Después de la votación, se decidió
comentar los siguientes artículos:
La ordenanza lleva dos años en vigor y ninguna mujer
ha sido sancionada
El alcalde de Lleida, Àngel Ros, recibió la sentencia
con el preceptivo acatamiento de la misma, pero lamentó “no poderla compartir”.
Según Ros, “la sentencia, en una primera lectura, vela por la libertad
religiosa, pero el uso del burka y el niqab no es un tema que tenga que
valorarse en este contexto, sino en el de la dignidad de la mujer y la igualdad
efectiva entre hombres y mujeres”. El alcalde añadió que la ordenanza ahora
anulada ha sido pionera “en favorecer la dignidad de la mujer en este aspecto”.
Ros cree que después de la sentencia es el momento de
que el Congreso de los Diputados o el Parlament de Catalunya tomen en
consideración iniciativas legislativas en el mismo sentido que tuvo la moción
que reformó la ordenanza. En los dos años en que ha estado vigente la
ordenanza, ninguna mujer ha sido sancionada por el uso del burka en locales
públicos municipales.
El abogado de la asociación Watani, que fue quien
interpuso el recurso, Carlos Antolí, remarcó que el Supremo “reconoce que los
ayuntamientos no son competentes para adoptar este tipo de medidas y desmonta
el argumento municipal de la seguridad”. Antolí también remarcó que la sentencia
recuerda que existe una normativa que obliga a identificarse en espacios
públicos. Por otra parte, la sentencia recuerda que las mujeres que usan burka
no pueden subir al autobús, “porqué así lo regula la normativa del transporte
público de viajeros de Lleida, norma anterior a la ordenanza y en la que el
Supremo no entra, al no ser objeto de impugnación”.
Para el abogado, “se trata de una ordenanza que, con
la pretensión de defender a las mujeres, las estaba arrinconando aún más. Si
una mujer está coaccionada para llevar un tipo de vestimenta hay mecanismos
para impedir que eso siga pasando, pero lo que no se puede hacer es establecer
una norma general que afecta a todo un colectivo, porque hay mujeres que llevan
el burka libremente”.
La sentencia fue recibida con satisfacción por parte
de colectivos musulmanes e islámicos. En declaraciones a Efe, el presidente de
la Unión de Comunidades Islámicas de España, Riay Tatary, afirmó que no es
necesario prohibir el uso de estas prendas, porque “se asusta a la gente”. “No
estábamos de acuerdo con la ordenanza porque la prohibición siempre crea una
reacción contraria”, subrayó Tatary.
En este sentido, Núria Mallol, coordinadora de la
revista Hawaa, que se edita en Lleida en árabe y catalán realizada por mujeres
musulmanas, explica que “el uso del burka entre el colectivo femenino es
mayoritariamente de respeto hacia las que lo usan, aunque también la mayoría
considera que es una interpretación muy estricta del Corán”. Según Mallol,
“muchas usan pañuelo porque son muy religiosas, pero consideran el burka
excesivo”. La ordenanza que prohibió el burka se adoptó por una moción de CiU
aprobada con los votos del PSC y el PP. Sólo ICV votó en contra, mientras que
ERC se abstuvo.
Barcelona 2010: un decreto que quedó en nada
El alcalde Jordi Hereu firmó el 6 de julio del 2010 un
decreto para impedir la entrada en equipamientos e instalaciones municipales a
personas con burka o cualquier otro accesorio que tapase la cara e impidiese la
identificación. Normas similares se aprobaron en Tarragona, Manresa,
l’Hospitalet de Llobregat, Mollet, Martorell…. pero al menos en Barcelona la
norma requería la modificación del reglamento interno de cada equipamiento
municipal. Unas modificaciones que no se han hecho, según confirman fuentes
municipales. No parece haber hecho falta, porque tampoco consta que se haya
producido ninguna incidencia, ningún caso de cara tapada en dependencias
oficiales.
Las instalaciones que se inauguran este jueves han
tenido un costo de cerca de 118 millones de euros y ha encendido la polémica en
una región de hecho bastante endeudada
Las instalaciones que se inauguran este jueves
El próximo jueves Berlín inaugura su nueva cárcel para
hombres, la «Heidering», en la que no se han escatimado esfuerzos para la
comodidad de los presos. Diseñada por el arquitecto austriaco Josef Hohensinn,
las instalaciones han tenido un costo de cerca de 118 millones de euros y ha
encendido la polémica en esta región de hecho bastante endeudada. Una mezcla de
colores blanco y verde manzana con una iluminación natural extraordinaria
gracias los grandes ventanales de las 648 habitaciones han dado que hablar los
últimos días.
Los primeros huéspedes que llegarán a principios de
abril, se encontrarán con unas instalaciones que nada se parecen a una cárcel:
espaciosos pasillos distribuidos en cómodas instalaciones repartidas en un
total de quince hectáreas del vecindario Grossbeeren. La diferencia es
remarcada por su competencia: la cárcel de hombres de Tegel, la más grande
deAlemania, data de 1898.
En el centro penitenciario predominan los colores
blanco y verde manzana
Los críticos encuentran que Heidering es una exageración, que no es posible que la capital gaste esa cantidad de dinero en generosas instalaciones y canchas de fútbol que bien querrían tener varios colegios de la región. La directora de la cárcel, Anke Stein, de 42 años, se defiende: «Si dejamos libres a personas que no han aprendido a vivir el tiempo de ocio, eso no estaría bien».
Talleres, gimnasios, salas de juegos están concebidos
arquitectónicamente para disminuir la vigilancia sobre los presos. Por otro
lado, las habitaciones de unos diez metros cuadrados cuentan con cama, mesa,
silla, estantería, ropero y un lavabo. Además, el cliché del uniforme de preso,
se queda aquí sólo como un recuerdo: cada uno tendrá su ropa privada, han
aclarado los responsables de la nueva cárcel.
Según el concepto del despacho de arquitectos, lospresos
no deben olvidar que están en una cárcel, pero tampoco cómo funciona la
sociedad en el exterior. Por esta razón, explica Stein, la «transparencia» es
la idea transversal de Heidering. Desde dentro es posible ver hacia el
exterior, y desde afuera, la cárcel no será escondida con muros: «Es parte de
la sociedad», aclara Stein.
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