Para ilustrarlo, presento este articulo publicado en "El diario.es", el día 12/04/ 2013
Destripando
al fantasma masón
La Gran Logia de España
fue consagrada en Madrid el 6 de noviembre de 1982
No
piensen en reuniones secretas en viejos sótanos. Tampoco en rituales con
altares de fondo. Ni siquiera imaginen un salón con olor a naftalina y un grupo
de hombres puro en mano. Olviden a Dan Brown. También a César Vidal y a Ricardo
de la Cierva. Hace tiempo que los masones en España dejaron de ser fantasmas
perseguidos y abocados a la clandestinidad. Fuera conspiraciones y sociedades
secretas. Ahora, como mucho, se catalogan como logias “discretas” que tienen
sus propias páginas web en Facebook y que han desparramado sus reglas y ritos
por toda la nube de Internet. Tampoco son muchos en nuestro país, entre 3000 y
4000 miembros con una media de 40 años de edad y distribuidos en unas 200 logias
–150 consideradas regulares y 50 adogmáticas–. Nada que ver con EE. UU., donde
existen cinco millones de masones, Inglaterra, donde son un millón, o Francia,
donde hay cerca de 300 000. Y más allá de conservar algunas tradiciones como
los símbolos del libro sagrado, la escuadra y el compás en el caso de las
logias regulares o las herramientas arquitectónicas en el de las adogmáticas,
el misterio y la intriga se desvanecen al primer clic del ratón en la Red.
Me
cito con Julio Blanco en una cafetería del centro de Madrid. Es masón de una de
las logias que pertenecen a la Gran Logia de España, la rama de los regulares
procedente de la Gran Logia Unida de Inglaterra. No es su verdadero apellido y
aunque cabe la duda también de si se trata de su nombre real, no tiene ningún
reparo en confiarme los “secretos” de la masonería en la actualidad a plena luz
del día y rodeados de personas. Eso sí, insiste en que lo que cuente será a
título personal. Poco después descubriré que es una de las reglas de los masones:
no se trata de un movimiento encargado de acciones globales, sino que estas son
individuales. “La masonería es un camino de perfeccionamiento, un lugar de
reflexión, de encuentro. Es como quien busca un camino en la religión o en
yoga. Y desde luego es un camino que no es incompatible con la sociedad.
Nuestra idea, la de los Regulares, es 'mejórate a ti mismo porque así va a
mejorar la sociedad'”, me dice Blanco.
A
pesar de estas palabras no dejo de pensar en términos como la conspiración
judeomasónica, la persecución e incluso fusilamiento que sufrieron personas
consideras masonas durante el franquismo, o el goteo constante de libros
escritos en algunos casos por pseudohistoriadores que recurren al viejo
estereotipo de la influencia masónica en los partidos políticos, en el entorno
judicial y el empresarial. “La masonería no tiene ninguna influencia en la
política de este país. Otra cosa es que haya masones que sean políticos. Hay
gente con un cargo dentro del partido conservador de este país que está en logias
de las más liberales. En las logias hay grandes y pequeños empresarios,
peluqueros, ingenieros, informáticos, periodistas y parados. Mucha gente se
cree que la masonería es una gran potencia, pero no habría tantos parados aquí
dentro si lo fuéramos”, me advierte Blanco.
Es
curioso, pero son más o menos las mismas palabras que me comentan un poco más
tarde Gonzalo Tapia y Mararía –es su nombre simbólico– de la Logia Derecho
Humano, adscrita a la Logia Internacional Le Droit Humain, perteneciente a la
otra corriente, la del Gran Oriente de Francia y que al contrario que la Gran
Logia de España (y la Logia Unida de Inglaterra), sí admiten mujeres –de hecho,
en su logia son un 55% mujeres y un 45% hombres– y no asumen la creencia en un
dios superior. Con ellos también quedo en una cafetería ruidosa y con murmullos
constantes. “Todos esos libros que hablan de la influencia en la política no
son más que parte de la antimasonería, la ignorancia y la maledicencia.
Nuestros rituales no son anticristianos, sino profundamente laicos. Hay mucha
manipulación informativa”, apostilla Tapia, quien también señala que siempre se
culpa a la masonería de ocupar puestos de poder “cuando en este país quien
ostenta esos puestos es la Iglesia católica. Aquí puedes nombrar a ministros
del Opus Dei, alcaldesas y consejeras de comunicación de los Legionarios de
Cristo, pero nadie se escandaliza. Tampoco aquí ninguna logia ha recibido 13
000 millones de euros de subvención durante el Gobierno de José Luis Rodríguez
Zapatero”.
Óscar Alfonso Ortega,
Gran Maestro de la Gran Logia de España
Cuando
aparece el tema del dinero, pregunto: ¿mueven muchos euros los masones hoy? La
respuesta es no. Blanco me confiesa que en su logia la cuota por adscripción es
de 400 euros y después hay un pago trimestral de 90 euros. La cantidad que se
recauda de todos los masones se utiliza para la organización de “trabajos” o
reuniones y también para las elecciones del Gran Maestro, en el caso de las
logias regulares, o del Gran Maestre, en el de las irregulares. Es un sistema
de votación con algunas diferencias con respecto a cada logia. En la Gran Logia
de España la elección es cada cuatro años por un sistema de votos secretos y el
candidato solo se puede presentar dos veces. En la actualidad, el Gran Maestro
es Óscar Alfonso. En Derecho Humano, por el contrario, se elige cada año,
aunque el Gran Maestre es internacional y se vota cada quinquenio. En estos
momentos ostenta el cargo la francesa Yvette Ramon.
La
modernidad de las logias hoy no significa, sin embargo, que no continúen con
ciertas tradiciones llamativas, más allá de que actualmente muchas de ellas aún
no admitan mujeres y de que haya logias específicamente femeninas. Son rituales
que les alejan de un club de filosofía y también de la religión, ya que tampoco
hay ningún tipo de doctrina ni textos que haya que leer de forma obligatoria. Para
entrar en las logias es necesario haber cumplido los dieciocho años, aunque los
masones prefieren que sean personas “con cierta experiencia en la vida, ya que
se requiere serenidad y disciplina”, advierte Tapia. Cuando se solicita la
entrada, la persona es sometida a una serie de encuestas. Una vez dentro se van
superando grados. Durante todo ese tiempo se asiste a reuniones que, en el caso
de la logia a la que pertenece Blanco, comienza con la frase “A la gloria del
Gran Arquitecto del Mundo” y consiste en dos partes. En la primera hay roles
muy definidos y cada masón habla cuando le dan la palabra o tiene algo que
decir, y mientras tanto, calla. La segunda parte es una cena en la que se
expone un tema y quien desee expresarse lo hace, pero no hay derecho a réplica.
“Son temas de reflexión. Estás en un ambiente relajado. Ese es el secreto de la
masonería, una experiencia que no se puede transmitir y que solo cuando la
vives la entiendes”, sostiene Blanco.
Y,
si todo suena tan normal ¿dónde está el truco? ¿Por qué la imagen
negativa? ¿Por qué los momentos de clandestinidad? ¿Hay, por ejemplo, algún
tipo de restricción en ciertos tratamientos médicos para los masones? “Tiene
que ver con el pasado de la masonería en España durante la dictadura. En
determinados momentos significarte como masón era peligroso. Por eso queda esta
cosa oscurantista. Tiene que ver con la política franquista. No olvidemos que
cuando murió Franco hubo que hacer toda una regeneración ya que la masonería
había sido prohibida”, explica Mararía. Por eso, ellos insisten: hoy el
movimiento es “una escuela de formación de ciudadanos. Lo que pretende es crear
ciudadanos libres de todo dominio intelectual, lo que ocurre es que la
autodeterminación de las personas molesta. Aquí no existen pautas marcadas,
cada masón es completamente libre. Hay una intención individual”, manifiesta
Tapia.
Mis
últimas preguntas giran en torno al futuro. ¿Qué tiene los masones que ofrecer
hoy? ¿Cuál es la función de un movimiento creado hace ya casi tres siglos? Tanto
Blanco, desde una logia regular, como Tapia y Mararía, desde una irregular,
coinciden en la necesidad de construir una sociedad mejor. “Tenemos una visión
utópica que recoge todas las ideas de la igualdad, la fraternidad y la
consideración de la democracia. Ahora hacemos reuniones para hablar de temas
contemporáneos, de la calidad de la democracia. Por ejemplo, la logia no está
en el 15M, pero sí hay talleres con gente que ha participado en este
movimiento”, apostilla Mararía.
La escuadra y el compás,
el símbolo de la masonería
Recojo
la grabadora, el cuaderno y el bolígrafo, y me despido. Salgo a una céntrica
calle madrileña. No tengo ninguna sensación de haber escapado de ningún antro
oscuro ni de haber asistido a una revelación de secretos. Definitivamente, el
fantasma masón, si existió, ya ha desaparecido.
Paula Corroto
12/04/2013.
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