Ponencia presentada por Ana-Delia Castro el pasado sábado día 18 de octubre
Algunos errores en la educación
de los hijos:
Aunque
actualmente de la impresión de que muchos padres actúan como si pensasen que
para educar a sus hijos ya está la escuela y que ellos no tienen por qué hacer
gran cosa al respecto, es cierto que, para la mayoría, educar a sus hijos es
una preocupación. Saber qué hacer en cada situación y cómo afrontar cada
conflicto no es fácil ni hay recetas mágicas.
Esto
provoca muchas
inseguridades y no pocas angustias a muchos padres. ¿Lo estaré haciendo bien?
¿Debería haberle castigado? ¿Me habré pasado de
duro? ¿Seré demasiado blando? ¿Cómo logro que me obedezca?
Psicólogos y pedagogos explican que quizá restaría presión a
los progenitores modificar sus expectativas: en lugar de aspirar a hacerlo todo
bien, plantearse no hacerlo mal y, sobre todo, evitar los errores más dañinos a la hora de educar.
Puede resultar más sencillo saber qué no hacer,
cuáles son los errores básicos.
Algunos errores comunes y perjudiciales a la
hora de educar a los hijos:
1)
No
ponerles límites
Los
expertos explican que muchas veces los padres no tienen un proyecto claro de
cómo van a educar a sus hijos, cuáles son las normas mínimas
que van a exigir, y van improvisando, de modo que no siempre son coherentes en
sus criterios. “Mientras son pequeños trampeamos los problemas que van
planteando, y en la adolescencia se pierde el control, se les quiere poner
normas, y entonces ya es tarde”, comenta Victòria Gómez. Julio Fernández
subraya que muchos padres priorizan la paz familiar por encima de todo y eluden
su obligación de poner límites porque eso lleva en ocasiones al conflicto.
2)
Darles
mal ejemplo
“Los
padres no pueden pedir al hijo que se controle o que no pegue si lo que le
transmiten es que de vez en cuando a ellos ‘se les cruzan los cables’, insultan
al del coche de al lado, o están siempre criticando; tampoco pueden exigirle
que termine lo que empieza o que cumpla las normas si ellos no lo hacen”, dicen
los expertos. La incongruencia entre lo que se dice
y se hace “resulta muy negativa, quita fuerza moral y “deslegitima”, apunta Urra.
3)
Querer
hacerles de amigo:
Los
psicólogos advierten que los padres son la figura de autoridad para el hijo y es un error tratar de ser
amigos suyos en lugar de ejercer de padres. También desestiman los estilos
educativos muy permisivos o aquellos que lo negocian todo. “El estilo
democrático está bien para algunas cosas, como para decidir dónde se va de
vacaciones, pero se ha magnificado y hay cosas que no se negocian, como el horario de estudio, el ir con
cinturón en el coche o comportarse bien el supermercado, ahí ha de ser el padre el que ejerza la autoridad. Este tipo de
errores se han extendido de la mano de lo que denomina “leyendas urbanas sobre
educación”, informaciones del ámbito de
la psicología que en un momento dado tuvieron vigencia y luego se demostró que
no son ciertas pero continúan en la imaginación colectiva, como que no hay
que castigar para no traumatizar, que hay que potenciar al máximo la autoestima
o que Einstein era mal alumno a pesar de su inteligencia, ejemplifica.
4)
La falta de unidad de criterio :
Entre
las figuras de autoridad es uno de los grandes lastres para educar. De entrada,
porque si el niño recibe mensajes contradictorios, si
sus progenitores se desautorizan entre ellos, no sabe a quién hacer caso y se
siente perdido, sin referencias claras.
Y porque a medida que crecen aprenden a utilizar esas discrepancias o
diferencias de criterio para hacer lo que quieren.
“Siempre es mejor equivocarse juntos que
acertar por separado. Decir “pregúntaselo a tu padre” o “lo que diga tu madre”
es un error. “Cuando piden algo y no se tiene un criterio claro o único, lo
mejor es decirles ‘ya lo hablaremos y te daremos la respuesta’, para que vean
que la familia es un bloque”.
5)
Criticar/Despreciar (o
descalificación hacia el niño)
Frases
como “ya sabía que lo ibas a romper”, “eres idiota”, “pareces tonto”, “no vales
para nada”, “siempre me defraudas” o “no sé para qué te he tenido” resultan
muy dañinas para los hijos. No hay que faltar al respeto a los hijos ni ponerse a su altura
cuando se enfadan: “Los padres no deben perder los papeles, han de controlar su
actitud por mucho que el hijo les provoque; hay que estar por encima de ellos y
no comportarse como un crío o como un adolescente, y perdonar con facilidad, no
entrar en guerras del tipo ‘como él no me habla yo tampoco’”. Sobrevalorar estaría en el extremo
opuesto. También se cae en ello.
6)
Sobreproteger
Aseguran
los educadores que éste es uno de los errores más frecuentes en la sociedad
actual. Los padres asumen muchas tareas de los hijos, estudian con ellos,
les disculpan ante el profesor, intervienen antes de
verles sufrir las consecuencias de una mala decisión, les dicen constantemente
lo que han de hacer, organizan toda la vida familiar a su alrededor, les evitan disgustos… “Esta sobreprotección
resulta muy perniciosa porque hace
ciudadanos dependientes y a veces muy
tiránicos, porque crecen pensando que el mundo gira a su alrededor, que son
los reyes de la casa, no uno más de la familia, y de enfrentar las dificultades
y contratiempos diarios, que no saben asumir las consecuencias de sus actos y
con problemas de autoestima. A las
frustraciones que les presentará la vida se tiene que habituar uno poco a poco,
desde niño. Es malo allanar demasiado el camino.
7)
Castigar
inadecuadamente
Poner
sanciones desproporcionadas o sin lógica, imponer castigos imposibles de
cumplir, hacer promesas inalcanzables o que
no se cumplen son errores muy habituales y muy nocivos a la hora de educar. Si
los castigos no se aplican por imposibles o por dejadez, los padres pierden
autoridad y transmiten la idea de que sus normas pueden quebrantarse
fácilmente. “Es mejor ser moderado en el
castigo y llevarlo a la práctica, y en lugar de castigar al adolescente sin
salir todo un mes o exigirle que estudie cinco horas diarias, limitarle a una
hora la conexión a las redes sociales o a la videoconsola”.
8)
Incoherencia
Los
expertos advierten que un fallo habitual de los padres es dejarse llevar por su
estado de ánimo a la hora de educar, de
modo que permiten o no determinadas conductas en función de que estén más o
menos cansados, contentos o enfadados. “Hay que tener conciencia de que estamos
educando siempre, no en momentos concretos. Ante los hijos, los padres son la
autoridad, de forma que no deberían comportarse de forma arbitraria sino ecuánime y racional.
9)
Comparar
a los hermanos
Todos
los padres saben que cada hijo es diferente. Sin embargo, a la hora de educarlos
no siempre los tratan de forma diferente. Lo habitual es lo contrario, que se
esfuercen en tratarlos por igual y que, a menudo, los comparen. Pero, advierten
los expertos, cada hijo requiere una educación distinta,
un trato individualizado y que le dediquen un tiempo a
solas, entre otras razones para poder conocerle y saber cómo hay que tratarle.
“Las comparaciones continuadas entre hermanos suscitan celos, envidias y dañan.
10)
Prometer
y no cumplir
Los educadores también alertan contra las promesas o
premios inalcanzables, que además de decepcionar acaban
desincentivando. “A veces prometemos comprarles el móvil o la bici si sacan
buenas notas, y esa es una condición muy
ambigua, de modo que quizá el chaval se esfuerza pero al final le decimos que
no, que los notables no cuentan, que se esperaban de él sobresalientes, o que
aunque sus notas son buenas no tendrá el premio porque se ha portado mal con su
hermano, y el niño se frustra y deja de trabajar. En muchos casos se amplía aún
más el error cuando luego, en un momento de arrepentimiento, esos mismos padres
(o los abuelos), le acaban comprando el móvil o la bici sin haber conseguido el
reto propuesto.
11)
Transmitirles
negatividad hacia la vida y los otros
El
que fuera Defensor del Menor de Madrid cree que es un grave error no transmitir
a los hijos ilusiones, dilemas vitales y amplitud de miras. Advierte que cuando
los padres son muy depresivos o
negativos y los hijos crecen oyendo todo el día críticas sobre los demás y
escuchando que no hay que fiarse de nadie, que los otros son dañinos, “eso
repercute en su carácter, que acaba siendo despótico,
lastimero, paranoico u ofensivo”.
12)
No
tener en cuenta su edad evolutiva
Un
error muy actual de los padres es acortar la
infancia de sus hijos, hacerles mayores antes de tiempo. “Se detecta en la
forma de vestirlos, en dejarles ponerse un piercing o adoptar comportamientos
de adulto desde muy pequeños, en encontrar divertido y alentar que tengan
novias o novios, en permitir que con 14 años tengan horarios de fiesta
intempestivos. Es un contrasentido
que a ese mismo chaval al que se deja salir de noche, se le prepara el desayuno
y se le tramita la matrícula del instituto. “Por un lado les hacemos muy
mayores, y por otro no les dejamos crecer, no les damos responsabilidades propias de su edad”, concluye.
¿Y lo que SÍ HAY QUE HACER?
Muchas cosas, por ejemplo:
Enseñemos a los hijos a pensar en los derechos de
los que les rodean:
Ejemplo
de lo contrario es cómo, cada vez más, los niños son una molestia en los
lugares públicos, no saben comportarse: Gritan, empujan, hablan en alto,
atropellan, etc. Y no es culpa de ellos, porque es fácil observar que en muy
pocos casos se les corrige al respecto. Muchos padres no comentan y parece que
no vean los comportamientos incívicos de sus hijos, ¿Esperarán a que sean
adolescentes para empezar a preocuparse por ello, cuando ya sea demasiado
tarde?
(Una parte de este texto está extraído de la web
de Javier Urra, pedagogo, psicólogo y ex-defensor del Menor)
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