamente". Antoni Rodríguez Fornells afirma que los niños tienen hasta los nueve meses la posibilidad de aprender cualquier posible sonoridad o contraste fonológico, una capacidad que luego se pierde. Así, no habría que tardar si se quiere que los pequeños asimilen el nuevo idioma.
Y en cuanto a los adultos, nunca es demasiado tarde salvo para los políticos. Adolfo Suárez, por ejemplo, nunca consiguió dominar un idioma extranjero. y Leopoldo Calvo Sotelo nunca consiguió aprender inglés. Eso sí, lo entendía, y corregía a su intérprete cuando, en su opinión, se equivocaba. En castellano, claro.

Ventajas de aprender un idioma:

Aprender un idioma puede resultar altamente beneficioso para nuestro entorno profesional ya que nos permite estar en contacto con todo tipo de gente. Además, también nos servirá para conocer mejor otros países, culturas y tradiciones completamente distintas a la nuestra, consiguiendo así una actitud mucho más abierta ante la vida.
Es más, aparte de todas las puertas profesionales que una segunda lengua os puede abrir, también existen otras ventajas, sobre todo para nuestro cerebro, que también son a tener muy en cuenta. ¿Queréis conocerlas?.

Un segundo idioma desarrolla nuestra mente:

Como es obvio, mientras más trabajéis en un idioma, seguro que a la larga disfrutaréis de una mente mucho más prodigiosa. Y es que si os ponéis día a día con una lengua, a aprender sus vocablos y a practicar su gramática, esto hará que nuestro cerebro tenga que “trabajar” más consiguiendo así una memoria más desarrollada. Estudiar una segunda lengua es en definitiva como hacer un sodoku, o un rompecabezas donde todas las piezas (palabras) tienen que encajar.


Obtendremos una mejor atención:
Aprender un idioma hará que también desarrollemos una mejor atención. ¿La razón? Pues básicamente porque habremos aprendido sonidos completamente distintos entre una lengua y otra, que quedarán grabados en nuestra mente.


Seremos mejores haciendo dos cosas a la vez:
Conocer profundamente otro idioma aparte del nuestro, hará que también podamos realizar dos tareas de manera más eficiente al mismo tiempo. Esto es debido a que cuando una persona tiene dos lenguas en su mente, puede “cambiar el chip” de una a otra más rápidamente. Cuando lo consigáis, probad ahora a hacer dos cosas al mismo tiempo y ya veréis de lo que sois capaces.



Os ayudará a ser mejores en vuestra lengua materna:
Cuando somos pequeños, simplemente aprendemos nuestra lengua materna a través de oírla mucho, pero no practicamos ni su escritura o gramática. Por ello, cuando aprendemos una segunda lengua, somos capaces de entender mejor todos los “entresijos” de nuestro primer idioma (construcciones de frases, tiempos verbales, expresiones…).


Descubriréis nuevas formas de conocimiento:

Además de todo lo comentado, aprender idiomas puede, en el sentido más estricto de la palabra, expandir vuestra mente a nuevas formas de conocimiento para aprender conceptos y expresiones completamente nuevas.
Por ejemplo, en el japonés y su escritura en “kanji” existen palabras y caracteres que en nuestro idioma no tienen traducción. Así que si estáis interesado en aprender el idioma del país del sol naciente, estad preparados para almacenar mucho más conocimiento en vuestro cerebro.
Tras leer este artículo, estaréis de acuerdo que aprender un segundo idioma nos ofrece todo tipo de ventajas tanto en aspectos formativos, como para tener una mente mucho más prodigiosa y desarrollada. ¿A qué estáis esperando para “poneros las pilas" y aprender ya uno?
Alguien dijo una vez que quien conoce dos lenguas tiene dos almas y es que hablar más de un idioma no solo te ayuda a comunicarte con un mayor número de personas, sino que, además, puede ayudarte a mejorar ciertas habilidades cognitivas, regular tus emociones y desarrollar el cerebro y prevenir su deterioro.


Aunque algunas personas todavía piensan que enseñar dos idiomas a los niños pequeños puede confundirles, lo cierto es que también resulta beneficioso para ellos.
Estos son los resultados más interesantes de algunas investigaciones sobre los beneficios de ser bilingüe:


Crecimiento del cerebro
Investigadores de la Universidad de Lund compararon un grupo de estudiantes universitarios con un grupo de personas que aprendieron a hablar con fluidez un nuevo idioma en trece meses.
Antes de empezar, y tras tres meses de estudio intensivo, les hicieron escáneres mediante resonancia magnética a ambos grupos y vieron que, mientras que la estructura cerebral de los universitarios permanecía sin cambios, determinadas partes del cerebro de los estudiantes del nuevo idioma habían crecido. Las partes que crecieron fueron el hipocampo (implicado en el aprendizaje de nuevo material) y tres áreas de la corteza cerebral.

Ayuda a regular las emociones
Conocer dos idiomas puede también ayudarnos a regular las emociones negativas. Cuando las personas bilingües cambian de un idioma a otro, también cambia el modo como experimentan las emociones. Si estás en un estado emocional especialmente negativo, empezar a hablar en tu idioma no natal, que es menos emocional, puede ayudarte a sentirte mejor.
Además, contar ciertas experiencias puede producir respuestas emocionales más intensas cuando utilizas tu idioma natal que cuando lo haces en el otro idioma que conoces.

Protección contra el Alzheimer
Otros estudios han mostrado que las personas bilingües pueden estar más protegidas contra la enfermedad de Alzheimer.
Las personas bilingües, que constantemente deben cambiar entre un idioma y otro, están usando más su cerebro y manteniéndolo más activo. Eso hace que sus cerebros estén más preparados para compensar la atrofia causada por la enfermedad de Alzheimer. Así, para que una persona bilingüe muestre el mismo nivel de deterioro cognitivo que una monolingüe, su cerebro tiene que llegar a estar el doble de atrofiado.
Mejora la atención en niños
Ser bilingüe también tiene beneficios para los más pequeños, pues son capaces de estar más atentos y distraerse menos que los que solo conocen un idioma. A los 24 meses de edad, son mejores en el control de la atención, aunque pueden tener un vocabulario un poco más pequeño en cada idioma.


Mejora en determinadas habilidades cognitivas
Otro estudio realizado con niños, mostró que los bilingües superan a los monolingües en habilidades de solución de problemas, aritmética y pensamiento creativo. De nuevo, estos resultados parecen deberse al estado de alerta mental que se necesita para cambiar entre dos idiomas, que contribuye también a desarrollar otras habilidades cognitivas. Al analizar el vocabulario de los niños bilingües, los investigadores vieron que sus descripciones eran más detalladas y ricas. También encontraron que eran superiores en atención selectiva (la capacidad para centrar la atención en lo más importante e ignorar lo que no lo es).

Mejora en la codificación de sonidos
El bilinguismo también es capaz de cambiar cómo el sistema nervioso responde ante el sonido. En un estudio, el cerebro bilingüe era mucho mejor al codificar la frecuencia de los sonidos del discurso que subyacen a la percepción del tono y agrupamiento de objetos auditivos. Son mejores para detectar sonidos lingüísticos relevantes y descartar los que no lo son. "El sistema auditivo del bilingüe es muy eficiente, flexible y centrado en el procesamiento automático del sonido, sobre todo en condiciones de escucha nuevas o que suponen un reto."

Toma de decisiones
Investigadores de la Universidad de Chicago descubrieron que, en los negocios, las personas toman decisiones más racionales cuando piensan en un problema en su idioma no natal. Como hemos visto, esto se debe a que el idioma no natal tiene menos carga emocional. Las respuestas emocionales pueden estar más motivadas por el miedo u otras emociones que nos hacen tomar decisiones erróneas. No obstante, esto no significa que usar la emoción para decidirnos sea malo. En muchas ocasiones tomaremos mejores decisiones si nos dejamos guiar por las emociones, como cuando tenemos que decidir entre dos opciones con similares ventajas e inconvenientes. Pero si crees que tus emociones pueden estar interfiriendo y eres bilingüe, cambia de idioma para pensar en ello.

"Es como un semáforo. Los bilingües siempre están dando luz verde a un idioma y la roja al otro. Cuando tienes que hacer eso todo el tiempo, te vuelves muy bueno reprimiendo las palabras que no necesitas".
-Piergiorgio M. Sandri
La Vanguardia 01.03.2008- ES


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