El “Tratado Trasatlántico de
Comercio e Inversiones” conocido con las siglas TTIP es un acuerdo comercial
entre la Unión Europea y Estados unidos que pretende equiparar las normativas a
ambos lados del océano, algo similar al NAFTA firmado por EEUU, Canadá y México.
La comisión Europea, los
Estados Unidos y las grandes empresas, están vendiéndose el acuerdo como antídoto
definitivo contra la crisis. Sin embargo el TTIP representa en realidad una
enorme pérdida de derechos para los ciudadanos europeos y sus estados
supuestamente soberanos.
Su origen remoto se
encuentra en la “Declaración Transatlántica”, firmada en noviembre de 1990, por
el presidente Bush, por un lado, el primer ministro Italiano Gulio Andreotti,
que encabezaba ese semestre el Consejo Europeo, y el presidente de la Comisión
Europea Jaques Delors.
El siguiente paso se
encuentra en la “Declaración Común” de la Unión Europea y EEUU de 1998, sobre
el acuerdo económico transatlántico.
En el 2007, Barroso y
Merkel, por el lado Europeo y Bush por el Estadounidense, crearon el grupo de
trabajo de alto nivel encargado de la reducción de los obstáculos para el
comercio entre ambas partes.
El 13 de febrero de 2013,
los presidentes de los Estados Unidos y el Consejo Europeo y de la Comisión
Europea, anuncian que se inician las negociaciones para alcanzar el acuerdo
llamado TTIP.
¿Que implica? El objetivo es
eliminar las barreras al comercio para crear un gran mercado que beneficie a
las grandes empresas, pero regulando también los derechos sociales de los
europeos y las leyes medioambientales de los países firmantes.
Desde junio del 2013, la Comisión
Europea, el gobierno Estadounidense y los grandes lobbies empresariales,
negocian en completo secreto, a espaldas de los ciudadanos, las condiciones del
tratado.
Los ciudadanos europeos
navegamos bajo el velo de la ignorancia, sin conocer que se está decidiendo, y
en qué medida pueden llegar a afectarnos las decisiones que se toman desde
Europa.
Suele decirse coloquialmente
que las cosas no se hacen “porque sí”, y una de esas cosas es la “Unión Europea”.
Durante el periodo de la
llamada “Guerra Fría”, con los dos frentes armamentísticos apuntándose con el
dedo en el gatillo, las fronteras eran primordiales. La caída del muro de Berlín,
supuso un soplo de esperanza, y la democracia se fue abriendo camino por
Europa, las barreras, fueron menguando al mismo tiempo que aumentaban los
bienes y los servicios, y el tránsito de hombres y mercancías por todas partes.
Gran parte de la
responsabilidad recayó sobre la Unión Europea, inaugurando una nueva era de
progreso y prosperidad.
Las nuevas políticas se configuraban
entorno al entramado político continental, como el mercado único, la política monetaria
y otras muchas políticas que están influyendo en nuestras vidas.
El TTIP que negocian, no es
más que otro montón de papeles con el único objetivo de sellar aún más el sistema
en el que estamos inmersos.
Un sistema en el que las
multinacionales manejan los hilos, y que permiten que haya titulares como este:
“85 personas poseen la misma riqueza, que la mitad más pobre de la humanidad”.
Cada vez que los
negociadores se ponen de acuerdo en alguna normativa, significa venderse al
capitalismo. Desde la cooperación regulatoria que pretende otorgar “barra libre”
a los poderes económicos, hasta el ISDS, que permite a las multinacionales denunciar
a los Estados cuyas regulaciones les perjudiquen.
Para el estado, hay riesgos
esenciales: por un lado, el de la difuminación absoluta en el marco del TTIP, y
la eventual imposibilidad de aplicar políticas distintas, a los enunciados
neoliberales.
Las características de un
tratado como este, dependiente además de la U.E., haría materialmente imposible
su modificación, en el caso de que nuevas mayorías políticas, pidieran su modificación.
Los cinco riesgos más importantes
serian:
1- Pérdida de
derechos laborales, ya que EEUU solo ha suscrito de los 8 convenios fundamentales
de la OIT (Organización Internacional del Trabajo).
2- Limitación de
la representación colectiva de los Trabajadores
3- Olvido del
principio de precaución, en materia de estándares técnicos y de normalización
industrial.
4- Privatización
de servicios públicos, por el establecimiento de una cifra reducida de aquellos
que no se pueden privatizar.
5- Riesgo de
rebaja salarial, teniendo en cuenta que ya existe la experiencia del NAFTA.
Para los ciudadanos
americanos también existen riesgos:
1- Mayor
dependencia del petróleo, si se consuma la restricción al uso de carburantes
menos contaminantes.
2- No etiquetaje
de productos modificados genéticamente
3- Eliminación de
reglas sobre los mercados financieros, más estrictos en la actualidad en EEUU.
4- Eliminación de
las evaluaciones independientes de los medicamentos no producidos en EEUU.
5- Eliminación de
la preferencia nacional en los contratos públicos.
Actualmente se está
negociando otros tratados en paralelo. Por un lado la liberalización de
servicios en el marco de la Organización Internacional del Comercio, cuyos
aspectos son aún más opacos que los del TTIP.
Con ello se extenderán todos
los problemas que se están planteando con la Directiva Bolkestein, que tanto
rechazo suscito, en la UE, antes de su aprobación en 2006, y sería equivalente
al convenio que está firmando EEUU, con sus socios asiáticos.
La desinformación, sobre las
consecuencias en el interés público del Tratado, así como el silencio mediático a los sectores más críticos, se
contraponen con la difusión de panfletos propagandísticos por parte de los
Lobbies y la Comisión.
El negociador europeo Karel
Gucht, estaba siendo investigado por las autoridades fiscales belgas por defraudar 9000.000 € , antes de convertirse, en
comisario, y ha sido el encargado de salir al paso de las demandas de la
distintas organizaciones, de la sociedad civil que han criticado desde el
principio la opacidad en torno al tratado y la falta de transparencia, en la elaboración
de un proyecto, cuyo objetivos, según la Comisión Europea, es establecer un
marco institucional para asegurar que los gobiernos de los dos continentes “trabajen
juntos”, para contribuir, según ellos, a “prevenir futuras crisis”.
Las 50 organizaciones
sociales europeas que han suscrito un “Mandato de comercio alternativo”, para
observar a los lobbies y corporaciones, radicado en Bruselas, apuntan que las negociaciones se están llevando
a puerta cerrada, y que no hay textos que den a conocer los acuerdos al público,
a pesar de que los acuerdos afectan a los ciudadanos tanto como cualquier otra ley,
que se debate públicamente.
Hasta la fecha, han sido los
grupos de presión quienes han llevado la batuta de las conversaciones. Al
comienzo de 2013, tuvo lugar la fase crucial de la preparación de las
negociaciones, y en este periodo la Comisión Europea se reunió exclusivamente
con lobbies de la Industria.
Muchos economistas de
prestigio, se muestran muy escépticos, respecto a que la creación de empleo
prometida sea real, además de que han declarado delante del Parlamento Europeo
que: “La sugerencia de que nos va a sacar de la crisis no es creíble”.
También hay estudios a favor
que afirman que el TTIP entre ambas potencias tendrá como resultado: “Suprimir obstáculos
de comercio en sectores económicos, para que sea más fácil comprar y vender
servicios entre ambas potencias, armonizar regulaciones en materia de comercio,
y el crecimiento del PIB”.
Por lo contrario, el premio
Nobel de Economía Joseph Stiglitz, afirma que el TTIP constituye uno de los vínculos
más evidentes entre la globalización y el aumento de la desigualdad, ya que
estos pactos privilegian la liberación del flujo de mercancías, pero impiden el
libre tránsito de trabajadores. Tales acuerdos incrementan la capacidad de negociación
del capital sobre la mano de obra, reducen salarios y elevan la desigualdad.
La presión ciudadana, ha
dado sus frutos, el Parlamento Europeo suspendió la votación y el debate de
resolución del TTIP.
El Parlamento Europeo no debatirá,
ni votara la resolución sobre el TTIP que estaba prevista para el pasado 10 de
junio. Martin Schult, presidente de la Eurocamara, uso una artimaña para
aplazar el voto y esa misma mañana, por 183 votos a 181, conservadores,
liberales y ultraderechistas han impedido incluso el debate sobre el tratado
con EEUU.
La campaña NO al TTIP, ha
conseguido una victoria, pero hay que continuar luchando, si queremos que no se
produzca ese tratado.
Podeis dejar vuestros comentarios y opiniones en el recuadro inferior si así lo deseáis.
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